A pesar de no haber invadido la blogosfera con el olor, no siempre dulce, de la vainilla, no hemos estado alejados de las teclas, quien me conoce sabe que precisamente bastante ocupada he estado en ellas. De hecho, si ven mi teclado del ordenador hay letras que ya no se ven, de lo desgastadas que las tengo, je je je. Al grano, que siempre me voy por los cerros de Úbeda y luego me quejo que el piojo habla sin parar y yo hago lo mismo hasta tecleando. Callada y silenciosa sí pero he estado leyendo aquí y allá, y lo curioso, es que tras más de cuatro años en este mundillo sigo haciéndome la misma pregunta: ¿por qué la blogosfera maternal ha de estar siempre dividida en bandos?
Entiendo y asumo que no todos hemos de pensar igual, siempre he creído que el mundo sería muy aburrido y monótono si a todos nos gustara lo mismo. La vida sería monocromática, no tendríamos ese gusanillo por preguntarnos: ¿y ahora qué? Incluso me atrevería a decir que ya nos hubiesemos aniqulado, je je je, ¿imaginan que todos lucharamos por una misma persona en temas del amor? Uff...mejor ni pensarlo...
¿A qué viene todo esto? A estas alturas deben estar preguntándòse esa pregunta, al menos, es lo que haría yo de haber estado leyéndome a mí misma, bien sencillo, este verano he visto por estos mundos de la maternidad cibernética dos bandos enfrentados o, por lo menos, en posiciones contrapuestas. Ambos bandos luchaban por lo mismo, el más que trillado tema de la conciliación familiar,a la que espero un día podamos llegar de verdad en este país y no nos quedemos en la lucha contra los molinos de vientos.
¿Qué ocurría con estos bandos? Uno se abanderaba bajo el nombre de su hijo, el otro bajo el nombre de ella misma. Todo esto me dio que pensar, entendiendo a ambos lados, yo soy yo y seguiré siendo yo con o sin mi hijo; cierto que una parte de mí ha cambiado. No, casi mejor decir evolucionado a raíz de ser madre. No soy ni mejor ni peor persona, pero si he tenido un aprendizaje en la vida que de no haber sido madre no lo hubiese vivido. Esto no implica que ser madre te convierta en mejor persona, solo que vives una experiencia que no lo vivirías de no haberlo sido.
Por eso, una vez más me reafirmo: Yo sigo siendo yo, sigo siendo la misma Elva, con las mismas inquietudes, las mismas ilusiones, los mismos deseos, sigo estando igual de capacitada, lo único que me diferencia de la Elva de hace seis años es que ahora además de haber estudiado, viajado, vivido fuera y un largo etc.. añado mi experiencia maternal. Experiencia que no me impide trabajar, que no me impide ser profesional en lo que hago a no ser que alguien decida que ser madre es un handicap y contra esas personas son contra las que hay que luchar; no unas madres contra otras. ¡Hala, ahora sí que puedo decir que ya he vuelto!
Besitos avainillados