Cuando me contaron esta historia, me quedé de piedra. ¿Cómo una madre o un padre puede falsear síntomas médicos en sus hijos o provocarlos para llamar la atención o lo que es peor, para evitar el crecimiento normal de sus hijos? Pues si, aunque parezca espeluznante existe y es conocido como Síndrome de Münchausen por poderes.
El Síndrome de Münchausen, bautizado así por el Dr. Richard Asher en 1951, es uno de los Trastornos Ficticios en la clasificación psiquiátrica internacional. Esta enfermedad mental es más conocida por una variante, el Síndrome de Münchhausen por Poderes, por el cual un adulto provoca o hace fingir enfermedades en un niño a su cargo, por lo general hijos, aunque pueden ser sobrinos, nietos, o hasta niños bajo cuidado.
Estos padres o cuidadores incluso pueden llegar a falsear pruebas médicas, administrar medicamentos innecesarios a sus hijos o dejar de alimentar al pequeño provocando una verdadera enfermedad.
Una forma de maltrato infantil.
Así, el síndrome de Münchausen por poderes constituye una forma de maltrato infantil de alto riesgo. Esta psicopatología se caracteriza por una obsesión o deseo irrefrenable y permanente de ser asistido por personal médico.
El diagnóstico es complicado y a menudo sobrevive durante mucho tiempo en la persona sin que nadie sea capaz de identificarlo. Además, como hemos señalado, de él se pueden derivar graves complicaciones e incluso la muerte. Muchos de estos casos suelen ser detectados por el pediatra en las consultas de medicina general. Si se sospecha de ello los médicos inmediatamente llevarán a cabo el protocolo dictado en casos de maltrato infantil.
Una distorsión del amor paternal
Las personas con Síndrome de Münchausen por poderes suelen presentar trastornos de personalidad límite o personalidad histriónica. Es habitual que en sus relaciones sentimentales haya conflictos como separaciones, discursos y peleas.
En apariencia las personas que sufren este trastorno suelen ser madres en muy preocupadas por sus hijos y que cuídan de ellos las veinticuatro horas del dia, por lo que no suelen existir sospechas de maltrado.
Los niños que sufren esta forma de abuso suelen ser hospitalizados por presentar grupos de síntomas que no encajan mucho en ninguna enfermedad conocida.
Los síntomas del niño suelen mejorar en el hospital y siempre empeoran en casa, cuando los médicos no están presentes. Si las infecciones o lesiones son importantes, el pequeño podría morir. La madre suele ser reacia a la hospitalización, porque en ese entorno no puede actuar.
Si en nuestro entorno detectamos algún posible caso hay que alertar inmediatamente a las autoridades ya que las consecuencias en los niños pueden ser fatales.