No sé si gustó más a los padres o a los pequeños, pero durante la hora de función no se oyó ni el más mínimo quejido, y todos los padres sabemos que eso es casi imposible cuando concentras en el mismo espacio a cerca de medio centenar de familias con sus bebés. Pero estaban tan absortos en los movimientos de los tres artistas, que el tiempo voló. Antes de que comenzara la función, ya nos advirtieron de que la compañía chilena ‘Teatro de ocasión‘, con su obra “Una mañanita partí…”, era muy buena, pero no esperábamos tanto.
Con una escenografía mínima y sólo tres personas sobre el escenario, consiguieron sorprender segundo a segundo: música, sencillos pero muy efectivos efectos especiales (confetti, burbujas de jabón, efectos del agua, de las luces y las sombras, telas con movimiento…) y sobre todo, creatividad en estado puro y estimulación sensorial. Pero lo más especial era ver las caras de los bebés y sus hermanos mayores, de concentración absoluta y sin perderse detalle de la historia de aquella niña que realiza un viaje mágico por el mundo y que ordeña una vaca, se baña en un lago o termina atravesando el desierto montada en camello.
No recuerdo la última vez que fui al teatro, seguramente años. Si ya es difícil ir al cine, que se alineen los astros para poder pisar un escenario es aún más complicado. Así que cuando me enteré de que teníamos la posibilidad de ir a ver una representación de este tipo, aunque estuviera destinada a bebés de 0 a 3 años, corrí a por las entradas. Creía en que iba a ser una oportunidad única para el enano, aunque seguramente no la aprovecharía del todo. Pero me equivocaba. Le encantó (aunque los cinco últimos minutos se le hicieron largos quieto en su asiento y prefirió estirar las piernas en las escaleras en silencio) y a su padre y a mí, más. Y, lo mejor de todo, nos volvió a picar el gusanillo del teatro.
Al acabar la función, y a pesar de que la sala estaba llena, los más pequeños pudieron subirse al escenario a descubrir los secretos de la función. Yo también me quedé con las ganas de ver de dónde salía todo el atrezzo que estaba perfectamente disimulado. Y no fueron pocos los que no se resistieron a meter las manitas en ese cubo de agua del que salían todo tipo de sonidos. Ya lo dijeron los componentes de esta compañía: los bebés, al teatro. El arte también es para los bebés.
Si vives en Pamplona o alrededores, atento a la programación del Civivox Mendillorri, el espacio en el que suelen hacer más funciones de este tipo para bebés. Y, eso sí, es imprescindible sacar las entradas con toda la antelación posible, porque ante la escasez de estos espectáculos, las oportunidades vuelan.
¿Qué tal vuestra experiencia en el teatro para bebés?
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