El TDAH y TDA son conocidas como las siglas que definen el Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad y Trastorno por Déficit de Atención. Hasta hace pocos años, se conocían bastante menos que ahora, pero el escandaloso aumento en el diagnóstico de niños con estos trastornos no ha hecho más que ir en aumento año tras año. Sólo en España se estima que aproximadamente el 10% de los niños en edad escolar están diagnosticados con TDAH, y consecuentemente medicados y tratados para ello con los tratamientos que propone la medicina alópatica tradicional.
Lo que se desconoce por completo para los padres principalmente, son los terribles efectos secundarios que los fármacos empleados para ello como el metilfenidato ocasionan en sus hijos, y que a la larga acaba por llevarlos a un cuadro mucho peor que el que ocasiona por sí solo el propio trastorno que se pretende tratar con ello (a largo plazo y casi nunca relacionados con la toma de estos fármacos).
El metilfenidato puede ocasionar como efectos secundarios en los niños que son tratados con este fármaco: nerviosismo, falta de apetito y adelgazamiento, somnolencia, mareos, dolor abdominal, náuseas, vómitos, urticaria, fiebre, dolores osteomusculares, taquicardias, palpitaciones y arritmias cardíacas, hipertensión y alopecia, entre algunos más. Y es que muchas veces olvidan o pasan por alto, que este fármaco comparte casi idéntica forma química con las anfetaminas y la cocaína. Y todos sabemos muy bien lo que son y lo que causan.
Para el diagnóstico del TDAH se hacen uso de cuestionarios específicos, se observa el comportamiento del niño y se tienen muy en cuenta el criterio de los padres y educadores que para más inri muchas veces, están hartos de sus propios hijos, lo cual no es de gran ayuda. Todo ello es muy subjetivo a la hora de realizar el diagnóstico y de establecer el tratamiento (que en todos los casos suele ser el mismo).
La mayoría de los padres desconocen realmente que la causa del TDAH de sus hijos se halla en un importante desequilibrio de los neurotransmisores. Y aquí entran en juego diversas y complejas cuestiones que iremos analizando a lo largo de varios posts.
Para la medicina alópatica tradicional solamente existen 3 tipos de TDAH:
Con predominio de déficit de atención (30% de los diagnosticados)
Con predominio de hiperactividad (10% de los diagnosticados)
Combinado déficit de atención con hiperactividad (60% de los diagnosticados), que se define como el tipo de TDAH clásico y más común
En el primero se observa una importante merma de la capacidad de atención (niños tranquilos con dificultad para concentrarse), en el segundo tipo no se presentan signos de dificultad para concentrarse tan marcados pero sí una gran hiperactividad en el niño, y en el tercer tipo tenemos una combinación de ambos: déficit de atención, problemas de concentración, memoria, capacidad intelectual regular e hiperactividad. A través de la evaluación de varios test donde se deben marcar al menos 6 de los síntomas padecidos (entre algunos otros más) durante los últimos 6 meses consecutivos, se diagnostica el trastorno, un tipo u otro.
En cualquier caso, ya sea un tipo u otro de TDAH hay síntomas que están presentes en todos los casos y cuestiones importantes a nivel bioquímico que intervienen en todos los procesos del trastorno en el niño, entre ellos (todos se consideran importantes) podemos destacar: desequilibrio de los neurotransmisores y no sólo la dopamina, sino también la serotonina, el GABA, la acetilcolina y la noradrenalina y problemas sumados al TDAH del niño tales como: candidiasis intestinal crónica, alergias, intolerancias y sensibilidades alimentarias, intoxicación por metales pesados, y por supuesto traumas de nacimiento y sucesos traumáticos en la infancia: maltrato psicológico, abandono, nacimiento traumático, lesiones en el parto, etc. y estado de la madre durante el embarazo (alcohol, drogadicciones, etc.) además del componente genético que pesa sobre el desarrollo del TDAH.
El enfoque terapéutico del TDAH por tanto no puede ni debe solamente producirse partiendo de un simple cuestionario donde sólo se analicen una serie de sucesos o síntomas dentro de los últimos 6 meses de vida del niño, ni tampoco de la apreciación (muchas veces equivocada) de padres y educadores. Es necesario un enfoque multifactorial que abarque desde análisis de laboratorio concretos (metales pesados, alergias, intolerancias, sensibilidades, neurotransmisores, salud intestinal) al propio entorno del niño desde el momento de su nacimiento.
Y mucho menos es aceptable por parte de la medicina alópatica tradicional el tratamiento con fármacos que compartan similitudes químicas con drogas como las anfetaminas o la cocaína. Parece ser el camino más fácil para padres y educadores, sobre todo porque de alguna manera dopa al niño… pero las consecuencias de tratamientos farmacológicos como estos son a la larga devastadoras para estos niños que sufrirán sus consecuencias el resto de sus vidas.
Otro enfoque del TDAH, más natural y equilibrador
La nutrición ortomolecular acerca la posibilidad real de tratar el TDAH con propuestas mucho más naturales y potentemente eficaces, puesto que no solamente se regula al niño desde el principio sin efectos secundarios sino que además garantiza el equilibrio para el resto de su vida. Una vez se consigue reequilibrar la correcta producción de los neurotransmisores implicados y atajar a la vez los problemas nutricionales del niño, el cambio es notable y espectacular a la vez que perdurable. Y lo que es mejor, no se expone al niño a la ingesta de fármacos dañinos que nunca conseguirán equilibrarlo del todo.
Para ello la nutrición ortomolecular emplea en su diagnóstico pruebas de laboratorio que le ayudarán a abordar con exactitud qué neurotransmisores están en desequilibrio, así como a conocer a nivel nutricional el estado bioquímico del niño (con las pruebas adecuadas) y a proponer además de la suplementación natural correspondiente, un tipo de alimentación que conjuntamente formará un tratamiento individualizado para cada niño, puesto que la nutrición ortomolecular no se enfocará nunca en fijar un tratamiento por igual para cada uno. Teniendo en cuenta la individualidad bioquímica y al niño en sí, se plantea un tratamiento específico para cada uno, porque ningún niño es igual a otro ni ha desarrollado su TDAH en base a los mismos factores y esto ha de ser tenido muy en cuenta.
La nutrición ortomolecular propone soluciones amigables con el organismo, y muy alejadas del hecho de atajar un problema de salud que va en aumento cada año escandalosamente con las mismas armas para todos los niños por igual. Al final lo que obtenemos de ello son niños dopados a los que se les roba la posibilidad de ayudarlos de verdad y a encontrar una solución lejos de los terribles efectos secundarios que padecerán en el futuro (puesto que en la mayoría de los casos este trastorno perdura incluso en la juventud y la edad adulta). Así el TDAH se convierte también en una realidad social cada vez mayor y peor abordada por la medicina tradicional sobre todo.
El tratamiento natural y biológico del TDAH aborda también las actividades más adecuadas para cada niño según su caso, lo que calma a unos no lo hace con otros. Y todos estos factores han de ser tenidos en cuenta a la hora de plantear un tratamiento natural apropiado a cada caso particular.
La experiencia es un cambio seguro (sin efectos secundarios), perdurable y respetuoso con el organismo del niño que le devolverá el equilibrio perdido y lo ayudará a recuperar sus capacidades afectadas por el desencadenamiento de todos los problemas añadidos que conlleva el TDAH.
Los padres y educadores deben empezar a ser realmente mucho más responsables ante esta pandemia social de nuestro siglo, y comenzar a explorar otras formas de ayudar a estos niños con propuestas más naturales y menos peligrosas que las clásicas.
Bibliografía consultada para esta entrada: Tratamiento Natural del TDAH con Medicina Biológica y Natural de Katia Dolle y Vicente Saavedra (Mandala Ediciones)
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