El nuevo juguete lo tiene todo: es DIY, reciclado, barato, educativo y, encima, de temporada. Porque de paso que aprendemos los colores y los números le voy explicando cuáles son los frutos del otoño y por qué el suelo está lleno de hojas marrones. Ah, y claro, por supuesto es sencillísimo. Tan sólo hay que pintar los huecos de las hueveras de colores y la parte más clara de las castañas que no se pueden comer (que me acabo de enterar que les estaba llamando incorrectamente pilongas).
El rojo no podía faltar en nuestra huevera, pero añadí también el azul y el verde, por empezar con unos pocos colores e ir ampliándolo. Desde bebé siempre le ha llamado la atención el color rojo. Toda la comida de este tono le vuelve loco: tomates, fresas, cerezas, zanahorias e incluso la remolacha se la come a mordiscos. Y, en cuanto lo vio, también fue directo a por la castaña roja, claro.
He pintado también con la pintura de dedos (hay que dejar secar las castañas por la noche para que no manchen) las caperuzas de las bellotas. Sirven para contar en cada hueco o simplemente para buscar qué bellota va con su txapela, puesto que no todas encajan.
Como aún no habla, me aseguro de que sabe qué color es cada uno cuando le doy instrucciones para que meta la castaña dentro de su color correspondiente. Cuando ya lo domine, podré pedirle que la roja vaya al hueco azul, por ejemplo, algo que exige a los pequeños mucha concentración. O podré decirle que meta dos bellotas en el verde y solo una en el rojo, para que se familiarice con los números. Aunque de momento sólo ha jugado a rellenar huecos sin sentido. Poco a poco.
Y si la idea os ha gustado y os apetece seguir reciclando hueveras de cartón, aquí os dejo otras ideas que he encontrado por la web: para jugar con unas pinzas, para contar garbanzos por el método Montessori o simplemente para construir helicópteros.