Algo en su interior le decía que seria un gran viaje y que no se lo podía perder, aunque tenía la sensación de que era una locura.
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Alzaron vuelo más rápido de lo que esperaba. Empezó a sentir la adrenalina. Y el viento en su rostro. Aún no se había animado a mirar hacia abajo.
Observó, en silencio, como su amigo manejaba el globo aerostático. Realmente sabía lo que hacía.
Respiró profundamente. Allí arriba se podía respirar el aire puro. Se armó de valor. Observó el maravilloso paisaje que se alzaba debajo de ellos.
Las colinas, el río, las casas que parecían miniatura. Todo era tan hermoso. Todos los miedos que había sentido se esfumaron. Era una experiencia única, maravilloso, inolvidable.
Había válido la pena. Volvió a tierra firme con una linda experiencia para contar.