La receta es la del bizcocho básico de toda la vida y de nuestras madres, y no puede ser más fácil. Echamos un yogur de limón (en algunas ocasiones he usado el de fresa para que tenga un sabor más aromático y parecido al de los arándanos) y tres huevos a un recipiente amplio donde nos quepa toda la mezcla para batir. Usamos el vasito del yogur como medidor y le echamos tres medidas de harina, una de aceite, una y un cuarto de azúcar y un sobre de levadura. Se bate todo y ya está hecha la masa del bizcocho.
Los arándanos se echan enteros o en trocitos más pequeños (yo prefiero encontrar tropezones en el bizcocho) poco a poco a la masa, por capas, y se termina con unos pocos frutos encima. Se mete al horno que ya está precalentado y se tiene unos 20-2 minutos a 180 o 200ºC.
Los arándanos desecados son seguros durante el embarazo y la lactancia, como se explica aquí, y se han usado desde siempre (los primeros fueron los nativos norteamericanos) para tratar las infecciones urinarias.
De hecho, lo ideal es tomar el fruto fresco, entero o su jugo. Pero si no es posible, se recomienda a las embarazadas comer unos pocos desecados cada día. Se pueden preparar en mermelada también (de hecho para los más golosos sería perfecto como acompañamiento al bizcocho), pero teniendo cuidado con el azúcar. Y al bizcocho se le pueden añadir nueces también y ya está de diez.
¡Buen provecho!