Hoy voy con retraso y ¡lo siento! Pero es que ya no doy más de sí. Voy tan retrasada que tenía intención de publicar este post hace ya dos meses, y entre unas cosas y otras, al final Diego cumple hoy ocho meses y os voy a contar lo que me pasó en la revisión de los seis meses. Y es que me quedé asombrada con lo que me pasó en esta revisión rutinaria del niño sano. Empezaré desde el principio.
Tras varias visitas con el enfermero de Diego y sus malos modales a la hora de dirigirse a mí por el hecho de que con dos años Álvaro tomara pecho o continuara llevando pañal, decidí y conseguí cambiar de enfermero sin renunciar a la pediatra que hay por la mañana. Gracias a que estoy en casa con los dos enanos, puedo acudir al médico por la mañana, momento en el que suele haber menos niños, menos virus y todo está más tranquilo. Además, cuando conocí a la pediatra me pareció que era muy pro-lactancia, aunque claro no tiene que coincidir con el criterio del enfermero asociado a su consulta.
La nueva enfermera me pareció una mujer educada que intentaba que su alumna de prácticas aprendiera y le iba explicando el procedimiento con el paciente y también con el ordenador. Nos atendieron bien y me hicieron las preguntas normales para esta revisión: si comía cereales, purés, papillas? cómo lo veía de ánimo, si tenía ganas de jugar? Si ya me lleváis tiempo leyendo sabréis que mis hijos no comen papillas, ni purés. Todo es más sencillo de lo que parece si nos adaptamos a los ritmos de los niños y seguimos sus pasos y no los que otros nos marcan con ellos. Así lo hicimos con Álvaro y así lo seguimos haciendo con Diego. Primero lactancia materna a demanda y en exclusiva hasta los seis meses y, a continuación, y de forma progresiva y tranquila, vamos ofreciendo alimentos de nuestra comida al nuevo comensal de la mesa. Así se lo expliqué a la enfermera y, para mi sorpresa, me dijo que le parecía estupendo y que, realmente, lo que estaba haciendo era alimentar a mi hijo y acostumbrándolo a nuevas textura y sabores; vamos, enseñándole a comer. Tanto le gustó esta forma de introducir la alimentación complementaria, que ¡hasta me animó a darles charlas a los padres del pueblo!
Luego pasamos a medirlo, pesarlo y a mirar las vacunas que se le habían puesto hasta ahora. Vio que Diego no llevaba la vacuna de Prevenar y me preguntó por los motivos. Le dije que era una cuestión de ética personal: no me parece justo que el Estado Español no invierta dinero en la salud de sus niños (sí, estos niños, son de todos los españoles, que luego todos querremos cobrar prestación por jubilación). Además, considero que un niño ingresado por el neumococo, además de ser un problema de salud para el niño, interfiere en la vida laboral y familiar de sus padres, y conlleva una serie de gastos hospitalarios mucho más elevados que si el Estado nos "regalara" esta vacuna. Acto seguido, llamó a la pediatra y le dijo, casi con mis palabras, lo que le había contado y bajó para hablar conmigo. Me dijo que, al acercarse las elecciones, se estaba suministrando esta vacuna de forma gratuitapara los niños que habían nacido a partir del 1 de enero; y también para todos aquellos que habían empezado la vacunación antes del 1 de enero y les faltaba alguna dosis. En mi caso estaba fuera, pero entendían los motivos que me habían llevado a tomar esa decisión de no vacunar a mi hijo y, decidieron ir a buscar una de las dosis y ponérsela, de manera que la vacunación de Diego de Prevenar será gratuita.
Y sintiéndome afortunada por haber tenido una pediatra y una enfermera que atendieron a mis palabras y mis motivos, ¿no os parece vergonzoso que un tema de salud tenga que depender de la economía de los padres cuando luego, en una campaña electoral sí dan esas vacunas de forma gratuita? ¡Menos folletos de campaña y más vacunas para nuestros hijos, qué la salud no debe ser una cuestión política!