Hoy el mundo entero conmemora el día internacional de la violencia contra la mujer y lo primero que uno piensa es en esos casos que salen en lo noticieros de mujeres golpeadas, violadas o asesinadas. Casos que son muchos y ocurren a diario en todo el mundo.
Sin embargo, me he puesto a pensar que como mujeres todas hemos sido víctimas, en menor escala, y de violencias socialmente aceptadas y por eso, ni cuenta nos damos. Lastimosamente vivimos en una sociedad que nos victimiza desde el momento mismo de nacer, y que perpetúa de generación en generación varias formas de maltrato.
Me eduqué en un hogar machista, en el que yo era la única mujer entre 3 hermanos. Un hogar en donde desde pequeña se me asignaron todas las tareas de la casa y las más grandes responsabilidades por ser la niña de la familia y en donde a los 15 yo ya tenía que llevar las riendas por completo del hogar que no era mío. Como consecuencia, y como forma de huir de tanta responsabilidad, terminé casándome a los 19, pero el daño psicológico ya estaba hecho y yo misma me encargué de permitir que en mi nuevo hogar las cosas no fueran muy distintas.
Hoy que ya pasé la barrera de los 40, maduré y miro los toros desde la barrera, me doy cuenta de que toda mi vida fui victimas de abusos, minúsculos e invisibles, pero al fin al cabo abusos; y que las mujeres cargamos a diario con esos maltratos y pensamos que es lo más natural del mundo.
Por eso, hoy he decidido hacer una lista de esas formas cotidianas de maltrato, tanto para reconocerlas, como para evitar que vuelvan a hacer parte de mi vida:
1. Obligarte a hacerte cargo del hogar porque eres la mujer de la casa. Ser tú la que cocinas, limpias, lavas y trabajas, cuando todos los demás si pueden descansar y tener hobbies. Estar agotada y cocinando con un niño en brazos mientras tu marido ve fútbol echado en una cama, es clara señal de desequilibrio.
2. Exigirte que cumplas con unos estándares de belleza: solo las mujeres sabemos el dolor que genera tener un par de kilos de más y lo duro que es perderlo. Estás gordita es el peor de los insultos, y la más dolorosa forma de maltrato. Y lo oímos de nuestra madre, familiares, amigos y pareja.
3. Considerarte una pertenencia: si tu pareja te considera como un trofeo que adquirió, eres de las mías. Tengo la mejor esposa de todas decía el mío con orgullo frente al público, pero en la casa no hacía nada por conservarme, consentirme o hacerme sentir que valía, por el contrario, se burlaba constantemente de mí, me señalaba mis errores y me criticaba en todo.
4. Moldearte a su propio beneficio, borrando toda tu personalidad: en mi hogar comíamos, veíamos los programas de tv y hacíamos lo que él quería. Cuando salí del altar y llegué a mi hogar lo primero que hice fue guardar mis discos en el armario de chécheres, pues a él no le gustaba esa música y se quedaron guardados por 24 años, junto a mi propia identidad. Me acostumbré a no ver nunca televisión (si señoras y señoritas!, no veo más de 1 hora de televisión a la semana) y mi dieta consintió en comer solo lo que al resto de la familia le gustara, aunque no fuera muy saludable.
5. Convertirte en algo que no eres: el día que descubrí que estaba pasando por una horrenda depresión profunda una frase llegó a mí y no se me ha borrado. Soy Mafalda viviendo la vida de Susanita. Tras años y años de matrimonio, me convertí en la esposa ideal que él había soñado, pero yo no me hallaba en el cuerpo de la mujer que habitaba. Las opiniones que salían de mis labios no eran mías, hablaba lo menos posible para evitar los gritos. Era como un electrodoméstico altamente funcional.
6. El abuso sexual: de niña creía que el único abuso sexual posible era el que te tomaran a la fuerza o te obligaran a hacer cosas que no querías Hoy entiendo que no dejarte ser tu misma también es un tipo de abuso; que te prohíban o nieguen la propia satisfacción, también debería considerarse como algo negativo . En mi caso dos frases marcaron el comienzo de una historia de abuso sexual, como hoy así lo veo: ¿Por qué me saliste puta? Bájale al voltaje o No me busques, yo te busco. Una mujer reprimida, olvidada y dejada, de alguna forma, también es una mujer abusada.
7. Que te dejen sin tiempo: las mujeres nos vamos sumando cargas, porque queremos ser súper mamás, súper trabajadores y demostrarle al mundo que somos súper poderosas. Pero al final, solo estamos súper agotadas. Yo me dejé llenar de cargas: trabajo pesado de oficina, un hogar de 5 sin empleada, profesora universitaria, madre entregada, y estudiante de especialización. Al final del día de 24 horas, o tenía ni diez minutos para mi misma.
8. Que te echen la culpa por maltratarte: la frase ves lo que me haces hacer si existe y la escuchaba frecuentemente. Mi ex esposo nunca me golpeó, pero al menos una vez por semana me gritaba tan fuerte, que una vez los vecinos llamaron a la policía. Hoy creo que era su forma de administrar su carácter. Pero en lo que duro nuestro largo matrimonio fue una de las cosas a las que más le tenía miedo. Lo peor de todo, es que cuando yo ya no aguantaba más y me derrumbaba por completo entre lágrimas, siempre decía que había sido mi culpa por buscármela y herirlo, que eran mis palabras o actos lo que se desencadenaban sus gritos. Hoy entiendo que los gritos, también son abusos.