En esta sociedad cada vez más violenta, dónde la masculinidad está indefectiblemente asociada con agresividad y rudeza, dónde el prototipo de “macho alfa” es el más rudo y “vivo”; es momento que los padres y madres nos preguntemos: ¿cómo estamos criando a nuestros niños? ¿Qué estamos haciendo cuando no permitimos a nuestros niños expresar algunos sentimientos como miedo o tristeza? ¿Qué está pasando que los referentes masculinos oscilan entre súper héroes y súper atletas? ¿Qué estamos haciendo, cómo sociedad, cuando vemos que cada vez son más los hombres violentos que atacan a mujeres porque piensan que son de su propiedad? Y finalmente: ¿cómo debemos criar a nuestros niños si no queremos que se transformen en hombres violentos que piensan que con la fuerza y prepotencia pueden solucionarlo todo (incluso un corazón roto)?
Para criar niños empáticos y en sintonía con sus sentimientos no necesitamos, (repito) NO necesitamos criar niños con género neutro ni negar las diferencias inherentes entre niños y niñas. Tampoco necesitamos hacer campañas para permitir que los niños se disfracen de princesas o puedan usar faldas. Pero, sí necesitamos reconocer que los niños (y niñas) – sin importar su sexo – albergan una dulzura innata que deberíamos de cuidar y preservar.
También es importante, que cuando nuestros niños nos hablen de sus emociones las validemos y respetemos. No debemos limitar a nuestros hijos varones con mensajes de lo que no pueden hacer o, peor aún, sentir. Debemos dejar de asociar masculinidad con agresividad y expandir lo que significa SER UN HOMBRE. Podemos hacerlo si alentamos a nuestros hijos a acceder a todas sus emociones y a no perder el contacto con ellas a medida que crecen. Otra manera de hacerlo es permitirles que escojan actividades y hobbies que no sean considerados como tradicionalmente masculinos. Por ejemplo, clases de cocina, cerámica, danza, arte y similares (siempre y cuando les gusten, claro está).
Esto último es particularmente difícil, pues los hombres son socializados (y programados) para rechazar todos aquellos atributos y rasgos considerados débiles y femeninos tales como la tristeza, el miedo, el dolor; la ternura y la dulzura. Ellos están programados para ser rudos. Pero, de nosotros como padres depende el expandir la visión de lo que significa ser hombre y permitirles a nuestras nuevas generaciones sentir todas estas emociones y abrazarlas sin pena, ni vergüenza.
Los niños amables y empáticos son aquellos a quienes sus padres y la sociedad en general les ha permitido ser hombres con un significado expandido, hombres que sienten tienen permiso para tener todo tipo de emociones sin pena ni miedo. Hombres, que no sólo han conquistado el mundo de la banca y finanzas, sino también el mundo de sus propias emociones y sentimientos.
La única forma de parar los altos índices de feminicidios en el país es educando a nuestros niños y niñas. Pero, sobre todo a nuestros niños para que no terminen siendo hombres violentos y reprimidos. Nuestra sociedad necesita urgentemente niños amables y tiernos…
y padres y madres que los críen.