por aquí de nuevo y hoy con una entrada un tanto diferente pero no por ello menos interesante. Ya sabéis que hace unos meses que estamos en México y que este país no para de sorprenderme y de mostrarme cosas buenas, una de ellas, los aceites esenciales.
La primera vez que me hablaron de ellos no tenía ni idea de qué me hablaban. Aceites esenciales me sonaba a aromaterapia, a difusor de colorines que había visto en algunos lugares y, en definitiva, a perfumar la casa para que oliera rico. Cuando me empezaron a hablar de las propiedades naturales, de incluirlo en nuestra rutina familiar para tratar ciertas dolencias del día a día, de aliviar malestares físicos y emocionales…pues qué queréis que os diga? a mí me sonó a cuento chino o a timo de la estampita, como decimos en España.
Me animé con tres aceites y un difusor, por eso de que me gustan las cosas naturales y lo máximo que podía pasar era que la casa oliera a lavanda, limón y menta Durante las primeras semanas leí mucho sobre DōTerra, la empresa, el producto, opiniones de usuarios…en definitiva quería conocer la experiencia de otras personas para saber si iba a dedicar más tiempo y dinero a la causa.
La sorpresa llego al cabo de unas semanas cuando mi hija tenía un dolor fuertísimo de oído y fiebre. Después de dos horas entre que se dormía y se despertaba con un fuerte dolor, decidí que «ahora o nunca». Para mi sorpresa, en media hora pegó un bote de la cama y me dijo que se iba a ver la televisión con su padre. Pensé que deliraba por la fiebre e insistí en que se quedara en cama un poco más. No hubo forma de convencerla. Le quedaban solo unas décimas de fiebre y ni rastro de dolor.
Como soy bien escéptica, tampoco quise darle mucha importancia a pesar de haber visto que el primer resultado. Unas semanas más tarde andaban resfriados y también hice uso de los aceites. En dos días no había rastro de síntomas aunque quise pensar que quizá, sin haberles dado nada, también se habrían recuperado.
Después de esto ha llegado muchas más «comprobaciones». Alivio de dolores menstruales, dolores de cabeza, diarrea en los niños, alivio en las picaduras de mosquitos, alivio de dolores musculares…en fin, que lo he podido comprobar tanto en los niños como en nosotros el tiempo suficiente para decir que SÍ no están ayudando.
¿Qué podemos esperar de los aceites esenciales? En mi caso, alivio y recuperación para dolencias del día a día. NO son medicamentos, NO son milagrosos y NO curan enfermedades como el cáncer o cosas así. Si algún día alguien os dice lo contrario sobre los aceites esenciales o cualquier otro producto mi consejo es claro, ¡HUID!
Mi pediatra sabe que los usamos y no ve ningún problema en ello. Si en alguna ocasión no funcionan y la cosa va a más, vamos al médico sin dudarlo. No he vuelto una «talibán» de la medicina ni los medicamentos. Simplemente, he encontrado un producto natural que nos ayuda en el día a día y al que, por cierto, mis hijos se han vuelto adictos. Es raro el día que no me piden que les aplique algún aceite para algo y a la hora de dormir no perdonan su masaje en pies y espalda y eligen ellos mismos que aroma quieren para su difusor. Los piden o se los aplican solos en rollones cuando se caen, les pica un mosquito, les duele la tripa…o simplemente cuando se inventan algún mal pero tienen ganas de oler los aceites
Tengo personas cercanas que están ayudando a sus hijos con temas de alergias, asma, problemas de piel, de ansiedad, estrés, insomnio…en fin, que desde hoy os digo que los aceites esenciales han llegado a nuestra familia para quedarse.
¿Tenéis alguna experiencia con ellos? ¿Habéis probado alguna vez un aceite esencial?