2. La educación no termina cuando nos titulamos, sino que es un proceso vivo que dura hasta que exhalamos nuestro último aliento. Cada experiencia es la manifestación del más grandioso proceso educativo de todos: la vida. Nunca dejamos de aprender y, por lo tanto, la educación no es algo que sucede exclusivamente en instituciones educativas ni en segmentos de edad específicos.
3. La inteligencia es una cuestión cualititiva, no cuantitativa. Más que la cantidad de conocimientos que somos capaces de asimilar, importa la aplicación de esos conocimientos en situaciones reales de la vida cotidiana.
4. Sin un interés genuino por el aprendizaje, la experiencia educativa se convierte en obtusa y aburrida. Aprender no debe ser sinónimo de sufrimiento. Aprender es un arte, y la educación debe ser revestida de un manto artístico que apele a la belleza y las emociones.
5. El amor, el cariño, el respeto y la entrega son piezas clave en la educación. La regeneración educativa precisa, por lo tanto, de profesionales amorosos, cariñosos, respetuosos y entregados a los niños.
6. La educación debe convertirse en un proceso integral que tenga en cuenta, por igual, el desarrollo de las diferentes dimensiones humanas. Debemos redefinir entre todos la idea de logro académico. Los principios masculinos (lógica, razón, sistemas, linealidad) deben acoger a sus complementos femeninos (intuición, emociones, creatividad, sensibilidad) para tejer una educación humana y humanista. La creatividad y la imaginación son piezas clave en cualquier proceso educativo. La memorización, si carece de significado profundo, se diluye con rapidez y sus efectos muestan poca durabilidad.
7. El contacto con la naturaleza es sinónimo de bienestar y crecimiento saludable. La experiencia educativa debe plasmar esta realidad a través de actividades que fomenten la reconexión con nuestra Madre Tierra. En caso de que no exista la posibilidad -por razones contextuales- de reforzar este vínculo de manera directa, existen maneras de naturalizar los espacios que los adultos hemos desnaturalizado.
8. El propósito de la educación no es sacar una buena puntuación en un test o examen. Debemos educar para la sabiduría, la comprensión y el análisis crítico de la realidad, no para dar la talla en pruebas de dudosa validez.
9. Los padres deben ser tan expertos en el arte de la educación como las propias maestras y maestros. El primer núcleo implicado en el crecimiento de la educación debe ser el familiar. Necesitamos, más que nunca, familias conscientes, comprometidas, responsables y honestas.
10. El crecimiento económico no salvará el mundo. Tengamos esto en cuenta a la hora de educar.
Autor: Jorge Benito
Imagen de portada: DEM Illustration