Este mágico cuento nos habla de cooperación, solidaridad y los sueños compartidos. Además esta preciosa historia tiene una clara moraleja: la cooperación es necesaria para lograr un objetivo común, sin importar cómo es cada uno.
Juntos podemos lograr cualquier cosa, los sueños más difíciles, incluso cumplir aquellos deseos que a primera vista parecen inalcanzables.
La historia central de ¿A qué sabe la Luna? es la siguiente: los animales querían saber a qué sabía la luna, pero por más que lo intentaban no podían descubrirlo porque no eran capaces de alcanzarla por si solos aunque se subieran a la montaña más alta del mundo e intentaran tocarla.
Así que va llamando a una serie de animales, que se van subiendo los unos encima de los otros formando una torre tan alta que finalmente llega hasta la luna.
De este modo, la tortuga, el elefante, la jirafa, la cebra, el león, el zorro y el mono se suben unos encima de los otros, pero siguen sin poder saborearla hasta que llega el animal que menos esperamos y acaba alcanzando la luna gracias a la ayuda de todos los demás. Una vez hecho esto, decide compartir un trocito de luna con todos aquellos que le ayudaron a alcanzarla.
¿Queréis saber a qué sabe?
Como recurso literario, el autor utiliza la repetición, de esta forma los niños anticipan lo que va a ocurrir, algo que sin duda les encanta y les engancha a la historia. Si además le añadimos algún ingrediente para que los niños puedan interactuar, el éxito está asegurado. La luna sonriente, además, un poco burlona y saltarina, aporta una pica de humor.
Es uno de los grandes éxitos de la literatura infantil, ¡no me extraña!
La luna es un elemento que a todos nos fascina y ésta es una historia que gusta tanto a mayores como a pequeños. A mí me parece una lectura deliciosa, ¡nunca mejor dicho!
¿Quién no soñó alguna vez con darle un mordisco a la luna?
Os voy a contar una anecdota, de la que yo misma soy protagonista:
Un día, hace muchos años, cuando era muy pequeña casi como el ratón de la historia, salí de noche al porche de mis abuelos, de repente vi algo que brillaba muy fuerte en el cielo, era blanco "al menos para mí parecer" y muy muy grande, me asusté, era algo desconocido que no había visto nunca hasta ese día, corrí hacia el interior de la casa de mis abuelos al grito de abueloooo abuelo ven hay algo muy raro en el cielo, lo cogí de la mano y lo saque a la calle...¿Qué pasa? -me dijo. Mira ahí arriba, ves eso grande que brilla, ¿de dónde ha salido? Mi abuelo no pudo evitar soltar una carcajada, se agachó para ponerse a mi altura y me dijo eso que ves ahí arriba es la luna, está ahí desde siempre, desde antes que tú nacieras y te va a acompañar cada noche allá donde vayas. Desde entonces cada vez que viajaba en coche me quedaba mirando la luna desde la ventana y pensaba. Cuánta razón tenía mi abuelo, la luna me sigue allá donde vaya.
Las ilustracionesson preciosas. Se han hecho con acuarela sobre papel maché, logrando que el cuento alcance una sensación casi tridimensional. Por otro lado son sencillas pero muy expresivas, sobre fondo negro cuando aparece la luna (que brilla en todo su esplendor), y sobre fondo blanco cuando aparece un nuevo personaje.
En los cuentos infantiles, las ilustraciones toman un papel muy importante ya que es una forma de introducir más a los pequeños en la historia. Además desarrollan su imaginación. Una vez que leímos la historia, inventamos una nueva historia viendo, únicamente, las ilustraciones. ¡A los peques se les ocurrió de todo! (Desde que la luna estaba triste y necesitaba un beso de buenas noches de los animales, hasta que la luna quería bañarse en el lago...)
¿Qué podemos hacer después de leer la historia con los peques?
La historia da mucho de sí y podemos realizar con los peques varias actividades, como por ejemplo:
Preguntas como: ¿A qué creéis vosotros que puede saber la luna?
Cada vez que un animal llame a otro podemos reproducir (con el móvil mismo) el sonido que hace cada animal para que lo adivinen sin decirles que animal es, o reproducir el sonido nosotros mismos.
Llamar a los animales entre todos y muy fuerte.
El cuento será mucho más divertido e interesante si les damos vida a los animales. Para ello, podemos poner una voz distinta para cada animal, mejor cuanto más exagerada.
Otras experiencias:
Podemos organizar un taller de sabores. A los peques les encantan las actividades experimentación, y el gusto es un sentido al que no prestamos demasiada atención en el cole.
Con estos talleres los peques pueden aprender a:
Distinguir los sabores según sus características: dulce, salado, amargo, ácido...
Diferenciar las distintas texturas de los alimentos: liso, rugoso, áspero, etc.
Favorecer la curiosidad por descubrir sabores nuevos
Disfrutar en grupo los diferentes sabores
Etc.
Para finalizar esta reseña quiero hablaros del final.
En las últimas páginas la luna ocupa practicamente las dos páginas. En el lado izquierdo y en el margen inferior se ve una franja de cielo negro y en el extremo inferior izquierdo, el ratón que arranca un pedazo de luna y le da un mordisco. La cara de la luna denota sorpresa y un triste desencanto, parece que no le ha gustado mucho que le arranque un pedazo.
Al dar vuelta esa página nos volvemos a encontrar con una ilustración a doble página. El cielo negro se ve significativamente reducido por un amarillo luminoso que pertenece al pedazo de tierra en el que duermen, los ocho animales en el orden inverso al que tenían cuando habían subido uno arriba del otro. La luna aparece en un cuarto menguante, con un rostro desconcertante.
El conflicto inicial de los animales, que dormían plácidamente, se habría resuelto. Este sería el desenlace del relato y el final, con moraleja: La unión hace la fuerza. Pero sucede que el libro no termina ahí.
En la última página del libro, el autor decide que aparezca el noveno animal: un pez que estaba al principio de la historia y que no se sumó al esfuerzo colectivo; un animal que no es un terrestre, lo cual lo diferencia de los otros y que tiene una perspectiva distinta, pues mira las cosas desde el agua.
- ¡Vaya, vaya! Tanto esfuerzo para llegar
a esa luna que está en el cielo.
¿Acaso no verán que aquí, en el agua,
hay otra más cerca?
Es un libro que se lo lee sin prestar mayor atención a uno de sus aspectos más curiosos: la ambigüedad del modo en que termina. La mayoría de los peques a los que les preguntado cómo termina el libro dicen que con el triunfo de los animales y con el sueño feliz de haber probado un pedacito de luna, ni si quiera recuerdan al pez. Pero una de mis pequeñas me pregunto - ¿Y por qué la luna esta triste?
Las buenas obras literarias no terminan cuando el autor decide poner un punto final, sino que culminan cuando el lector, saca de ellas las conclusiones que quiera sacar. En este caso, partiendo de la pregunta de mi pequeña, hicimos referencia a que No siempre llueve a gusto de todos. Los intereses y ambiciones de las personas siempre serán variados y, no se podrá satisfacer a todos. Es muy difícil satisfacer los gustos o necesidades de todos al mismo tiempo. Los animales tal vez querían probar la luna, pero no sabemos si la luna quería que esto sucediese.
Lo que el autor hace con el segundo final (del pez) y mostrando la cara triste de la luna, es dejar planteada la duda reflexiva. ¿Y sabéis qué? Me ha encantado descubrir junto a mis peques esa cara del cuento que desconocía y que nos ha llevado a debatir durante un largo rato.
Es una forma maravillosa de mostrar, de una manera sencilla y con apenas palabras, que las cosas se pueden ver desde diversas perspectivas, y todas y cada una de ellas pueden tener su sentido.
En definitiva, ¿A qué sabe la Luna? es una de mis lecturas favoritas con los peques y recomiendo su lectura a todas aquellos que quieran disfrutar de un agradable momento en compañía de sus peques, descubriendo cómo estos simpáticos animalillos logran alcanzar la luna.
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