Crianza de los hijos. La más potente oportunidad para la transformación personal

Claves del artículo:

Hoy te traigo un artículo invitado de Magüi Moreno, experta en Coaching y Mindfulness para Padres de Niños con Autismo. He tenido la gran oportunidad de trabajar mano a mano con ella en la creación de su precioso y muy necesario proyecto online y puedo decirte que se trata de una mujer luchadora, valiente, profunda y profesional que siempre comparte contenidos de máxima calidad, por lo que me apetecía compartir sus conocimientos con mi audiencia. También es la co-autora del podcast Viviendo lo sagrado en lo cotidiano en el que fui entrevistada y que te recomiendo seguir, si te inquietan temas como el crecimiento personal, profesional o la espiritualidad.

Además, el tema que nos trae hoy es muy especial para mí y si eres padre, madre o piensas tener hijos, seguramente este artículo te inspirará. Como quizás sepas, estoy a punto de convertirme en mamá en el próximo mes de julio y desde luego el tema de la crianza de los hijos es algo que me interesa mucho. Porque ya estamos en una época en la que la vieja escuela no funciona, donde los padres tratamos de ser cada vez más conscientes y deseamos transmitírselo a nuestros hijos, porque ellos son el futuro de nuestra sociedad.

Y también, como nos cuenta Magüi, la crianza de hijos (y no sólo pequeños, sino de la edad que sea), es algo que nos puede enseñar mucho de nosotros mismos como personas, nuestros patrones heredados, miedos, creencias familiares, etc. que podemos cambiar y romper con la cadena inconsciente de transmitirles a nuestros descendientes todo aquello que nos limita o nuestros padres no supieron gestionar.

Te animo a leer este completo artículo y por supuesto aprender. Y como siempre me encantará leer tus comentarios al final del mismo.

Nuevo artículo: Cómo aprovechar la crianza de los hijos para crecer y transformarte a nivel personal

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La crianza de los hijos como gran oportunidad de transformación personal

Convertirse en madre o padre es lo más loco que nos puede pasar. Es la principal locura a la que nos sometemos, la mayoría de manera voluntaria, en nuestras vidas. Incluso una parte de mí (la más egoísta quizás) iría más allá y diría que es un autentico rollo (¡por no usar aquí una palabra más fuerte!) Y no estoy hablando solo de los primeros años de crianza (y los desafíos que todos conocemos, ya sea en carnes propias o ajenas). No.

Tener descendencia equivale a abrirse en canal, sin anestesia y sin conocimientos previos de cirugía. Nuestro corazón y nuestras tripas quedan al descubierto. La fachada empieza a mostrar grietas.

En este articulo te cuento por qué la crianza es una oportunidad de oro para conocerte mejor, para amarte mejor, y para llevar a cabo una transformación personal profunda. Y te daré algunas pistas para que te adentres con mayor consciencia por esta senda de luces y sombras que es la maternidad y paternidad.

La invitación llega de la mano de tu hij@, de los muchos desafíos que te vas a encontrar por el camino, de la mucha conexión y amor incondicional que vas a experimentar, de todo lo bonito, de todo lo difícil, y sobre todo de todo lo que hay entre medias (¡incluido el aburrimiento y otros sentimientos que a menudo no nos dejamos expresar!)

Por qué la crianza es una oportunidad de oro para conocerte mejor, amarte mejor y llevar a cabo una transformación personal profunda

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La relación padres-hijos como las más cruciales en la vida de una persona

Criar con consciencia exige una transformación personal por parte de los padres. De hecho, en mi experiencia, la relación entre padres e hijos existe con el propósito primario de la transformación de los padres y solo en un segundo lugar para criar al niño.  Shefali Tsabary

Potente y polémica frase de la psicóloga estadounidense Shefali Tsabary, autora del libro Padres Conscientes: Educar para Crecer, ¿no crees? Lo cierto es que la relación padre-hijo es una de las más cruciales en la vida de una persona (para los que somos padres tanto con nuestros progenitores como con nuestros hijos). En eso podemos estar todos de acuerdo.

Sin embargo, escribir acerca de la relación con los hijos es invitar al desacuerdo. Es un tema sobre el que todo el mundo tiene una opinión, incluida la vecina de tu tía (a pesar de que nunca ha tenido hijos). Y además todos queremos llevar la razón. Nuestra voz más crítica salta al ruedo cada vez que hablamos de cómo criar, educar y vivir con los hijos. ¡Parece como si saliesen del armario nuestros críticos internos más feroces!

Aquí, en este blog de mi colega y gran mentora María Mikhailova, te cuento mi experiencia no solo como madre sino también como coach y experta en mindfulness y crianza consciente. Aquí puedes ver la conferencia SelfCoaching que realizamos sobre el mismo tema hace un par de meses:



Cada contexto (personal, familiar, social, cultural) es diferente, cada hijo es diferente y cada condicionamiento o programación (¡y todos tenemos!) es diferente. Y con esto me refiero a la compleja maraña de factores emocionales, mentales, de experiencia y religiosos / filosóficos que afectan la forma en que vemos y vivimos la vida. No podemos vivir la vida de otra persona, o la paternidad y maternidad de otra persona. Pero si podemos practicar la empatía (ponernos en el lugar de otra persona) y, mejor aún, la compasión (sentir lo mismo que ellos sienten aunque nuestras circunstancias sean diferentes). Yo creo firmemente que la conexión y el compartir enriquece nuestra vida y nos abre puertas que no sabíamos que existían.

Tener descendencia equivale a abrirse en canal, sin anestesia y sin conocimientos previos de cirugía. Nuestro corazón y nuestras tripas quedan al descubierto. La fachada empieza a mostrar grietas.

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La paternidad como un desafío lleno de altibajos

La paternidad es un desafío lleno de altibajos, con alegría y tristeza. Exige muchísimo trabajo y dedicación, y nada está garantizado (como en el resto de la vida). Es tal vez la mayor oportunidad para el autodescubrimiento y el crecimiento de cualquier persona. Tal vez hayas oido decir “Nuestros mejores maestros son nuestros hijos”. Yo suelo decir que tenemos los niños que necesitamos tener. En mi caso desde luego que fue así (si quieres saber algo más sobre mi camino como madre te invito a que leas este artículo).

Cuando nace un bebé también nace una madre. Y un padre. Y, claro, como nosotros ya llevamos un cierto tiempo sobre el planeta Tierra, tenemos que conocer e integrar esta nueva versión nuestra con todos los aprendizajes que nos trae. Aquí te marco algunas señales para el camino:

1. La relación con tu hij@ te invita a que te conozcas mejor

Todos los días los hijos nos muestran un espejo y reflejan lo que les damos. Esto es sobre todo cierto a nivel emocional, pues los hijos “absorben” nuestros estados emocionales y también nos provocan reacciones en base al significado que nosotros, sus padres, damos a sus propias expresiones emocionales.

Sean cuales sean los principales desafíos que surgen con la crianza de los hijos (¡hay donde elegir!), ahí, en ese desafío, radica la mayor oportunidad de aprendizaje.

¿Los berrinches de tu hijo te llevan al borde del abismo de tu propia ira (y después al amargo sabor de la culpa)? Ve allí. Mira allí. Probablemente heredaste patrones de mala gestión de la rabia en tu propia infancia por parte de tus padres y otros educadores. Es probable que tu hijo solo esté reflejando lo que te ha visto hacer (y de lo que no siempre te das cuenta). Tu hijo te está mostrando dónde mirar, en tu interior. Tu hijo no te está desafiando a ti, tu hijo está desafiando tus creencias y tus patrones.

Criar a un hijo supone uno de los mejores momentos para hacer un examen a fondo de nuestras creencias, de nuestros valores y de nuestras reglas. La mayoría de nosotros podemos caer en la inercia de seguir “operando como hasta ahora” pero desde aquí te invito a que inviertas tiempo en re-conectar contigo mismo para conocerte a fondo y decidir qué le quieres transmitir a tus hij@s y qué no.

Criar a un hijo supone uno de los mejores momentos para hacer un examen a fondo de nuestras creencias y valores personales

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Porque, si tú quieres ser feliz y que tus hijos crezcan en un ambiente de apoyo y amor incondicional, tienes que tomar conciencia de tu mentalidad, de tu gestión emocional y de tu visión de vida. Educar en base a como te educaron a ti, en base a como educa tu circulo social, o la sociedad en general supone darle el poder a los demás y anular tu influencia positiva y amorosa. Recuerda:

2. Date cuenta del coste de no criar con conciencia ni coherencia

Lo que no trabajamos en nosotros mismos, se lo pasaremos a nuestros hijos en lo que podríamos llamar una cadena de inconsciencia. A menudo “heredamos” patrones emocionales, mentales y de comportamiento de las personas que nos educaron que no siempre nos sirven ni nos ayudan. Tomar conciencia de esto es crucial.

Por ejemplo, en mi caso, siempre he sentido la necesidad primordial de validación externa. Esto me ha llevado a ser muy auto-exigente, muy perfeccionista y muy enfocada en la opinión de los demás. Hubo un momento en que me di cuenta de que estaba siendo muy exigente también con mi hijo. Indagando en mi pasado, tomé conciencia de que uno de los mensajes que más a menudo recibí de pequeña fue “Tienes que controlar tu genio”, “Tienes que portarte bien para que Papá/Mamá te quiera” - muchos de estos mensajes no fueron explícitos, sino que yo misma fui “atando cabos” en base a las reacciones de los demás.

Y lo curioso es que, al hablar con mis padres muchos años después, he entendido que ellos mismos (con sus diferentes historias personales) también recibieron fuertes presiones para ser “buenos”, “perfectos”, “exitosos” de pequeños. Ha sido una cadena en la que identificamos de manera inconsciente (pero con consecuencias cruciales) que el amor de los tuyos es condicional a lo que consigas. Este es un ejemplo muy común. Los padres a menudo “condicionamos” nuestra validación y definimos a nuestros hij@s en base a sus acciones, sus personalidades y sus logros (o falta de).

Heredamos patrones emocionales, mentales y de comportamiento de nuestros padres que no siempre nos sirven ni nos ayudan

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Algunos apuntes más que te dejo aquí

Cuida el lenguaje que usas con tus hijos. Con las palabras que usamos estamos creando la realidad. Y nuestros hij@s, sobre todo cuando son pequeños, internalizan lo que les contamos sin filtros propios. Es decir, toman nuestras palabras (en definitiva nuestras interpretaciones) como verdades absolutas.

Cuidado con el uso de palabras como “bueno”, “malo”, “vago”, “responsable”, etc. Sin querer estamos creando “etiquetas de identidad” basadas en acciones de nuestros hij@s. Todos actuamos de manera responsable, vaga, inconsciente, perfeccionista a lo largo de nuestra vida. No por eso SOMOS de esa manera. Entender la diferencia entre hacer y ser supone ser capaces de guiar a nuestros hijos sin condenarles a ser de una manera. Harán las cosas mal a veces (como todos), pero no por eso son malos. Ofrece crítica constructiva sobre las acciones de tu hij@, no equipares acciones (temporales, circunstanciales) con ser (creando un auto-concepto más o menos fijo).

Predica con tu comportamiento, no solo con tus palabras. Sé coherente. ¡No digas “no me grites” gritando! Si lo haces (que es super común), date cuenta de la incoherencia y háblalo con tu hij@ cuando la situación se calme un poco. Explícale que, cuando estamos estresados o cansados o en una situación emocional difícil, reaccionamos sin pensar. Muestra tu vulnerabilidad, tu falibilidad - demuestra que no siempre lo haces mejor solo por ser su padre o madre. Aunque muchos piensen que de esta forma puedes perder autoridad, estás ganando respeto y conexión con tu hij@.

3. Cuatro pilares para una crianza consciente

Estos cuatro conceptos (bajo el acrónimo RACE - ¡piensa en un servicio de asistencia en la carretera de la paternidad/maternidad!) te ayudarán a enfocarte en la conexión coherente y amorosa con tus hij@s:

R - Respeto. Nuestros hijos son seres completos, a pesar de que tengan menos años (y por lo tanto menos experiencia) que nosotros. Son expresiones únicas de humanidad y tienen su propio camino. Ni son tabulas rasas ni trozos de arcilla a moldear. El respeto supone la base para una conexión profunda en la que ambas personas, tú y tu hijo, aportan por igual (aunque de diferente manera) a una relación.

A - Amabilidad. Claro, dirás, todos queremos ser amables y cariñosos con nuestros hijos. ¿Pero lo somos? A menudo no nos damos cuenta de que no tenemos compasión con nuestros hijos (con sus problemas, con sus errores...) porque tampoco nos damos cuenta de lo poco amables que somos con nosotros mismos. Las críticas a los hijos provienen de la misma fuente que las criticas propias. Cuando critiques a tu hijo, date cuenta de si en realidad no estás derivando tu auto-crítica hacia fuera.

C - Coherencia. Respeta a tu hijo respetándote a ti mismo. Lo que comentaba antes sobre demostrar con nuestras acciones y no solo con palabras.

E - Empatía. Estar en sintonía emocional con nuestros hijos es absolutamente clave para una crianza feliz y sana (para ambas partes). La empatía requiere entender y aceptar las emociones de nuestros hij@s, aunque nos incomoden. Al final ellos tienen tanto derecho a sentir emociones como tú (y además no lo podemos evitar - ¡no somos robots!)

No sólo debemos preocuparnos por el mundo que les vamos a dejar a nuestros hijos, sino también por los hijos que le estamos regalando al mundo

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4. Algunas herramientas prácticas y sencillas

1# Mindfulness. Sí, está muy de moda no solo con respecto a la crianza sino también en todo lo que se refiere a la educación formal de los niños en las aulas. El mindfulness o la atención plena simplemente nos invita a que prestemos atención al momento presente de manera intencional y sin juzgar. Gran parte de lo que he comentado hasta ahora se basa precisamente en aceptar el momento presente nuestro y de nuestro hij@ para conectar desde lo que ya es.

Además el mindfulness ayuda a darte cuenta de que todo pasa; de que tú no eres solo tus pensamientos; de que “desconectar” mentalmente no solo es beneficioso sino también necesario - aunque sea unos minutos al día. Regálatelos porque realmente te ayudarán a disminuir el estrés y la ansiedad, a vivir más en el presente, y a no preocuparte tanto por el futuro (porque, ¿quién sabe lo que va a ocurrir mañana?).

Una técnica muy sencilla y al alcance de todos es tomar varias respiraciones conscientes, contando del 1 al 20 (no te preocupes si al principio pierdes la cuenta, simplemente vuelve al 1). Si puedes practicar el mindfulness con tu hij@, ¡mejor que mejor! Aquí encontrarás una guía para practicar el mindfulness en familia.

2# Intención positiva. A menudo lo que percibimos como problemas o desafíos tienen una intención positiva detrás. ¿Te incomodan los arranques de tu hijo? Tal vez sea una llamada de atención (no la mejor, desde luego), una llamada de ayuda, o simplemente la gestión de una carga emocional que nos sabe salir de otra manera.

Te sugiero que desde la comprensión abras la puerta de la transformación. A veces los hijos tan solo quieren ser oídos, vistos, tenidos en cuenta. A veces piden ayuda de manera muy paradójica (“creando problemas”). A veces gestionan sus emociones de la única manera que saben y necesitan tu apoyo incondicional y tu aceptación (¡ojo¡ hablo aquí de tu aceptación de lo que sienten, no necesariamente de lo que hacen con esos sentimientos, ni de cómo los expresan). La invitación es a “encauzar” cualquier problemática de nuestro hijo para satisfacer esa intención positiva que se esconde detrás de una manera más consciente, sana y apropiada.

3# Comunicación con presencia: Todo comportamiento es comunicación. ¡Esto se tiene que convertir casi en un mantra para ti como padre o madre! En vez de preguntarte “¿Por qué se porta tan mal?” prueba a preguntarte “¿Qué me está queriendo decir con este comportamiento?”. Este sencillo pero potente cambio de enfoque hará que nos enfoquemos menos en el qué para prestarle más atención al por qué. La diferencia es fundamental pues nos permite responder a las necesidades de nuestro hijo desde la comprensión y la compasión. Esto ni quiere decir ser permisivos ni tampoco “mimar” a nuestros hijos. Significa:

Observar con empatía y con objetividad (“se te ha caído el zumo” en vez de “¡eres un desastre, siempre tiras las cosas!”)

4# Identificar las emociones que están detrás de ese comportamiento. (“parece que estás muy frustrado” o “creo que estás cansado y por eso reaccionas de esa manera”)

Evaluar si y cómo tus estrategias de cara a tu hijo resuelven o no una situación - en qué grado satisfacen tus y sus necesidades. (Si tu hijo es lento por las mañanas al prepararse para el colegio, en vez de perder la paciencia con él y gritarle, prueba a hacer de ello un juego o a explicarle las consecuencias de una manera neutra.)

Plantea tu petición de manera clara, concisa, positiva y realizable. (“¿puedes vestirte solo y estar listo antes de las 8?”). Si tu hij@ necesita más apoyo para “cumplir” tu petición, averigua de qué manera. Si tu hijo te dice que no es porque está diciendo que sí a alguna necesidad suya insatisfecha (a menudo una necesidad emocional). Te sugiero que tires de “ese hilo” de comportamiento para ver cuál es.

5# Auto-Cuidado: No puedes dar de donde no tienes. Es así de sencillo. Nútrete a ti mism@ para poder nutrir, educar, estar presente y, sobre todo, estar disponible para tus hij@s. El percibido "sacrificio” de los padres ni nos sirve a nosotros ni es beneficioso para nuestros hijos. Además no es un modelo sano de relación que demostrarles y a menudo acaba alimentando patrones de co-dependencia poco sanos (por el que solo nos sentimos útiles y felices cuando alguien nos necesita).

Este es un tema que me apasiona y además doy fe directa de su poder transformador (tanto en mí como en los clientes con los que trabajo). Podría escribir sobre mucho más (¡en realidad podría escribir un libro entero!), pero espero haberte aportado algunas claves prácticas y útiles.

6# Perfeccionismo, exigencias y comparaciones. Un último apunte: toma conciencia del perfeccionismo, de la auto-exigencia y de las comparaciones. Todos caemos, como madres y padres, en esos agujeros negros a menudo. Al hablar de transformación, de desarrollo, es muy fácil caer en la sensación de “necesito mejorar, “no lo estoy haciendo del todo bien”, y de ahí al “no soy suficiente” hay un pasito.

Los hijos nos muestran un espejo y reflejan lo que les damos, sobre todo a nivel emocional, pues absorben nuestros estados emocionales

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Somos todos, nosotros, nuestros hijos, obras maestras inacabadas y por lo tanto perfectas en su imperfección. Te invito a que no hagas de la crianza y educación de tus hijos una vara con la que compararte.

Ser padres perfectos es un espejismo - ni existen los hijos perfectos ni tampoco los padres perfectos. Criar con conciencia, con presencia, con coherencia no significa ni ser padres o madres zen todo el tiempo, ni tener paciencia infinita. Se trata de conectar con nosotros mismos, entender por qué hacemos lo que hacemos (y lo que no), tener más compasión no solo con nuestros hijos sino sobre todo con nosotros mismos y ser capaces de aceptar más y resistir menos (¡esto último te cambiará la vida!).

Y además, ¿que crees? Todo esto te ayudará a ser mejor padre y madre en tu día a día. ¿Por qué? Reaccionarás menos, responderás más. Entenderás más y mejor las emociones y las necesidades de tus seres queridos.

Si quieres saber más sobre mi trabajo te invito a visitar mis blogs A Life in Awareness y www.maguimoreno.com


Soy Magüi Moreno, coach estratégica, terapeuta transpersonal y experta en mindfulness. Ayudo a padres y madres de hijos con autismo a reducir su estrés, a incrementar su bienestar, y a mejorar su calidad de vida a todos los niveles. Porque no podemos luchar por su crecimiento si no invertimos en el nuestro. Para saber más sobre mi historia y sobre mi trabajo te invito a que visites mi web www.maguimoreno.com

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