En la etapa de la adolescencia estas relaciones van tomando forma y, sobretodo, fondo. Las nuevas tecnologías ofrecen recursos para alimentar esa necesidad de relacionarse con el grupo de amigos.
Algo que está ocurriendo y podemos educar es que, en ocasiones, cuando se reúnen los jóvenes, están más pendientes de consultar su dispositivo, subir una foto o mandar un comentario que de disfrutar con las personas con las que se encuentran. Es nuestra misión, y no es fácil, enseñarles a “saber estar” en cualquier ambiente.
«El deseo de conexión digital puede terminar por aislarnos de nuestro prójimo, de las personas que tenemos al lado» (mensaje del Papa Francisco en la XLVIII Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales)
Dentro de la comunicación digital es imprescindible la sinceridad. En las comunidades virtuales nos damos a conocer desde el primer momento creando nuestro perfil. Transmitiremos confianza a nuestros “amigos” si lo que compartimos corresponde a la vida que llevamos, sin olvidar nunca que lo que se publica en internet deja rastro y ese rastro digital va configurando nuestra reputación online.
Al mismo tiempo que compartimos noticias u opiniones, también nos estamos dando a conocer.
Desgraciadamente, en ocasiones, encontramos personas que se refugian en las redes sociales para expresar lo que no son. Que se disfrazan para llenar el vacío. Expresan gustos, estados de ánimo, modo de ser, opiniones que no corresponde con su vida real.
Para que las relaciones con los demás sean enriquecedoras y duraderas, es lógico que en el mundo digital busquemos presentarnos de un modo coherente con lo que somos.