Cómo los niños expresan y comprenden las emociones



En el desarrollo emocional hay que diferenciar entre la expresión y la comprensión de las emociones. Que un/a niño/a experimente y exprese sus propias emociones no significa que comprenda e interprete adecuadamente el verdadero sentido de las mismas.

Como tampoco el observar las emociones de los otros significa comprender e interpretar su verdadero significado.

La expresión emocional es más simple, espontánea, primitiva y natural que la comprensión emocional, tanto de las propias emociones como de las otras personas.

La comprensión y correcta interpretación de las emociones requiere un cierto nivel de desarrollo cognitivo y una cierta experiencia en la interacción con las personas.

Expresión emocional

Los bebés expresan sus estados emocionales a través de vocalizaciones, movimientos del cuerpo y, especialmente, de las expresiones faciales, pues no cuentan con otros medios más adecuados.

Las expresiones faciales son su forma principal de manifestación emocional y las que nos ofrecen las claves más fiables para detectar sus emociones y sentimientos.

Desde muy pequeños los/as niños/as producen expresiones faciales y gestos diferentes para diferentes estados emocionales, como la alegría o la ira.

Muy pronto los/as niños/as son capaces de expresar sus estados emocionales de forma comprensible para los otros, así como también de interpretar las expresiones de los demás y ajustar su comportamiento a la expresión emocional de las personas que le cuidan (Harris, 1992).

Para los adultos, es más fácil distinguir las emociones negativas del bebé que las positivas. Las negativas se expresan básicamente a través del llanto, que constituyen la forma más poderosa que tiene el/la niño/a para indicar que necesita algo. Las emociones positivas se manifiestan generalmente a través de la sonrisa, que, al igual que el llanto, aparece desde los comienzos del desarrollo; inicialmente se trata de una sonrisa débil, pero a partir de los tres meses se hace más amplia y duradera, sobre todo, si, en las relaciones con las personas que le atienden, algo resulta especialmente agradable. La sonrisa cumple un papel importante, ya que pone en movimiento un ciclo de relación, confianza y afecto mutuos (Campos y otros, 1992).

Alrededor de los seis meses, el/la niño/a ha construido distintos patrones de expresión emocional para distintas situaciones y acontecimientos sociales.

Por ejemplo, los bebés, normalmente, responden a la interacción alegre de la madre o el padre con cara de alegría, vocalizaciones positivas y movimientos exagerados de los labios.

Pero, ante una madre o un padre que no responde, probablemente reaccionará con una cara triste o de enfado, llanto y vocalizaciones nerviosas.

A mitad del primer año, las expresiones emocionales están bien organizadas y son específicas, por tanto, capaces de decirnos mucho sobre el estado interno del bebé.

La alegría, el enfado, la sorpresa, la ansiedad, el miedo y la tristeza son emociones básicas que podemos observar en todos los niños y niñas durante la primera infancia (Harris, 1989)

Al final de la primera infancia (entre el segundo y el tercer año de vida) tiene un logro importante en relación con el desarrollo emocional.

Además de las emocones básicas que estaban presentes durante el primer año, niños y niñas van a ser capaces de experimentar un conjunto de emociones más complejas de las que algunos autores han destacado lo que tienen de descubrimiento de uno mismo (hablando entonces de emociones autoconscientes) y otros han destacado lo que tienen de manifestación de la relación con los demás (hablando entonces de emociones socio-morales).

El mayor dominio del lenguaje que tiene lugar hacia los 3-4 años va a tener una importante influencia sobre el desarrollo emocional.

El lenguaje constituye un instrumento preciso para expresar y comunicar los propios estados emocionales: "estoy triste", "tengo miedo"; asimismo, etiquetar los distintos sentimientos y estados emocionales ayuda a transformar las emociones globales en emociones específicas.

Conforme el desarrollo avanza a lo largo de los años, las distintas emociones se hacen cada vez más diferentes entre sí, cambian las situaciones que provocan ciertas emociones, hay una mayor discriminación a la hora de relacionar las distintas situaciones con determinadas emociones, y éstas se expresan con mayor intensidad y rapidez.

Aunque la cólera y el enfado estaban presentes desde el primer año de vida (por ejemplo, cuando se le quitaba al bebé un objeto que le atraía o se le impedían ciertos movimientos), entre los 2 y los 6 años las situaciones que suelen provocar este tipo de emociones tienen que ver principalmente con los conflictos que se mantienen con iguales, sucesos muy frecuentes durante estos años y donde se observan reacciones emocionales de gran intensidad.

Otra emoción que adquiere gran protagonismo en estas edades es el miedo: son muchos los niños y niñas de estas edades que sienten miedo a la oscuridad o a monstruos imaginarios, que a menudo toman forma casi real en las frecuentes pesadillas.

No obstante los cambios más importantes a partir de los 3-4 años en el desarrollo emocional no tienen que ver sólo con las manifestaciones externas, sino también con la comprensión y el control de los estados emocionales.

Nacimiento a 6 meses

Están presentes casi todas la emociones básicas.

Surge la sonrisa social.

Las expresiones de felicidad son mayores cuando interactúan con personas conocidas.

La cara, la mirada, la voz y la postura se combinan para formar patrones emocionales diferentes y coherentes que varían significativamente con los acontecimientos sociales.

De 6 a 12 meses

Aumenta la ira y el miedo.

Surge la utilización del adulto como una base segura.

La autorregulación emocional mejora porque gatear y andar les permite acercarse o separarse de la estimulación.

De 1 a 2 años

Las emociones autoconscientes aparecen, pero dependen de la presencia de otros.

De 3 a 6 años

A medida que la representación y el lenguaje mejoran, se desarrollan las estrategias conductuales activas y las cognitivas para participar en la autorregulación emocional.

De 6 a 12 años

Las emociones autoconscientes se integran con las normas internas de lo que es una acción correcta.

Las estrategias para participar en la autorregulación emocional aumentan en variedad, llegando a ser más cognitivas y se ajustan a las demandas de la situación.

Mejora la conformidad y la conciencia consciente de las reglas de manifestación emocional.

Comprensión emocional

La habilidad para interpretar correctamente las emociones y los sentimientos de los demás es un elemento básico en las relaciones y vínculos interpersonales.

El "ajuste" en la interpretación de las emociones de los otros es esencial para que se produzca una interacción saludable.

Para establecer una conexión con los sentimientos de los demás es preciso que el niño y la niña sea capaz de discriminar entre distintos estados emocionales, lo que empieza a ocurrir al final del primer año.

La discriminación es esencial para la comprensión emocional, de modo que ante la alegría de los otros se reaccione con alegría y ante la cólera se manifieste cólera, se permanezca quieto o se huya (Haviland y Lelwica, 1987).

La comprensión emocional depende en gran manera del desarrollo cognitivo y también de la experiencia social. Los diálogos y la interacción entre padres, madres e hijos/as parecen ayudar a los niños y las niñas a conocer la experiencia emocional, reflexionar sobre las causas y las consecuencias y establecer un significado (Youngblade y Dunn, 1995).

Hacia finales del primer año, el comprender las reacciones emocionales de otras personas sirve al niño y la niña como punto de referencia para orientar su conducta en relación con ellas y para evaluar los acontecimientos y situaciones, sobre todo, cuando son ambiguos.

Así, cuando se acerca un extraño, el niño y la niña mira a la madre o padre para ver su reacción, positiva o negativa, y actúa en función de esa reacción. Si la madre o el padre muestra alegría, los niños y las niñas "interpretan" que la situación no es amenazante, pero si la madre o el padre manifiesta temor o cólera, el niño o la niña evita interactuar con esa persona.

Durante los primeros años de vida, la comprensión emocional de los niños y niñas aumenta con rapidez, especialmente, cuando los padres les explican las causas de sus propias emociones y las de las demás personas (Ortiz, Fuentes y López, 1999).

A los cuatro o cinco años, los niños y niñas juzgan correctamente las causas de muchas reacciones emocionales básicas. Por ejemplo, cuando se les pregunta por qué un compañero de clase está triste, feliz o enfadado, dan una respuesta correcta, porque comprenden el funcionamiento mental de los otros y pueden inferir sus estados emocionales.

Antes de los siete años, el niño y la niña cree que la ira o el enfado del adulto se debe a algo que él o ella ha hecho mal, mientras que los niños y niñas mayores asocian la ira más con el carácter del adulto y su intención de hacer daño (Fabes et ál., 1991). Es decir, los niños y niñas pequeños tienden a basar la explicación emocional más en factores externos que internos. Esto cambiará con la edad.

Hacia los ocho o nueve años de edad, los niños y niñas pueden entender que una persona ante una misma situación o cincunstancia pueda tener a la vez emociones o sentimientos diferentes. Es decir, pueden comprender que un niño o una niña sienta alegría cuando visita a su padre y tristeza porque está separado de la madre.

Nacimiento hasta los 6 meses

Ocurre una igualación con las expresiones emocionales de los adultos durante las interacciones cara a cara.

De 6 a 12 meses

Surge la habilidad para detectar el significado de las expresiones emocionales de otros.

Se desarrolla el referente social

De 1 a 2 años

Aumenta el vocabulario de palabras para hablar de sentimientos.

Aparece la respuesta empática.

De 3 a 6 años

La comprensión de las causas, consecuencias y señales conductuales de la emoción mejora en precisión y complejidad.

A medida que se desarrolla el lenguaje, la respuesta empática es más reflexiva.

De 6 a 12 años

Aparece la habilidad para considerar múltiples fuentes de información cuando explican las emociones de los otros.

Surge la conciencia de que las personas pueden experimentar más de una emoción al mismo tiempo.

La empatía aumenta a medida que mejora la comprensión emocional.

Bibliografía

Psicología del desarrollo en la edad escolar. Universidad de Las Palmas de Gran Canaria 2006

Desarrollo psicológico y educación. Psicología evolutiva. Alianza Editorial. 2005

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