Un resumen de mi primer parto es que acabó en inducción a la 41 semanas, con oxitocina, rotura de bolsa, epidural, maniobra de Kristeller, episiotomía, y que la inducción fue todo un "éxito" pues a las 6 horas tenía a mi hijo. Después llegó la lenta recuperación, no poder disfrutar de mi hijo hasta pasado más de un mes y de las relaciones con mi marido hasta pasado más de un año.
Con mi segundo hijo quise que las cosas fueran distintas, me atreví a probar un parto natural pensando que quizás tanta intervención médica, incluyendo la epidural que yo misma escogí por miedo al dolor, fue la culpable de mi penosa recuperación.
Así que di a luz con la doctora Gaia Zocchi en la Milagrosa de forma natural a la semana 41 (curiosamente igual que con mi primer hijo) pero de una forma tan distinta...
Llevaba con contracciones casi todo el embarazo, las últimas semanas bastante dolorosas, y el viernes 25 de Diciembre por la noche también tuve. Yo pensaba qué pesadas contracciones, y no sirven para nada, sigo sin ponerme de parto. Me despierto varias veces, como todas las noches, y siempre noto una contracción y me vuelvo a dormir. A las 6 empiezo a pensar que tengo más contracciones que otras noches y me pongo a mirar el reloj... las tenía cada 7 minutos. Me levanto al sofá y como no se detienen llamo a mi marido a las 6.30 para que se prepare. Me ducho, las contracciones duelen pero no eran mucho peores que las de los días anteriores. A las 7.30 llamo a mi doctora, me dice que calcule estar en la clínica sobre las 9.15, que si voy muy pronto me voy a agobiar. Aviso a mis padres para que vengan a quedarse con mi hijo, para entonces ya dolían bastante más las contracciones, me alivian los movimientos de pelvis. Se me empieza a ir un poco la cabeza (creo que eran las endorfinas), y me imagino que los movimientos son una especie de baile con mi bebé. Tengo ganas de vomitar con cada contracción, la doctora me dice que es normal, que es por el dolor. Pensé que era curioso porque he tenido dolores más fuertes y no he tenido ganas de vomitar, supongo que la Naturaleza me estaba diciendo que no desayunase... menos mal que hice caso pues vomité un poco más tarde y tenía el estómago totalmente vacío.
Cuando llegan mis padres me empiezo a agobiar, mi madre habla mucho y me hace pensar... me quiero ir de casa... bajamos al coche y el viaje fue muy desagradable, no podía mover la pelvis con cada contracción y me molestaba hasta apoyar el culo en el asiento. Mi marido me deja en la puerta de urgencias, no me atrevo a bajar al aparcamiento de la clínica porque las contracciones son cada 3-4 minutos... Cuando llego me recibe el matrón, al poco llega mi marido y yo me tumbo de lado en la cama, no quiero ni moverme, estaba a gusto. El matrón me explora, estoy de 5 cms. pero la cabeza está muy baja y me dice que falta muy poco. Me dice que si quiero meterme en la bañera, no me apetece! Me dicen que si quiero música y tampoco quiero, sólo quiero estar tumbadita de lado. En una contracción muy fuerte se rompe la bolsa, el matrón sale un momento y en la siguiente contracción me entran unas ganas de empujar increíbles. Me asusto porque si estaba de 5 cms. cómo iba a ponerme a empujar?! (EDITO: después me explicaron que al romper la bolsa la cabeza del bebé bajó de golpe y dilaté completa). Llega el matrón y la ginecóloga, casi no le doy tiempo a vestirse. Aguanto las ganas de empujar dos contracciones más, sé que es muy importante aguantar un poco para que el periné se distienda y no se rompa, es para lo que me he preparado todo el embarazo... me da mucho miedo romperme otra vez... En la siguiente contracción la doctora me pide que empuje, pensaba que iba a doler mucho pero es un alivio! Paramos y mi marido me va diciendo lo que va asomando la cabecita, y yo no me lo creo pero me anima que lo estoy consiguiendo... en la siguiente contracción la cabecita asoma un poquito más... en la siguiente un poco más, y en la siguiente me piden empujar más fuerte y esa sí que duele!!! Quema, escuece, arde, pero dura muy poco, y noto como sale la cabeza, un pequeño alivio y cómo sale el cuerpo. Me ponen a mi bebé encima y está tan calentito... es una sensación que nunca olvidaré, huele como un ramo de flores marchitas. Mi marido corta el cordón, ve salir la placenta... me hace gracia que mi marido se marea con la sangre, que de mi primer parto se tuvo que salir cuando me hicieron la episiotomía, pero esta vez es distinto, es sangre de vida.
Al poco pregunto a la doctora si me tiene que dar puntos, cree que me tiene que dar uno... pero no! Ni un sólo punto, nada! Sólo tuve dos heridas en los labios internos de la vulva, que me han molestado mucho al orinar durante unos días, pero que ya no me molestan nada, y sólo han pasado 9 días desde que di a luz.
Este recuerdo es para toda la vida... el de mi primer parto por desgracia también. De mi primer parto siempre recordaré a la matrona que me decía que no sabía empujar y lo ajena que me sentí a todo lo que ocurría a mi alrededor. De mi segundo parto siempre recordaré el olor de mi niño y que yo solita (con la ayuda de mis acompañantes) di a luz a mi bebé.
Por último quiero dar gracias, aunque no lleguen a leerlo a Tuty, por su preparación al parto tan especial, por hacerme confiar en mi cuerpo, a Esther, por el vídeo del nacimiento de Xandro que me hizo sentir envidia al ver lo bonito que fue su parto, a Gaia (gine) y Miguel (matrón) por transmitirme tranquilidad, y a mi marido por darme su apoyo en el embarazo y parto.
Lo que más me gustaría es que este mensaje sirviera para hacer perder el miedo al dolor a las mujeres, es cierto que se pasa mal, pero el esfuerzo merece la pena. Nos han hecho creer que el mejor parto es el que no duele, pero yo he tenido las dos experiencias y ahora el único parto que duele cuando lo recuerdo es el de mi primer bebé. El segundo es el recuerdo de un parto precioso.