Criar a un hijo feminista no es fácil y sin embargo es parte de ese cambio que todos queremos ver en un futuro. Pero no es fácil porque el entorno no ayuda. No es fácil porque en mayor o menor medida todos y todas hemos sido educados en el machismo y aún andamos reaprendiendo, reinventándonos. Sacudiéndonos la caspa vaya.
Hace ya años que empoderamos a nuestras hijas diciéndoles que pueden ser todo aquello que quieran. Se nos llena la boca hablando de científicas, astronautas o futbolistas. Y es genial, justo y necesario. Hasta cierta edad incluso a gente con mente arcaica, les hace gracia que las niñas sean “chicazos” y se comporten como se supone deben comportarse los chicos.
¿Y cómo deben comportarse los chicos? De esto realmente trata este post. Porque no conseguiremos ningún cambio real si no cambiamos la forma de criar a nuestros varones, por mucho que logremos que nuestras hijas luchen por sus sueños y derechos a brazo partido.
Cuando nacen niños y niñas expresan sus emociones de igual manera, llorando, chillando, riendo. Sin embargo, con el paso de los años y a bastante tierna edad, se tiende a reprimir a los niños que lloran. ¿Por qué? Déjalo llorar, déjalo que exprese su emoción, su frustración, su tristeza. No son robots.
Rodeadle de ejemplos a seguir. De hombres y mujeres de los cuales pueda aprender, ya sea en cuentos, peliculas o aún mejor el mundo real. Que sepa que hay hombres bailarines, mujeres mecánico, enfermeros, doctoras o cualquier otra profesión. Por supuesto nuestra casa debe ser la mejor escuela. Reparto de tareas y total naturalidad sin ser unas cosas de hombres y otras de mujeres. Y que ellos participen en la medida de sus posibilidades. Que aún se oye mucho lo de “tener una hija para que te ayude”. Como si los niños no fueran igual de capaces.
Un punto importante y relacionado con esto es el reparto de cuidados. Que si hay hermanos menores, dependientes o mayores en la familia no sea solo cosa de la madre el ocuparse de ellos. Que sea algo que forme parte de la familia. Algo que tradicionalmente se ha descuidado y cargado completamente en los hombros de nuestras madres y abuelas como si solo fuese cosa suya. Ayudar en los cuidados es una estupenda inversión en sensibilidad y empatía para tu hijo.
Criar a un hijo feminista también es enseñarle a respetar un no. Explícale que no puede tocar a otros si no quieren, y que tampoco pueden hacerlo con él. Nunca uses términos como niña, nenaza o califiques lo femenino como algo inferior.
Aunque hay épocas que tienden mucho a dividirse por sexos anímale y fomenta que tenga amigos y amigas. Así aprenderán a no excluir en base al género.
Y por último aunque no menos importante por obvio: déjalo ser él mismo. El día que se quiera pintar las uñas que lo haga. Y el día que quiera jugar en el barro a luchas, también.
Criemos hijos feministas. Por una igualdad real.