No hago más que leer o escuchar historias de mujeres que, tras tener a su bebé en brazos empiezan a darle vueltas a la cabeza por su trabajo. No se ven capaces de conciliar con esos horarios, con esas presiones, y deciden emprender.
Otras que no saben en qué emprender, o que no quieren, pero sí les gustaría un trabajo mejor, empiezan a buscar un nuevo camino. Algo que les motive y con lo que puedan llegar a tener la deseada situación familiar.
En este punto me encuentro yo.
Siempre he trabajado en el comercio, en distintos puestos, llevando más y menos responsabilidades, pero siempre contenta porque es un trabajo que me gusta. Tanto me gusta que de hecho mi época favorita son las Navidades, porque hay tanta gente y tanto trabajo que ¡me lo paso en grande!
Pero llegó Leoncito, este pequeño cachorro que revolucionó mi vida y hasta mi forma de pensar. Y el poco tiempo que trabajé desde que nació, lo pasé fatal. Horarios que se me hacían interminables, cansancio y más cansancio, sábados, domingos, ni un día de descanso ¡con lo que me gustaban a mi!!
Y me volvió a tocar esa parte que estaba olvidada en mi cerebro. Esa parte que abandoné nada más acabar la carrera. Ese sueño que tenía de pequeña en el que iba a ser profesora (y también tener una pequeña librería, pero este lo dejamos para más adelante jeje) que lo junté con lo que me empezó a apasionar el mundo de la maternidad.... y la bombilla se iluminó ¡quiero ser profesora de infantil!
Estar con bebés todo el día, en el trabajo y en casa (sí, Leoncito va a ser un bebé forever and ever) agotador sí, pero FELIZ. Así que me puse manos a la obra ¿qué tengo que hacer para conseguirlo? Busqué y busqué información y encontré dos caminos: estudiar el ciclo superior, o bien el grado de educación infantil.
La opción que más me gustaba era el grado, además hay un curso puente que con la carrera que ya tengo, con sólo 10 asignaturas podría obtener ese título. Pero donde podía hacerlo sólo había 1 plaza para titulados de otras universidades.
Entonces mis esperanzas se volcaron en el ciclo. Además lo iba a poder hacer a distancia, y como mínimo eran 2 cursos y las prácticas, podría ir buscándome la vida con algún trabajillo esporádico.
De todas maneras solicité las dos cosas, no fuera a sonar la flauta con lo del grado. Y tocó esperar a que dieran el listado de admitidos.
El primero en salir fue el del ciclo y me quedo fuera. Pero fuera fuera, vamos que tenía como unas 100 personas por delante mía!!
BAJONAZO...
Pasan un par de semanas y tiene que salir el listado del grado... La plaza para los de otras universidades ocupada por una chica.
BAJONAZO de nuevo...
Pero... el resto de cupos no quedaron cubiertos y reparten el resto de plazas según orden del listado y... ¡me dan la última!! No sabía si reír, si llorar, o si directamente ponerme a saltar como una loca ¡estaba dentro!!
Así que sí, soy UNIVERSITARIA.
10 años después, vuelvo a los libros. Con muchos cambios desde mi época (tanto que la primera vez que vi los horarios ni los entendía jajaja), pero con más ganas que nunca.
Ahora creo que empieza lo duro. Toca ser mamá de verdad. Esas madres que hacen mil cosas a la vez, esas que mientras duermen al pequeño tiene en otra mano un tocho de apuntes, que mientras hace la comida tiene de fondo una grabación con el temario...
No sé cómo voy a hacer, ni cómo organizarme, ni si voy a poder dormir. Pero lo que sí que sé, es que tengo ganas de empezar ya, de disfrutar de esta nueva etapa, de que llegue el estrés de los exámenes, de que te duela la mano de coger apuntes... ¿me estaré volviendo loca?
En una semana empieza todo y estoy hasta nerviosa. Poco a poco te iré contando cómo van las cosas, cómo me organizo y si al final acabo con un ataque de histeria jajaja.
Y tú ¿has pasado por esto? ¿te ha cambiado mucho la maternidad? ¿has hecho alguna de estas locuras? ¡Cuéntame cuéntame!!