Retomo la sección de Soñando una escuela con uno de los temas propuestos por las personas que participaron en la pregunta abierta que hizo Aguamarina hace unas semanas: ¿cómo iniciar el cambio en una escuela tradicional?
Esta es una pregunta que me suelen hacer a menudo en los talleres que imparto y es por ello que empiezo la sección abordando esta cuestión.
La verdad es que yo no tengo la solución perfecta que pueda ir bien a todas las iniciativas de cambio ya que depende del contexto particular de cada entorno educativo. Lo que sí que puedo hacer es orientar o sugerir en base a mi práctica y propia experiencia.
Primero hay que planificar qué queremos hacer
Ante cualquier proceso de cambio me parece muy importante dedicar un momento a la planificación: estructurar cuáles son aquellas variaciones que queremos hacer, cómo queremos llevarlas a cabo, cuándo lo vamos a realizar y preguntarnos el por qué se crea esta necesidad de cambio.
A veces tenemos tantas ganas de empezar que lo hacemos de cualquier manera y nos puede pasar que invirtamos mucha energía en aspectos que después vamos a tener que cambiar y ello puede llevarnos al desgaste no solo físico sino también mental y emocional.
Los principios básicos que hay que respetar
Una vez lo tengamos claro, hay que tener especial cuidado en no descuidar los siguientes principios a mi parecer básicos:(1) Establecer el tipo de línea metodológica que se quiere llevar a cabo
En mi propia práctica esto pasó por la revisión y actualización del Proyecto educativo de centro. En realidad lo rehicimos de 0, fue un trabajo que nos llevó casi todo el curso pero ha sido una de las mejores inversiones que hemos hecho. La elaboración del proyecto nos llevó a establecer las bases de la escuela que queríamos y a elaborar nuestro plan de acción para ir poco a poco llevando a cabo la transición a la escuela que tenemos.Para mi es muy importante que en toda la escuela se lleve a cabo el mismo proyecto de centro con una única línea metodológica para que haya coherencia entre una etapa y otra.
(2) Formación del equipo
Una vez hayamos establecido las bases pedagógicas de nuestro proyecto resulta esencial la formación de todos los acompañantes del centro. En el caso de querer llevar a cabo una metodología activa para mi es imprescindible la formación en cuanto a acompañamiento respetuoso, diseño de espacios, utilización del material, etapas del neurodesarrollo, neurociencia aplicada…Con una buena formación podremos llevar a cabo las bases que sustentan el proyecto incidiendo directamente en la buena ejecución del mismo.
(3) Progresión de proyecto
Otro principio que tendría en cuenta es el de la progresividad coherente con las bases del proyecto. Como os comentaba antes, a veces nos pueden las ganas de querer hacerlo todo aunque sea de cualquier manera y con las prisas se nos puede colar alguna que otra incoherencia.Si hablamos de pedagogía activa una buena manera de empezar puede ser instaurando la metodología en la etapa de infantil, después en primer ciclo y luego en segundo o, en el caso de ser una escuela más grande, tal vez hacerlo de manera escalonada por cursos.
Pero lo que yo no haría por ejemplo es hacer metodología activa en unos momentos y en otros momentos llevar a cabo otro tipo de práctica educativa porque eso nos lleva a la incoherencia y a la incongruencia total. Imaginaos un niño/a que llega a la escuela y ha de preguntarse si ese día o en esa franja horaria van a priorizar sus necesidades e intereses o no…
(4) Guardar la calma
CALMA. Recuerdo que el primer año que iniciamos el proyecto en nuestra escuela me desesperaba cada vez que llegaba de una formación o de visitar otras escuelas y veía el poco material que tenía, el mobiliario que tanto me chirriaba o dejando escapar automáticos propios en mi acompañamiento…Poco a poco fuimos haciendo pequeñas inversiones, ganando en confianza y experiencia y dándonos permiso para hacer las cosas con calma.
(5) Asesoramiento y acompañamiento adulto
Una pieza clave de nuestro proyecto es nuestra asesora pedagógica. De igual manera que nosotros acompañamos a los niños/as, los adultos también necesitamos de un acompañamiento porque no estamos formados en cuanto a gestión de equipos ni procesos de cambio y una mano amiga (y formada) es de gran ayuda cuando nos hayamos ante un proceso de estas características.Y por supuesto ¡ánimo! ¡Mucho ánimo! Apostar por una metodología que le de coherencia al sistema educativo y observar a los niños cómo aprenden sin estrés, de manera autónoma, practicando su toma de decisiones, sintiéndose respetados… ¡es muy gratificante!
¡Nos leemos el próximo mes! Mientras tanto puedes seguirme en redes sociales a través de Facebook e Instagram @estherzarrias.
Esther
Autora de “Un Cambio de Mirada” de Ediciones Diset.