La vida siempre cambia, a veces no para mejor o peor, sino que solo cambia. Convertirse en padres es uno de los mayores cambios que puede experimentar un ser humano y que trasciende y te marca para el resto de la vida.
Ya no eres el más importante. Al tener a tu bebé entre tus brazos e ir lo conociendo día a día te das cuenta que eres capaz de dar la vida por él. Ya no eres la primera en comer, porque tu hambre se va si sabes que tu pequeño quiere esa galleta que tienes en la mano. Ojo, sigues cuidándote y queriéndote, solo que ahora no lo haces solo por ti, sino también por el pequeño que te necesita.
Resistes el cansancio que jamás pensaste resistir. Cuando estás embarazada todos te cuentan las largas noches que te vienen en los primeros días del bebé, pero realmente no vas a tomar conciencia de ello hasta que lo vives, y lo que más te sorprende es que por más horas de sueño perdidas que tengas, siempre te despertarás con el sonido del llanto del bebe.
Ves a los niños del mundo de forma distinta. El dicho de que al ser padre eres padre de todos los niños del mundo es completamente cierto. El sufrimiento de un pequeño por cualquier motivo te aprisionará el pecho más que nunca, pues el sentido de protección que nace al mismo tiempo que nace tu bebé se expande más allá de tu casa.
Comprendes a tus padres mejor que nunca. Cuando tu mamá te decía que la ibas a comprender cuando tuvieras tus propios hijos estaba en lo cierto. Vas a encontrar de repente sentido a todas las preocupaciones, las restricciones, el amor incondicional y el deseo de protegerte de tus padres.
Las emociones son mucho más intensas. La alegría por el primer paso del bebé o por su primera palabra, el susto cuando sientes que se puede caer o el dolor al verlo llorar al colocarle la vacuna seguramente te harán escapar más de una lágrima. Ahora te emocionarás por sus logros y tristezas, incluso más que por los tuyos.
Sientes un amor indescriptible. El amor tan puro y limpio que siente los padres por sus hijos solo podrá replicarse con la llegada de otro bebé. Es intenso y profundo y durará por siempre.
Puedes enfrentarte con cualquier cosa. Si antes eras una persona pasiva ante las cosas que te molestaban, ahora notarás que cualquier cosa que pueda dañar a tu hijo sacará el carácter de leona que tienes oculto.
Empiezas a hablar lenguaje bebé. Es increíble como los padres llegan a entender el balbuceo de sus pequeños a la perfección, por lo que saben reconocer qué es lo que quieren con tan solo ver su mirada o escuchar su llanto.
Un nuevo orden se instala en tu vida. Si eres una persona ordenada y muy organizada entonces debes tener claro que la agenda y el orden en la casa ya no va a ser igual, y que además no pasará nada, sino que ahora hay que acostumbrarse un poco a que con un bebé ya no todo puede predecirse y calcularse como lo hacías. Y si por el contrario, eres irresponsable y desordenada, sorprendentemente empezarás a ser un poco más metódica y disciplinada.
Tus prioridades empiezan a cambiar. No es que abandonas tu vida, sino que ahora tus perspectivas pueden haber cambiado y algunas cosas que eran prioridad para ti pasan a segundo plano después de que te conviertes en mamá. Por ejemplo, trabajar horas extras ya no será algo que hagas con gusto, pues quieres compartir todo el tiempo posible con tu pequeño. Te empezarán a preocupar temas como la salud, la alimentación y otras cosas que nunca pensaste que te iban a importar.¡Tener un bebé es un gran cambio, uno muy bueno, y lo importante es que lo disfrutes .
Fuente somos mamas
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