El parón se debió a que el pasado 25 de junio nació mi pulguito y desde entonces no me había pasado por aquí pero espero que entendáis que he tenido las manos ocupadas
Hoy retomo un poquito la actividad y vengo a contaros cómo fue mi segundo parto.
Mi segundo parto
Aunque di a luz el día 25, el día 24 ya estuvimos en el hospital porque tenía contracciones muy muy seguidas, llegando a ser cada dos minutos. Tardamos unas horas en acudir al hospital puesto que este ya era mi segundo parto y sabía por propia experiencia que las contracciones que estaba teniendo no eran contracciones de parto normales ya que eran muy flojeras. Al final terminamos yendo igualmente por lo seguidas que me estaban dando.
Al llegar me pasaron a monitores y cada vez se fueron espaciando más y más hasta que casi se pararon. Me vio un médico y me dijo que estaba de dos centímetros pero que estaba “todo muy arriba”.
Me mandaron a casa y me dijeron que volviese cuando tuviese las contracciones cada 5 minutos durante al menos tres horas.
Ese día íbamos a comer a casa de mis padres así que nos fuimos igualmente y yo seguí teniendo contracciones cada media hora más o menos. Ya nos fuimos para casa y por la noche se hicieron cada vez más intensas hasta llegar a ser cada 5 minutos. Aguanté las 3 horas que me habían dicho en la cama, avisé a mi señor esposo y salimos pitando al hospital.
Cuando llegué, me miraron de nuevo y me dijeron que estaba dilatada de 6 y dejaron a mi marido que viniese conmigo a monitores. Entregué mi plan de parto y enseguida nos subieron a la planta donde daría a luz.
Entramos al paritorio y llegó Sara, una chica encantadora que nos comunicó que sería mi matrona durante el parto.
Ya le habían indicado que había presentado un plan de parto y rápidamente la muchacha se ofreció a traerme una pelota de Pilates, la cual acepté en ese mismo momento y me vino genial para pasar las contracciones.
Cada vez iban siendo más fuertes y me iba ayudando mi marido haciendo presión en los riñones que era lo que más me aliviaba. Igualmente, Sara me trajo unos sueros calientes para que me pusiese en la zona y me aliviase el dolor.
Todo iba bastante bien hasta que ya empezó a ser un dolor algo mayor y Sara me recomendó que me tumbase en la camilla para probar otras posiciones que me pudiesen aliviar más. Así lo hice y el ponerme de lado ayudó un poco.
Pero solo un poco ya que iban doliendo cada vez más y más. Ya llegó un punto en el que cada vez que me venía una contracción lloraba del dolor. Se iban turnando marido y matrona para darme masajes en los riñones y todo el rato me recordaban respirar profundo porque con el dolor es que se me iba completamente.
Pero ya llegó un momento en que el dolor no era soportable.
Le pedí a Sara que me dijese de cuánto estaba para ver si podía aguantar más o no. Me hizo un tacto y me dijo que estaba de 8. Al preguntarle que cuánto más podría quedar, me dijo que eso no se podía saber pero que quizás unas 2 horas más.
Me dijo que si rompíamos La Bolsa, que hasta entonces seguía intacta, podría ir un poco más rápido pero que no me podía asegurar nada.
No quise que me tocasen la bolsa, prefería que se rompiera sola y entonces pedí la epidural. No me veía capaz de soportar el dolor tan intenso durante al menos dos horas más.
La espera se me hizo eterna pero finalmente vinieron, me entregaron los papeles que había que firmar y me la pusieron.
Fue todo muy doloroso ya que lleva su tiempo y las contracciones cada vez eran más seguidas además de más fuertes y yo tenía que estar sentada y muy quieta. Me pusieron una almohada en las manos y yo no sé cómo no la rompí.
Después de eso, llegó el descanso.
No fue un descanso demasiado largo pero lo justo para poder reponer algo de fuerzas porque estaba agotada de dos días sin dormir y los esfuerzos por las contracciones.
Pasado un rato, volvió Sara a la habitación y me dijo que íbamos a comenzar con los pujos poco a poco. Que cada vez que sintiese ganas de empujar, que lo hiciese.
En mi anterior parto me pasó igual, que yo no sentía como tal ganas de empujar, así que yo estaba pendiente del monitor y cuando llegaba a determinado número, pues empujaba. Sí que sentía algo casi todas las veces, pero no lo definiría como ganas de empujar. aún así yo lo hacía y en uno de esos pujos, se rompió la bolsa por sí sola.
Durante todo este embarazo, he estado yendo a mi fisio de suelo pélvico y tenía muy presente los consejos que me había dado de cómo hacer los pujos sin hacer fuerza a lo loco, sino de forma controlada, con la respiración como ella me había enseñado y que evitase ponerme boca arriba puesto que no favorece nada la salida del bebé y a toda costa quería evitar una episiotomía y la maniobra kristeller que me tuvieron que hacer en mi primer parto.
Todos los pujos los estaba haciendo estupendos, estaba de lado, en una posición relativamente cómoda y todo estaba yendo perfecto hasta que de pronto hubo cambio de turno.
Dado que esto se está alargando demasiado he decidido cortar aquí y terminar de contar la segunda parte la semana que viene ya que lo que falta por contar es realmente la parte intensa, complicada y dolorosa.
Os espero la semana que viene en la segunda parte de mi segundo parto
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