De más actualidad que nunca. ¿Qué piensas del bullying?
Las palabras de Diego me retumban aún después de un par de días tras leer la carta que dejó escrita a sus padres. Cuando lees, inevitablemente, pones voz, cara, gestos, e imaginas a la persona que hay detrás del escrito con sus propios matices. Al imaginar a Diego, pienso en un niño de 11 años desesperado que no encuentra alternativa e intento imaginarme a su misma edad recordando que el colegio era mi mundo. Claro que cuando te haces mayor, el colegio no es más que un recuerdo y te das cuenta de que la vida es un camino plagado de cosas mucho más importantes. Pero para trivializar esa experiencia, hay que crecer, hay que madurar y por desgracia, Diego ya nunca podrá hacerlo.
Cuando leo en la prensa casos de bullying, veo que el foco de los medios siempre está puesto en la víctima pero nunca en los acosadores. Un claro ejemplo de esto son las campañas sobre la violencia de género en las que las protagonistas son las mujeres y nunca los agresores. Al convertir a la víctima en protagonista, inevitablemente se la estigmatiza.
La huida del acosado
Conozco casos de bullying que siempre terminan igual. La víctima debe cambiar de colegio para evitar ser acosada. ¿No debería ser al contrario? ¿El que debería llevar ese estigma no debería ser el acosador?
También conozco casos de moobing (acoso laboral) en los que de nuevo la víctima debe abandonar su puesto de trabajo mientras el acosador tiene vía libre para continuar eligiendo al siguiente blanco de sus fechorías. Si no se le frena, el acosador repetirá una y otra vez este comportamiento deleznable con diferentes personas.
“Lo único necesario para el triunfo del mal es que los buenos no hagan nada”
Esta frase es del creador del método finlandés contra el bullying denominado Kiva que está triunfando en otros países como Suecia, EE.UU. Bélgica o Francia y del que parece que España no quiere saber nada. Tras su primera aplicación en Finlandia en 2007, los casos de acoso escolar descendieron hasta en un 79 % lo que, a priori, hace pensar que se trata de un método altamente efectivo.
Víctima Vs Acosador
Si tenemos en cuenta que el único comportamiento que hay que corregir es el del acosador y no el de la víctima ¿no nos estamos equivocando a la hora de dar solución al problema?
El programa Kiva (en inglés) o aquí en español va un paso más allá y no centra sus actuaciones en la víctima sino en el grupo ya que, como sabrás, en los casos de acoso, de la índole que sean (escolar o laboral), la reacción y actitud del grupo observador del acoso, tiene un papel decisivo ya que, en la mayoría de los casos se actúa por omisión. Es decir, en uno de los casos de acoso laboral que mejor conozco, la víctima no sólo era acosada por su superior directo sino que ninguno de sus compañeros de trabajo hizo nada por evitarlo y cuando se les pidió que testificaran en el caso dijeron no conocer el problema o no haber sido testigos de ningún comportamiento acosador. Esto es demoledor para la víctima. ¿Te imaginas que además la víctima es un niño de entre 8 y 15 años?
Cuando tu hijo es el acosador
Habrás leído, como yo, cientos de entrevistas a psicólogos especializados en acoso escolar que nos dan tips para detectar si nuestro hijo es o no víctima de bullying pero no he visto nada por la red que se centre en cuáles son las señales que indican que nuestro hijo puede ser una acosador.
Como padres, sentimos pavor a enterarnos de que nuestro hijo está siendo acosado en el colegio pero muy pocos nos planteamos qué pasaría si en lugar de ser la víctima, nuestro hijo fuera el acosador.
Se me hace muy difícil imaginar que mi hijo pueda ser un acosador en el futuro cuando intento educarle día a día en el respeto y la empatía, por eso me pregunto, ¿cómo educan esos padres a sus hijos que, de forma reiterada, demuestran comportamientos de esa índole ante sus compañeros?
Por lo tanto creo que para que el acosador erradique de una vez por todas ese comportamiento sus actos deben ser reprobados por su entorno. En el colegio por profesores y compañeros y en casa por sus padres o tutores. El que debe salir del círculo debe ser siempre el acosador, jamás el acosado. No hay nada que la víctima pueda decir o hacer para evitar el acoso, el desencadenante no es el carácter del acosado sino el comportamiento erróneo del acosador. No creo que debamos nunca decirle a un niño acosado que debe ser más “normal” “extravertido” “comunicativo” u obligarle a cambiar su forma de ser etc…
Me gustaría que leyeras esta entrada desde la perspectiva de una madre preocupada por ese asunto y no como una profesional en la materia ya que no lo soy. Es posible que mis opiniones no coincidan con las tuyas o que consideres que abordo el asunto desde un prisma demasiado profano en la materia por lo que me encantaría que si eres profesional, psicólogo, pedagogo o miembro de la comunidad educativa, aproveches para comentar desde tu conocimiento profesional y aportes tus conclusiones sobre este asunto.
Si eres padre/madre y te preocupa este tema como a mí, estaré encantada de leer tus comentarios.
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