Con sus vidas, con sus familias, con sus historias que al final son muy parecidas a nuestras vidas, a nuestras familias y en gran parte a nuestras historias ¿verdad?
Hoy un capítulo más de esa evolución, de ese desarrollo, de ese crecimiento... y de su entorno.
Un capítulo más y como en estos días anteriores, dos capítulos anteriores, para que les conozcáis a todos un poco más.
Lo que os decía Capítulo XVII (de este mismo mes, el 1 de Junio lo publicaba):
"Había sido un roce de lo más fugaz, una caricia suave, demasiado suave al coger la caja de naranjas.
- Os traemos unas cuantas, son del huerto de mi suegro en valencia, son de esas ecológicas y la verdad es que están deliciosos, ya veréis - decía la madre de Carmen a la suya.
- ¡Genial!¡Muchísimas gracias!¡Nos encantan las naranjas en esta familia!
- Ya... te vi tan cargada la otra noche cuando coincidimos que me he acordado en cuanto las ha traído Luis esta tarde.
- Bueno, algunas ya ves que son pequeñas como canicas - añadió su padre cogiendo una u mostrándola a las dos mujeres que se reían.
Él sólo miraba a Carmen que se había puesto colorada con el roce de dedos, con la caricia sutil que él había dejado en su mano, una mano que ella no había retirado tampoco aunque ahora no quisiera mirarle."
Y el Capítulo XVIII (justo siete días después, el 8 de Junio salía en el blog):"- No, mejor no pongas las naranjas en esa bolsa cutre, colócalas con cuidado en esa caja que así son más fáciles de llevar.
- Mamá, que vamos a la casa de enfrente, por favor...
- Ya bueno, pero no por eso vamos a ir hechos unos cutres Carmen ¡qué son franceses!¡Nena! O sino, dime.. ¿a qué viene que te hayas puesto tú ese collar?Que por cierto te queda genial con los zapatos rojos, ¡muy chic!
- Deja a la niña y termina de vestirte que me recuerdas a la señora de la ventanilla de admisiones de tu hospital. Nunca me acuerdo de cómo se llama esa señora chismos - su padre la guiñó el ojo.
- No seas borde con ella, pobrecilla... es que está tan aburrida...
Bueno, al menos ya no hablaban de ella y por fin salían de casa, cruzaban el descansillo y llamaban al timbre."
Y el capítulo de hoy...
"Siempre pensó que tener perro en casa era estupendo para los dos pero sobre todo para Nicolás que con tantos cambios en su corta vida había encontrado una compañía segura con Tobías, un galgo tranquilo que adoptaron en la protectora de animales del pueblo de sus abuelos.Tobías tenía doce años y últimamente llevaba unas semanas que estaba algo pachucho, vomitaba y dejaba unas manchas raras en su alfombra, sólo en la suya.
Alfombra que había sido primero una manta de Nicolás de cuando era bebé.
Una alfombra en la que Tobías dormía desde que empezó a vivir con ellos que de vez en cuando la lavaban y que él volvía a impregnar con su olor.
Ahora les miraba con sus ojos tiernos y se dejaba querer, era tranquilo y cariñoso, eso no había cambiado ni un ápice a pesar de esos vómitos que le provocaba aún no sabía qué."