Para poder amar primero hay que amarse a uno mismo.
La autoestima es la base del amor hacia los demás y lo demás.
Para saber si cuando amo también me amo, he de discriminar entre el bien y el mal. Es decir, sabré si me amo cuando me respeto y me hago respetar. Luego podré amar a quien me respete. Esto es especialmente importante a la hora de educar en emociones y en relaciones. Y doblemente importante a la hora de prevenir la violencia de género.
En violencia de género, el tercer paso del agresor es un elaborado y perverso plan de descalificación silencioso hacia la víctima. Poco a poco, sutilmente, va minando la autoestima de su víctima, hasta tal punto que ésta no se da cuenta. El primer paso es la seducción y el segundo es el aislamiento social y familar. Todas estas fases de la violencia de género forman parte de un laborioso proceso de control.
Si el niño o la niña saben hacerse respetar y valorar estamos previniendo problemas en el futuro. Esto es lo que ha de saber un niño sobre el amor:
La autoestima es la base de todo amor.
El amor es importante.
El amor se cultiva. No solo se siente o se dice que se siente. El amor se expresa a través de actos de amor.
Yo importo y tengo relaciones de amor solo con personas a las que les importo. Tengo derecho a no amar.
Sé cuando importo a los demás y cuando no. Sé lo que es el amor y lo que no es amor.
La autoestima es lo que yo pienso de mi y cómo me siento conmigo, y no lo que los demás dicen de mí.
Faltarme al respeto no es un acto de amor. Si me pegan no me aman. Si me insultan no me aman. Si me humillan no me aman.
Las personas que no respetan a los demás no se aman a sí mismas y no son capaces de amar.
Puedo sentir compasión y ayudar a una persona sin amarla. No tengo porque aguantarla y padecerla. No soy responsable de los actos de los demás pero sí de los míos.
Si recibo un acto de violencia he de pedir ayuda de forma inmediata. No he de esconder la verdad bajo ningún concepto.
Todas estas creencias son fundamentales para que posteriormente el niño pueda desarrollar relaciones sanas con su entorno y con los demás. No caerá en la trampa de relaciones descompensadas, relaciones de co-dependencia y patrones de sobreprotección, victimismo y agresión.
Un “te amo” ha de ir acompañado siempre de un “me amo”.