Peleas entre hermanos

Algo que he logrado comprender gracias a la comunicación no violenta (por cierto te recomiendo el libro) y, en especial a escuchar una frase concreta en voz de Rocío Gómez Sanabria es que, en el conflicto es dónde hay crecimiento; en las relaciones humanas es dónde existe el desarrollo. Sin ello no podríamos evolucionar, conocernos mejor a nosotros mismos y desarrollarnos plenamente.

Las peleas entre hermanos son totalmente normales y sanas. Se pelean por un juguete porque no saben gestionar sus emociones y al cabo de 5 minutos están riendo y abrazándose. No guardan ningún tipo de rencor. Ellos viven en el presente y lo pasado, pasado está. Si no se puede cambiar ¿para qué preocuparnos?

Pero existe otro tipo de peleas que seguro son las que más te preocupan. Son aquellas que nacen del enfado, del conflicto de verdad y los niños sacan toda su ira en el conflicto. Pues bien, éstas peleas son también una gran fuente de aprendizaje, porque cómo decía al principio, en el conflicto es dónde se crece (interiormente). Gracias a los conflictos tienen oportunidades para practicar la negociación, la búsqueda de soluciones, para aprender que no existe un único punto de vista sobre las cosas, para aprender a cooperar… Todo es práctica y repetición, y los hermanos en tener opiniones opuestas son expertos. ¿Verdad? A más conflictos más práctica, y más oportunidades para aprender a gestionar conflictos.

Lo primero de todo quiero pedirte que cambies la creencia de que las peleas son malas. No es que sea bueno acabar a puñetazos, me refiero que tener conflictos es bueno. Está claro que necesitamos enseñar a los niños a llegar a acuerdos sin llegar a las manos, los gritos o los insultos. Pero el conflicto en si no es malo, al contrario, es muy positivo, y con los niños lo que ocurre es que aún no saben gestionar los conflictos al estilo “socialmente adecuado” y lo hacen al estilo “instintivo”.

Hay muchas cosas que podemos hacer para ayudar a los niños a que aprendan a llegar a acuerdos sin pelearse pero sobretodo hay muchas cosas que podemos NO HACER para que los niños vayan resolviendo los conflictos por si mismos de un modo adecuado. Las habilidades necesarias para gestionar un conflicto de manera adecuada van a ir aprendiéndolas con el tiempo, poco a poco. Y estas habilidades las aprenderán en momentos de calma, no en caliente y cuando están en plena pelea. Por eso, mi recomendación es…mantente al margen a no ser que sea estrictamente necesario….. Voy a explicarme un poco más.





Por supuesto, habrá situaciones que no podemos tolerar y en las que debemos intervenir…seguro tu sabes dónde está el límite en el que una pelea entre hermanos cambia a una agresividad excesiva. Pero antes de ver cómo intervenir en estas situaciones en que la ira se apodera de los niños vamos a ver algo:

¿Qué ocurre cuando intervenimos en una pelea?

Muchas veces las peleas entre hermanos tienen más que ver con los padres de lo que nos pensamos. Suelen ser una manera, de cualquiera de los dos niños implicados, o de los dos a la vez, de llamar nuestra atención para sentir así que son importantes o para expresarnos una necesidad. ¿Por qué? Porque intervenimos, dejamos todo lo que estemos haciendo para ir a separarlos. Los niños interpretan que si para eso sí puedes dejar el movil, dejar de limpiar o dejar de trabajar, será porqué eso es lo importante y eso es lo que hay que hacer para expresar necesidades.

Un niño siempre preferirá la atención de sus padres, aunque solo sea para reñirle o castigarle, a que lo ignoren y no lo atiendan. Y los adultos también preferimos cualquier cosa antes que la indiferencia.

Te voy a proponer algo que te sonará muy descabellado: Dejar de intervenir en sus peleas y permitir que las solucionen sol@s.  ¡¡Qué miedo!! ¿Verdad? Tranquila, esta es la esencia, pero luego hay muchos matices…no vas a dejar que se rompan jarrones en la cabeza… Sigo explicándome….

¿Qué ocurre cuando intervienes en las peleas de los niños? Intentas posicionarte con quién crees que tiene la razón, con el que ha sido agredido, intentas ser lo más coherente, equitativa y justa posible, e intentas también compensar las veces que te posicionas con uno y con otro, para intentar defender a los dos por igual… pero… ¿crees que se puede conseguir? ¿Crees que los niños lo perciben así? ¿Cada vez que te posicionas por uno, qué ocurre con el otro?

Si nos posicionamos hacia un@ de los dos el otro queda en la posición de perdedor. Ocurre como con las luchas de poder que a veces establecemos los padres con los hijos: si uno gana el otro pierde. Y seguro que no queremos que ninguno de los dos se convierta en “el perdedor”. No basta con un día ganas tú y otro yo, es necesario ganar lo dos. La técnica del Win-Win o gana-gana.

Cuando intervenimos en sus conflictos lo único que estamos consiguiendo es aumentar su rivalidad.

Es muy fácil que sin darnos cuenta los estemos empujando a asumir un rol sobre sí mismos: uno puede adquirir el papel de víctima y otro el de conflictivo.

Tengan el rol que tengan los dos niños se van a sentir mal y poco capaces.

Cuando un niño asume el papel de víctima, suele creer que necesita que lo defiendan siempre porque él no es capaz de hacerlo solo. Aunque en un principio crea que ha ganado o que se ha salido con la suya, poco a poco se va forjando la creencia de que si su papá o su mamá le solucionan el problema siempre es porque en realidad él no sabe. El pensamiento inicial de “que bien, me defienden a mi” acaba convirtiéndose en una creencia inconsciente que le dice: “tu no eres capaz de solucionar las cosas solo”.

Si un niño asume el papel de el que siempre empieza o el conflictivo, interiorizan que son malos porque siempre tienen ellos la culpa, así que su sentimiento de capacidad también se ve afectado. Además pueden intensificar su conducta porque intervenir continuamente en su conflicto puede actuar como una etiqueta que le ponemos al niño. Se encargarán de encontrar los conflictos y de ser el agresor; cumplirá así la profecía de su propia etiqueta.

Por mucho que intentemos no apoyar siempre al mismo niño, es imposible que seamos equitativos al 50%, y aunque lo consiguiéramos estadísticamente, a los niños no les llegaría el mensaje global de un día me pongo a tu favor y otro día a favor de tu hermano los dos estáis empate. Cada niño interpretaría a su manera los echos,  como el pasado para ellos no es importante y viven en el presente no recordarían si antes te pusiste a su favor. Simplemente ellos se quedarían con el “yo soy el perdedor ahora”. Y ese “yo soy el perdedor” que se repetirán un día, y al otro, se les va instalando en la mente de manera inconsciente. No recordarán el hecho, se quedarán tan solo los pensamientos y las emociones que sintieron.

Para terminar de desmontar la necesidad de intervenir en sus conflictos…. ¿estarían aprendiendo a llegar a acuerdos, a encontrar soluciones satisfactorias para las dos partes? ¿O estarían aprendiendo tan solo a resignarse y a aceptar que un día gana uno y otro día gana otro? ¿Realmente que esto se puede llevar a la vida adulta de un modo equitativo? Yo creo que no y te invito a que lo compruebes por ti mismo.

¿En una relación de amistad, o de pareja, o familiar? Cada crees que sirve el “hoy te fastidias tu y mañana yo”?Adaptarnos a las situaciones no es nada malo, y todos tenemos que saber bajarnos del burro cuando toca y ceder un poco, pero sin que eso nos sitúe en la posición del perdedor, ya que eso no sería respetuoso con nuestras necesidades. Imagina que eres alérgico al gluten y que cuando vas a cenar con tu pareja un día eliges tu y un día elige él.  Y cuando le toca a él elige ir a cenar a un restaurante de pizzas (y no me refiero a uno en el que también hagan pizzas sin gluten precisamente)  y como a ti te toca “fastidiarte” pues no puedes ni siquiera negociar el buscar un lugar dónde hagan pizzas de los dos tipos, por ejemplo. No sería nada respetuoso contigo y si tu aceptaras esa situación como algo frente a lo que no puedes hacer nada sería señal de poco amor por ti misma.

Éste es un ejemplo exagerado pero hay situaciones como éstas en las que a veces renunciamos a ser respetuosos con nuestras necesidades porque creemos que lo que toca es fastidiarnos. Si prestas atención quizás descubras alguna en tu vida y puedas decidir cambiarla.

Con los niños y los conflictos que tienen ocurre lo mismo, para ellos el motivo por el que están diciendo justo lo contrario a su hermano es importante y renunciar a ello les supone mucho. Si les permitimos que ellos solucionen sus problemas seguro que llegan a una conclusión que les permite ganar los dos, estar de acuerdo y convencidos de lo pactado, mucho más que si tu intervienes y con toda tu buena intención utilizas la lógica y la justicia para intentar solucionar el problema. La mejor justicia en esas ocasiones será la que ellos mismos acuerden.

Antes de terminar, quiero recuperar el tema de las peleas que llegan a “las manos”. Está claro que ahí sí debemos de intervenir, y ahora que ya has leído todo el artículo seguro que ya sabes como hacerlo ¿verdad? Exacto, de manera neutra, sin posicionarte hacia uno u hacia otro. Pero no todo son peleas que llegan a las manos, los hermanos tienen al cabo del día un montón de conflictos en los que intervenimos y que no era necesario: cuando se discuten por un juguete, cuando quizás están los dos estirando del mismo muñeco y diciendo “¡Que es mío!”, por ver unos dibujos diferentes en la tele….. Te invito a que comiences tu No intervención por esos pequeños conflictos. Si los niños son pequeños, vigila, supervisa para que no se hagan daño, pero no intervengas. Verás que esa es la mejor manera para que los conflictos no crezcan.

Este es un tema que da mucho de si y de momento te dejo estas reflexiones para que vayas pensando en ellas. La semana que viene publicaré la segunda parte de este artículo en el que quiero darte ideas o trucos para que logres NO INTERVENIR, porque sé que ahora mismo estarás pensando…. “si, si, muy bien pero cómo lo hago cuando el niño tenga el jarrón en la mano y esté dispuesto a lanzárselo al hermano…..”  (toque de humor

 

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