La introducción de este alimento en la dieta de los bebés se retrasa ya que es bastante alergénico, es decir, es una sustancia que puede inducir una reacción de hipersensibilidad en personas susceptibles. Sin embargo, una vez que se introduce, el pescado proporciona unos nutrientes que son esenciales para el buen desarrollo físico y mental del niño.
Entre otros nutrientes que aporta al bebé figuran las proteínas. Gracias a las proteínas se activan las células, se producen reacciones bioquímicas en nuestro cuerpo y son las encargadas de cimentar unos buenos músculos y órganos. También llevan sustancias a todo el cuerpo a través de la sangre y aportan energía.
El pescado es fuente de grasa cardiosaludable, especialmente el azul, aquel que es recomendable administrarle al bebé una vez que haya pasado los 18 meses. Esta grasa es rica en omega 3 y es beneficioso para casos de dermatitis y otras inflamaciones. Asimismo el pescado es fuente de yodo, fundamental en el desarrollo del cerebro, y vitaminas, como la B12 la A y D, que son imprescindibles para el crecimiento y desarrollo del niño.
Aunque el pescado blanco, el que primero debemos ofrecer al pequeño, es de fácil digestión, tenemos que tener en cuenta que a esas edades todavía no salivan y mastican como un adulto, por lo que se debe facilitar el trabajo no solo al niño, sino también al organismo, para que sea capaz de absorber todos los nutrientes.
Por este motivo una de las mejores maneras de ofrecer el pescado en las primeras tomas es con un puré. Debemos escoger una pieza sin espinas, de unos 30 o 40 gramos y luego cocerlo y batirlo. Lo más probable es que al principio lo rechacen, por eso es recomendable mezclarlo con leche y cereales, para que el sabor no les resulte tan extraño. A medida que pasen las semanas, se disminuye la cantidad de leche y cereales (también vale un puré con base de verduras) y se aumenta la de pescado.
¿Vosotros cómo se lo habéis introducido? ¿Algún consejo para madres primerizas?