Aceptar las emociones y permitir que el niño sea dueño de sus propias emociones.
¿Cuántas veces le decimos a un niño que se acaba de caer y se ha hecho daño en la rodilla: "¡Eso no duele!" o "¡Eso no es nada!" Y ¿Cuántas veces le decimos a un niño que tiene miedo de algo ?: "¿¡Pero si eso no da miedo!?". Lo hacemos con la mejor intención, que se le pase el miedo, pero el niño no lo interpreta así. El respeto por los sentimientos del niño forma parte del respeto de su persona.
Las emociones existen, las vivimos cada día varias veces y lo mejor que podemos hacer es aceptarlas, quererlas y aprender a gestionarlas. Para enseñar a los niños a gestionar sus emociones primero tenemos que enseñarle a ponerle nombre a lo que sienten, y para ello tenemos que permitirles sentirlas y reconocer que son dueños de sus emociones. Nadie puede dominar las emociones de otros. Si negamos sus sentimientos, estaremos afectando a su autoestima.
"La seguridad psicológica del niño se resiente cuando se niega la propiedad de los sentimientos".
Sin darnos cuenta, los padres intentamos que los niños sientan como nosotros, sin dejar que sean dueños de sus sentimientos. Los niños se enfadan y demuestran sus sentimientos haciendo cosas que no son aceptables y que a los padres nos disgustan mucho: pegar a otro niño, destrozar un juguete, tirarse al suelo a patalear, llorar muy intensamente.... ¿Cual suele ser nuestra reacción?: "Eso que has hecho está muy mal, pide perdón inmediatamente" o "No se llora, deja de llorar ya". Nos saltamos un primer paso muy importante: Reconocer la emoción que está sintiendo el niño. Si llora es por algo, si patalea también; no lo hace porque si, lo hace porque por dentro está sintiendo una fuerza intensa que le genera tensión o un nudo en la garganta.
¿Que podemos hacer cuando un niño tiene malas conductas desencadenadas por sus emociones?
Está claro que la conducta de los niños necesita unos límites, en el capítulo 2, sobre la seguridad psicológica hablé de los límites y de lo necesarios que son para guiar al niño en su aprendizaje dentro de la sociedad. Pero dejar que el niño sea dueño de sus sentimientos no significa dejar que haga todo lo que quiera. Imagina que estás en el parque y tu hijo está pegando a otro niño porque le ha quitado sus palas. Una opción que respeta sus sentimientos y que limita su conducta es decirle: "¡Pepito, deja de pegar al nene ahora mismo! Sé que estás muy enfadado.... ¿quieres explicarme lo que ha pasado?"
Otro ejemplo es cuando el niño se cae y empieza a llorar. Para reconocer su emoción, en lugar de decirle "eso no es nada" podemos decirle "vaya, te has dado un buen golpe" o simplemente preguntarle "¿te duele mucho?". Y si llora dejemos que se desahogue en lugar de exigirle que deje de llorar. Dejará de hacerlo mucho antes si permitimos que saque a fuera la emoción.
Dar una salida aceptable a la emoción que siente el niño en ese momento es una buena manera de ayudarle a canalizarla. Además de pedirle al niño que nos lo explique, también podemos proponerle que haga un dibujo de lo que ha pasado o pedirle que respire hondo y que luego expulsen el aire por la boca como si quisiera sacar todo el enfado de dentro. Todo dependerá de la edad del niño, de su comprensión y de lo que haya ocurrido. Con los más pequeños, que no pueden explicarnos lo que sienten o utilizar otra técnica que canalice su emoción, la herramienta más liberadora de la emoción que podemos ofrecerle es un abrazo, (además de decir nosotros el nombre de la emoción que está sintiendo).
Sí el niño ha entrado en una rabieta, al ver que no le dejamos hacer lo que él quería, y no quiere darnos un abrazo lo único que podemos hacer es acompañar al niño en su rabieta, sin decir nada y a poder ser manteniendo el contacto con él.
Todos somos únicos e irrepetibles. Los niños también.
"El sol brilla sobre nuestro programa de seguridad psicológica, sólo cuándo damoslugar a las diferencias, sin retirar nuestra aprobación". (fragmento de libro el Niño Feliz, de Dorothy Corkille).
Todos los niños son diferentes. Incluso los hermanos criados por los mismo padres, en un mismo colegio, y en un mismo barrio, son diferentes. A su vez, son muy diferentes a sus padres. Permitirles ser diferentes y demostrarles aprecio por lo que son como persona, les ayudará a tener una buena autoestima. (Lo hablamos en el capítulo 5).
"Admitir la "propiedad" del niño sobre sus sentimientos y reacciones personales tiene grandes efectos sobre su autoestima. Ello es lo que les permite decirse: "Está bien que yo sea yo". Mis experiencias internas son legítimas, aunque difieran de las de mis padres. Y el alentar ciertos sentimientos en ciertas ocasiones no disminuye en modo alguno mi valor como persona." Dorothy Corkille.
Si hemos estado haciendo que nuestros hijos repriman sus emociones, en el momento en que le permitamos que las expresen, su manera de expresar las emociones se volverá, temporalmente, más fuerte, pareciendo que en lugar de ir hacia delante vamos hacia atrás, pero no es así. Todo dependerá de la tensión acumulada que tenga el niño de controlar emociones, pero una vez que se haya liberado de todas, la expresión de sus emociones se volverá más rápida, menos dolorosa para él y más "ligera" para nosotros.
Y para terminar, y como digo en muchos de los capítulos, mira en ti misma y permítete a ti también ser la dueña de tus emociones, expresarlas, canalizarlas y liberarte de ellas.
Ya solo nos quedan 2 capítulos para terminar la serie, pero os adelanto que para los que están suscritos a la newsletter, estoy preparando un capítulo extra para profundizar en este tema: "Cómo manejar los sentimientos del niño" y sólo lo enviaré por e-mail. Si no te lo quieres perder, ¡apúntate aquí!
Capítulo 5. El respeto y el aprecio: Quiéreme hasta el infinito y más allá
¡Hasta la semana que viene!