En este espacio de silencio por el confinamiento con cada tarde al balcón de los aplausos, de pronto empiezo a reconocerme como un ser tribal. Quizás solo sea un mal de las grandes ciudades, que hubo un tiempo que las comunidades se centraban en torno a la agricultura, hoy día me parece que es la economía la que centra la comunidad en torno a la industria. Y la educación que no es ajena quizás se ve influenciada por los mismos baremos de la producción. Y la realidad es que hay una gran disparidad de relojes biológicos, de necesidades culturales que definen diferentes tipos de comunidades y de encuentros.
Veo en las redes sociales a la comunidad educativa preocupada por varios aspectos de este paréntesis escolar como por ejemplo: el comedor de algunos niños, las deficiencias técnicas que les ha pillado, las emociones sobre lo que conlleva la enfermedad y cómo es vivida en las casas, un baño de sol legalizado, entre otros muchos aspectos que han trastocado las necesidades de la infancia en estos días. Veo a mucho docente preocupado y procurando estar cerca de la infancia todo lo que el mundo virtual nos permite.
Es curioso como un nuevo medio de comunicación se pone en relieve en estos momentos. Sabemos que la comunicación se basa en la mirada, la temperatura corporal, los gestos, el tacto, la interrelación entre todos en el aula. La comunicación nos permite pertenecer a una tribu social, garantizamos el bienestar que nos reporta el contacto social, ahora ya con nuevos lenguajes. El mundo digital nos ha pillado a muchos desorientados ahora, pero a pesar de ello, nos estamos adaptando porque estamos hechos para estar conectados con los demás. Y seguimos necesitados de compasión, de amabilidad, de momentos de escucha o de cuidado al otro o a nosotros mismos.
Conocer cómo funciona el mundo digital, es saber en qué consiste, cuáles son sus fuerzas o mecanismos - que no están tan alejadas del mundo de la electricidad, o de las fuerzas cinéticas o físicas por ejemplo-. Por qué no desentrañar la gramática del mundo digital para tener acceso a otra relación con una narrativa comunicativa diferente. De lo contrario puede que ese mundo digital nos absorba y nos regule hasta nuestros pensamientos. A veces me siento analfabeta en el manejo de la información o el uso de las nuevas tecnologías y esto me hace dudar del mundo, y me pregunto sobre la importancia del docente en acercar el mundo de las nuevas tecnologías a los niños. Quisiera ver niños perspicaces que dominen la tecnología y no que sean dominados por ellas.
Pero es necesario dar pausas, necesitamos conservar perspectivas, y seguir atentos a las necesidades de otros. El mundo digital también va de la mano de un mundo industrial, de la producción. Esta vez me refiero a los ritmos y a cómo navegar en un mundo que va tan rápido. Donde parece a veces que es más importante que un niño llegue primero, que avance. ¿En qué lugar ponemos el desarrollo vital de un niño cuando hay que seguir solo a un currículo? Terminarlo sea como sea, alcanzar objetivos.
Por supuesto todo esto es un desafío para el acompañante pedagógico, considerándolo como un mediador del proceso pedagógico para direccionar la mejora de la calidad del aprendizaje. ¿Acaso no está en manos del docente, como acompañante, establecer criterios que sustentan los principios pedagógicos centrados en el niño? Por qué entonces alejar las nuevas tecnologías del mundo educativo. Por qué no respetar los diferentes ritmos de los individuos. Con estas variables deberíamos hacer y repensar nuevas sinapsis sociales. Construir nuevos caminos que unan lo tecnológico con el desarrollo de los niños. Que se conviertan en paleta para pintar nuevos cuadros en los procesos de aprendizaje.
Talleres STEAM, Automatas. Jueguetes en movimiento realizados con material de reciclaje y cartón.
Keith Haring en acción.
Procesos del taller para realizar un juguete en movimiento.