Es muy frecuente que tratemos los sentimientos del niño justamente de la manera en que menos nos gusta que traten los nuestros. Parece increíble pero en muchas ocasiones es así.
Cuando compartimos nuestras emociones lo que menos queremos es que nos juzguen, nos hablen de la lógica, nos den razones por las que no sentirnos así, ni siquiera que nos aconsejen. Queremos que nos escuchen, que nos tomen en serio y que no nieguen nuestros sentimientos. Cuando un niño expresa sus emociones (como puede, sabe, y a veces de maneras explosivas) le juzgamos, le hablamos de lógica, le damos razones por las que no tienen que sentirse así o a veces les aconsejamos.
Nos enseñaron a creer que las emociones como la rabia o la tristeza eran malas, a pensar que no deberíamos sentirlas y que si las sentimos es porque somos inmaduros. Pero así, terminamos convencidos de que somos menos valiosos. ¿A quien le han dicho alguna vez?: Las niñas grandes no lloran o ¡No tienes que ponerte así, no es para tanto!”. Lograr cumplir la expectativa de “no sentir” es imposible. La verdad es que no es natural vivir día a día con otra persona y no tener ningún conflicto, y los conflictos generan en nosotros emociones y sentimientos. Si cada vez que sentimos una emoción de las que llamamos negativas aflora en nosotros el sentimiento inconsciente de que somos malos o débiles flaco favor nos hacemos.
En el manejo de las emociones rara vez damos lo que anhelamos. Dorothy Corkille.
¿Y si tratamos las emociones de los niños como nos gustaría que trataran las nuestras?
Los sentimientos negativos que se expresan y aceptan pierden su poder destructivo. Dorothy Corkille.
Así es, la forma más rápida de liberarse de una emoción con carga agresiva (y la única manera de asegurarse de que no se transformen en otras emociones o síntomas poco sanos) consiste en expresarlas. Si tu permites al niño expresar su rabia, su tristeza, sin intentar que contenga esa emoción, la emoción pasará mucho más rápido y no se estancará.
Escuchar
Ofrecer al niño que dibuje o escriba en un papel lo que siente
Animar al niño a que chute una pelota, o golpee un cojín en lugar de a las personas.
Con los más mayores escuchar sus sentimientos y animarles a utilizar la palabra para expresarse…
Todas estas son vías de expresión de las emociones que ayudan a liberarlas y a que no se acumulen y se transformen en otras emociones más complejas de identificar.
A lo mejor esto ya lo sabes, comprendes que lo más “lógico” sería tratar los sentimientos de tu niño del modo en que te gustaría que te trataran a ti….pero no logras ponerlo en práctica. Seguramente te preguntarás (también en muchas otras ocasiones, como cuando la conducta de tu peque no ha sido muy acertada): Si esto lo sé, ¿por qué no puedo aplicarlo?
Antes decía que nos han enseñado a pensar que las emociones eran malas y que sentirlas estaba mal, es como un patrón cultural extendido por todas partes (frases como “¡Arriba que eso no es nada! ¿Por esta tontería vas a llorar?” es una frase que podemos escuchar decir hasta a una persona que pase por la calle y vea a un niño caerse y hacerse una rasguño en la rodilla). Pero además de eso, cada persona tiene integradas en su inconsciente muchos otros patrones o creencias que a veces nos hacen seguir actuando del mismo modo a pesar de querer hacerlo de otra manera.
Voy a contarte un ejemplo personal para lograr explicártelo mejor:
Cuando mi hijo se enfada con su hermano, en muchas ocasiones siente mucha ira y se desata en él un huracán. Puede pegarle o insultarle o hablarle de modo muy agresivo. Yo sé que la manera más rápida de que esa emoción pase y él logre encontrar maneras asertivas de expresar su enfado, es comprender su emoción, tratarlo con paciencia y retirarlo de la situación con amor para ofrecerle una alternativa de expresión. ¿Pero qué pasa en muchas de estas ocasiones? Que yo me enfado por que se ponga así y no le trato con la comprensión que necesita. Aplico muchas veces los pasos para ayudarle a expresar la emoción pero aún así me he dado cuenta que mi tono de voz y mi lenguaje corporal no expresa comprensión si no desaprobación por su modo de enfadarse.
Entonces, ¿qué es lo que ocurre? Pues que aún tengo la creencia inconsciente (bueno, ya no es inconsciente) de que enfadarse es malo. Junto a esa creencia la emoción asociada que yo tenía era el miedo. Elaboré esta creencia por el miedo que sentía ante el conflicto. Así que la creencia que desarrollé para adaptarme al mundo fue esta: “el conflicto es malo, enfadarse es malo, estaré a salvo mientras no me enfade, nadie se enfade, y no exista el conflicto a mi alrededor”. Y este tipo de creencias las creamos cuando somos pequeños para poder adaptarnos al mundo (cada uno desarrolla sus propias creencias que en ese momento le ayudan a” sobrevivir”) y se quedan en nuestro inconsciente influyendo de manera automática. El mensaje de la sociedad en general fue el mismo para todos pero cada uno desarrolló sus propias creencias entorno a ese “mensaje”….por eso a veces no basta con saber que queremos hacer las cosas de otra manera porque nos parece mejor así.
Cuando vivimos una situación que activa nuestra creencia enseguida aparecen en nuestra mente pensamientos relacionados: “No puedo permitir que esto ocurra”, “esto es lo peor”, “¡esto no puede ser!, ¡no hay manera que deje de pegar a su hermano ¿o qué?!, etc”. Y estos pensamientos que son casi fugaces y activan del mismo modo fugaz la emoción asociada (como el miedo). Esto ocurre muy rápido y tu estás actuando en piloto automático y haciendo justamente lo que no quieres hacer o lo que no te gustaría que te hicieran a ti (por ejemplo tratar sin comprensión una emoción).
¿Qué es lo primero que podemos hacer para romper este círculo?
Cambiar esa creencia que en estos momentos nos limita y ya no nos resulta útil por otra. Y dirás….¿y cómo sé qué creencia tengo? Pues vas a necesitar abrir muy bien tu atención y tomar conciencia de qué es lo que estás sintiendo en tu cuerpo. El único esfuerzo que tendrás que hacer es parar a observar tu cuerpo y descubrir qué emoción estás sintiendo. Cuando reconozcas la emoción estarás más cerca de descubrir tu creencia, entonces será el momento de seguir prestándote atención y esta vez descubrir los pensamientos que pasen por tu cabeza en esos momentos. Poco a poco, a medida que vayas tomando conciencia sobre ti misma, tu creencia irá emergiendo y algún día la descubrirás.
Parece complejo pero no lo es, tan solo necesitas prestar atención un poquito más cada día, vivir de un modo más consciente, en el aquí y ahora, y observar lo que vas descubriendo (incluso anotarlo si quieres). Existen muchas técnicas que nos ayudan a vivir de un modo más consciente, como la meditación, pero también puedes aplicarlo en tu día a día en cada rutina que realices: prueba a lavarte los dientes y centrar la atención en las sensaciones que sientes en la boca….prueba a lavar los platos concentrándote en lo que haces sin dejar que tu mente se vaya a planear qué hacer de cenar….
Una vez descubras tus pensamientos y tus creencias necesitarás trabajar para cambiarlos por unos nuevos que te ayuden a actuar de un modo distinto. Por ejemplo, siguiendo con el ejemplo de antes, yo estoy trabajando por grabar en mi mente que el conflicto no es malo, que enfadarse no es malo, y que gracias a no estar de acuerdo y a tener oportunidades de enfrentamiento es como aprendemos a gestionar las situaciones de conflicto.
Cuando este proceso esté instaurado y en mi mente comiencen a funcionar los nuevos pensamientos de manera automática, podré tratar los sentimientos de ira de mi hijo del modo tal y como yo deseo. Mientras tanto, intento ponerle más y más conciencia a los momentos de conflicto para que me sirvan de entrenamiento y lograr hacer el cambio de chip.
Resumiendo, si quieres tratar los sentimientos de los niños de un modo más paciente y asertivo primero tendrás que descubrir qué se activa en tu inconsciente cuando te encuentras ante sus emociones. Descubrir las creencias que tienes sobre las emociones, qué miedo se activa en ti cuando ves a tu hijo llorar, o enfadarse mucho, o frustrarse es lo que te va a llevar a comprender porque te cuesta tanto tratar con empatía algunas emociones de tus hijos…. La información y la practica de “x” pasos te pueden ayudar a cambiar la forma de actuar, pero cuando no logras cambiarlo relativamente fácil es porque alguna creencia te está manteniendo apegada a esa forma de actuar.
Espero que este artículo te haya resultado útil. Con este artículo comienzo una serie de artículos relacionados con las emociones, los niños y cómo tratarlas de manera asertiva para enseñarles a gestionarlas. Si quieres estar al tanto de todos los artículos que publico, puedes inscribirte a la Newsletter justo aquí abajo, ¡es gratis! y te envío los artículos a tu email para que no te los pierdas.
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Nuria.
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