El lugar donde los padres deciden habilitar el “espacio de sueños” de sus hijos es algo muy personal, no pretendo juzgar lo que cada familia decida y haga, pero creo que se nos ha olvidado nuestra procedencia, nuestras necesidades salvajes y lo que verdaderamente es importante para nuestros hijos.
El juicio, el miedo y las opiniones, entre otros factores, llevan a muchos padres a un suplicio en cuanto al lugar donde duermen sus hijos se refiere. Si nos paramos a sentir, con el corazón en la mano, creo que nadie puede negar que nuestros hijos necesitan a sus padres cerca siempre, y la hora del sueño no va a ser menos, de hecho, quizá sea uno de los momentos en que más cerca nos necesitan.
Eso es lo natural, lo salvajemente y humanamente natural. Nuestros hijos necesitan dormir con sus padres, bien cerquita, donde tengan acceso inmediato a la fuente de amor y calor de sus protectores, especialmente, en edades tempranas.
Los juicios y prejuicios, la programación social y el miedo nos dicen “otra cosa”: El Colecho malcría, hace que nunca quieran dormir solos, la intimidad de los padres se pierde y mil y una mentiras más.
El Colecho para mi es una muestra inmensa de Amor, ternura, protección y cariño, no veo lugar alguno donde quepa aquí el concepto de malcriar.
Por otro lado, como suelen decir Carlos González y Rosa Jové, los padres que intenten dormir con los hijos hasta que éstos cumplan los 18 años están condenados al fracaso. Los hijos, cuando cumplen cierta edad, o mejor dicho, cierta madurez emocional, necesitan y buscan el desapego hacia sus padres, que quieran dormir solos es algo que sucederá algún día. Disfrutemos del regalo tan bello que nos brinda el Colecho cuando nuestros hijos no están preparados para “otra cosa”.
En cuanto a la intimidad de los padres…simplemente no cuela, ésta se busca y se encuentra en otros lugares de la casa, o se aprenden métodos totalmente compatibles con el Colecho. Después de tener 3 hijos en tan solo 3 años, solo puedo deciros, que al menos en mi caso, el Colecho nunca ha sido un problema en cuanto a la intimidad de pareja se refiere, el agotamiento y cansancio en cambio, hace mucho daño en este sentido
Para practicar Colecho solo hace falta querer hacerlo y tener en cuenta determinados aspectos de seguridad si colechamos con un recién nacido, como los tenemos igualmente en cuenta al acostarlo en una cuna. Si no queremos acostar a un bebé directamente en nuestra cama, hay cunas colecho que no tienen barrera de separación entre la cuna y la cama, los bebés están muy cerquita de sus papás y quizá los padres se encuentren más cómodos y seguros.
En cuanto a la edad de los hijos para practicar Colecho creo que simplemente no importa, de verdad llega un día en que querrán dormir solos, algunos lo demandarán a los 5 años, otros a los 8, otros a los 3… depende de cada niño y sus propios ritmos y necesidades. En nuestro caso, Hada tiene 3 años, Risueña 2 y Duendecillo 7 meses. Ya todos no cabemos en la misma cama así que tenemos dos camas de matrimonio juntas, Hada y Risuela duermen en una de ellas, y papá, Duendecillo y yo en otra. Para las tomas nocturnas, por ejemplo, tener al bebé tan cerca es algo maravilloso, prácticamente no llego a despertarme, el bebé busca y trepa hasta su fuente de alimento y mama mientras duerme hasta que suelta la teta y sigue dormido, ¿Se puede pedir más?
En definitiva, si no practicáis el Colecho por decisión propia, será respetable siempre, que no os quepa duda de que lo que decidáis desde vuestro compromiso y Amor estará bien, pero si no colecháis por los huéspedes de la opinión, el juicio y el miedo, invitadlos a todos a salir de vuestras mentes y abridle la puerta al emocionante y majestuoso deleite que ofrece el Colecho, uno de los regalos más grandes y hermosos que brinda la vida a padres e hijos, y disfrutad de él, disfrutad de él todas y cada una de las noches venideras.
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