Hoy quiero hablaros de cómo educamos en casa nosotros, mi hombre y yo, a nuestros retoños, y me refiero a educación en cuanto a aprendizaje del entorno y sus formas, no me refiero a crianza ni a educación emocional, aunque todo pueda formar parte de una misma cosa al fin y al cabo.
Nosotros no utilizamos ningún método específico, digamos que no utilizamos una rutina de aprendizaje porque, por ahora, vemos que eso no es lo que necesitan nuestros hijos, por lo que simplemente, no les funciona. En nuestro caso, no podemos establecer un contenido ni un horario específicos porque hay veces que les apetece escribir, otras no, hay veces que quieren pintar, otras no, hay veces que te prestan atención, otras que son ellos los que quieren llevar la batuta…por lo que por ahora no nos sirve establecer una rutina de aprendizaje marcada.
Ellos aprenden a cada rato, cuando quieren y con lo que quieren. A Duendecillo, por su temprana edad, le ofrecemos estimulación visual, auditiva, etcétera; la verdad es que para ser tan sumamente pequeño, nos está sorprendiendo por su elevada capacidad de aprendizaje.
Con Hada y Risueña, estamos introduciendo letras y números, de un modo constante pero irregular, me explico. Generalmente todos los días brindamos herramientas e invitamos a resolver ejercicios relacionados con el lenguaje y las matemáticas, pero no forzamos a ello, no establecemos un horario y no separamos dicho aprendizaje de otro.
Por ahora nos va bien considerar el aprendizaje como un todo, si preparamos una tarta, por ejemplo, pedimos que nos avisen cuando el peso marque 200 gramos, y le explicamos brevemente lo que necesitan saber para desempeñar tal actividad, y ellas se quedan con un pedazo de ese aprendizaje, que en otro momento enlazan, casi por arte de magia, y ponen en práctica sus conocimientos estableciendo sus propias relaciones entre conceptos.
Mi prioridad, es quizá que aprendan a leer y escribir cuanto antes, ya que eso mismo, les ayudará a aprender y formarse en temas que ellos mismos deseen, de un modo mucho más independiente, por ejemplo, leyendo sobre algo que les llame la atención o les motive.
Por otro lado, las matemáticas me resultan un indispensable, y me refiero a las matemáticas que están naturalmente presentes en todo lo que nos rodea.
Tenemos la gran suerte de vivir en el campo, eso nos facilita enormemente la tarea, ya que no tenemos que salir de casa para buscar verdaderas oportunidades de aprendizaje como pueden ser: observar el comportamiento de insectos, sembrar patatas, hacer mermelada casera, cultivar comida propia, jugar con tierra, con agua o contemplar el cielo sin contaminación lumínica. El entorno ya les ofrece material suficiente para que aprendan mediante el juego y la observación.
Solemos utilizar juegos para hacer nuestra propia plastilina, nuestras propias temperas…así, aprender multitud de habilidades y de conocimientos al mismo tiempo. No es lo mismo dar a un niño un pedazo de plastilina, que dar harina, agua, sal y unos tintes naturales para que él mismo fabrique o intervenga en el proceso de fabricar “plastilina casera”. Por eso le damos más importancia al “cómo” que al “qué”.
Nosotros, los papás, les facilitamos herramientas cuando ellas lo precisan, pero en nuestro caso, sin orden, sin reglas, sin imposiciones, y con tan solo 2 y 3 años, nuestras hijas tienen conocimientos preciosos y valiosos adquiridos, que evidentemente sabemos, no hubiesen aprendido encerradas en las cuatro paredes de una escuela convencional.
La música, por ejemplo, está en el canto de un pájaro, o en el vaivén de las hojas al viento. Por otro lado, nos gusta que oigan melodías instrumentales, de forma que les genere curiosidad por los diferentes sonidos e instrumentos de modo que puedan despertar en ellas un interés especial por algún instrumento, por algún sonido, alguna danza…
Para nosotros, educar en casa no supone ningún esfuerzo, más allá del que suponen los quehaceres diarios que conlleva una casa, con nuestros hijos y su constate demanda; pero esto es algo que también aprenden de este modo, aprenden a esperar, a ser pacientes, a entender que la casa hay que limpiarla, que hay que ser ordenados con la ropa, con los juguetes…¡No les queda otra!, por lo que educar en casa es algo que vivimos intensamente como surja, según vayamos sintiéndonos.
Mi hombre y yo, aprendemos también cada día, de la vida, y de nuestros hijos. El más grande aprendizaje que obtenemos cada día es que nada sabemos, que siempre hay algo que aprender de lo majestuosa que es la vida, la naturaleza y sus fascinantes formas, todo lo que nos rodea es un impulso para educar y educarnos, y educar en casa, nos ayuda a vivir ese aprendizaje más intensamente.
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