Las emociones son sentimientos subjetivos, placenteros o desagradables, que surgen como respuesta a situaciones y experiencias personales y sociales por las que pasan las personas a lo largo de su vida.
Frecuentemente, se manifiestan a través de una serie de cambios en el rostro, la voz ritmo cardíaco, disfunciones estomacales y alteraciones del comportamiento.
En muchas ocasiones, los niños y las niñas no encuentran otro cauce más adecuado para expresar sus miedos, ansiedades, temores, necesidades o alegrías.
La manifestación emocional a través del cuerpo no es un fenómeno exclusivo de la niñez. En distintas edades y en diferentes circunstancias de la vida las personas manifestamos muchas de nuestras experiencias emocionales a través del cuerpo.
En las emociones intervienen:
Elementos cognitivos: la reacción emocional requiere percibir y darse cuenta de la presencia de los estímulos que pueden provocar las emociones.
Elementos fisiológicos: es la reacción corporal, como sudor, respiración entrecortada, dolor estomacal, etc.
La vivencia de estar experimentando angustia o alegría. Esta vivencia subjetiva es la experiencia emocional propiamente dicha. Para que se dé una emoción, el individuo tiene que ser consciente de su estado interno y tiene que interpretarlo como emoción de alegría, miedo, ansiedad o ira (Campos y otros, 1992).
¿Las emociones son innatas o adquiridas?
Esta cuestión ha sido siempre objeto de discusión y debate entre los autores.
Los que defienden el carácter innato se basan en los siguientes argumentos:
Las emociones son universales, es decir, se dan en los niños y niñas de diferentes culturas desde los primeros momentos de la vida, como poen de manifiesto los estudios transculturales.
Las emociones tienen un valor adaptativo y contribuyen a la supervivencia del niño y la niña, lo que es especialmente evidente en el caso de algunas, como el llanto, el dolor y el apego.
Las emociones primeras perduran a lo largo de la vida.Aunque muchos autores consideran que el abanico de reacciones emocionales del recién nacido es bastante limitado, están de acuerdo en que todas las emociones básicas (alegría, sorpresa, interés, miedo, ira y disgusto) están presentes en las primeras semanas de vida.
Quienes no están de acuerdo con el carácter innato de las emociones afirman que muchos aspectos del comportamiento emocional son adquiridos o aprendidos.
Desde un principio, los niños y las niñas sufren un profundo proceso de socialización que canaliza su experiencia emocional. El niño y la niña aprende pronto qué emocionales son toleradas y cuáles no, la intensidad con que debe manifestarlas, ante qué objetos, personas y circunstancias debe emocionarse o no y cómo manejar sus propias emociones y las de los demás.
Durante los años de la Educación Infantil, los niños y las niñas aprenden las reglas de la cultura sobre cómo expresar, controlar, neutralizar e interpretar las emociones.
Al final de la niñez, las emociones han perdido mucho carácter natural y espontáneo de los primeros momentos, ya que la sociedad se esfuerza por imponer una conducta socialmente "correcta", que requiere el control de la espontaneidad emocional, lo cual no impedirá, sin embargo, que cada persona desarrolle un estilo emocional propio.
Se puede concluir que las emociones son tanto fruto de las disposiciones naturales del niño y la niña, como consecuencia de la influencia de factores educativos, sociales y culturales.
Funciones generales de las emociones
Las emociones son fuerzas centrales y adaptativas que cumplen una serie de importantes funciones en la vida personal y social del niño y la niña. (Vasta y otros, 1996; Delval, 1994).
1- Contribuyen a la adptación y a la supervivencia: los bebés están biológicamente programados para producir emociones que favorecen su crianza y aseguran su supervivencia, como el llanto, la sonrisa y el miedo.
Tienen también una predisposición innata para relacionarse y establecer lazos emocionales con otras personas, lo que garantiza su cuidado y protección (Thompson y Frodi, 1984). Los etólogos destacan que la evolución ha proporcionado a los humanos muchas de las reacciones emocionales necesarias para su supervivencia y adaptación al medio.
2.- Las emociones organizan la conducta social: la sonrisa, el llanto, el miedo, la ira o la ansiedad condicionan las relaciones entre el niño y la niña y las personas que le rodean. Las actitudes y conductas de los demás hacia el niño y la niña se ven afectadas por las emociones, positivas o negativas, de éste. De igual modo, las reacciones emocionales de los otros influyen en las respuestas del niño y la niña.
3.- Las emociones influyen en el malestar y en el bienestar físico del niño y la niña: las emociones se canalizan a través del cuerpo y pueden afectar a su funcionamiento fisiológico. Una fuerte alteración emocional puede causar problemas digestivos y de tensión.
Los estados permanente de estrés originan problemas fisiológicos. Un niño o niña con graves carencias afectivas ve perjudicado su desarrollo físico y su estado de salud. Pero también es cierto que los estados emocionales positivos contribuyen favorablemente a niveles más altos de bienestar y de salud físicos.
4.- Las emociones condicionan los procesos cognitivos y, viceversa, los procesos cognitivos influyen en las emociones: las relaciones entre cognición y emoción son bidireccionales. Reaccionamos emocionalmente porque percibimos y procesamos cognitivamente estímulos y situaciones que por sus características pueden resultar amenazantes y perturbadores o ser causa de alegría y felicidad.
Por ejemplo, ante un animal peligroso o una persona extraña el niño y la niña pueden sentir miedo, pero para ello tienen que tener "conocimiento" del peligro que representan. Asimismo, una fuerte ansiedad perturba los procesos cognitivos, como les ocurre a muchos alumnos en los exámenes o cuando una persona es incapaz de hacer un discurso coherente, si está nervioso y se siente inseguro ante el público (Saarni y otros 1998).
Por otra parte, está bien comprobado que una moderada ansiedad facilita el aprendizaje, pero si la ansiedad es muy elevada perturba la atención, la percepción y el razonamiento y, por tanto, el aprendizaje.
5.- Condicionan la interacción y comunicación con los demás: los vínculos afectivos y emocionales del niño y la niña son la base de las primeras relaciones sociales. La experiencia emocional está íntimamente ligada a la experiencia social.
Las emociones son inseparables de las relaciones interpersonales, pues, generalmente, donde existe la expresión de una emoción, existe una persona que se verá afectada por ella. Las expresiones emocionales se socializan a medida que el niño y la niña aprende a comunicar sentimientos de forma socialmente aceptada (Thompson, 1990).
Bibliografía: Psicología del desarrollo en la edad escolar
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