Como madre debo decir que disfruto enormemente dialogando con mis hijos, escuchando todo lo que atropelladamente me cuentan cada día tras el cole. Como madre debo admitir también que, como tantas otras madres y padres, en ocasiones creo que no me cuentan suficiente, que me quedo sin saber qué ha ocurrido en el cole y con qué conflictos batallan.
Y es que en verdad quizás mis objetivos al conversar con ellos no coincidan con los suyos. Ellos, al igual que cualquier otro niño de su edad, al conversar con nosotros buscan nuestra aprobación, nuestro apoyo. Buscan resolver sus dudas o obtener algo que desean. En cambio, lo que los padres intentamos lograr conversando con nuestros hijos es obtener información sobre qué les preocupa, por qué se comporta de un modo u otro, si hay alguien que les molesta, cómo se sienten en el cole, …
¿Cómo mejorar el diálogo con nuestro hijos?
Como vemos no siempre padres e hijos estamos en sintonía, ni siempre encontramos el mejor momento para hablar con ellos. Así que nos toca a los padres adaptarnos, saber qué momento es mejor para hablar con ellos estando siempre disponibles sin tener en mente un objetivo concreto. Así que padres y madres debemos aprender a conversar con nuestros hijos por el simple placer de comunicarnos y estrechar nuestros vínculos afectivos.
Sabemos que justo antes de acostarse, cuando viajamos en coche o cuando los recogemos o llevamos al cole son momentos muy favorables al diálogo. Hay que dejar de lado las típicas preguntas diarias de “¿Tienes deberes?” o “¿has comido bien?” … y dejar que sean ellos quienes inicien la conversación con el tema que tengan ganas de exponer y seguir el curso del diálogo.
Si no nos queda más remedio que preguntar, al hacer preguntas es mejor utilizarlas abiertas del tipo “¿Qué tal ha ido todo?” o “¿Qué nos espera esta tarde?” pero intentando que el niño no lo perciba como un interrogatorio. Sabemos también que muchos niños están cansados de oírnos siempre con las mismas preguntas, tanto es así que muchos acaban por contestar con monosílabos o incluso diciéndonos cualquier cosa con tal de salir del paso.
Si siempre preguntamos lo mismo “¿Qué tal el día? ¿Te lo has comido todo? ¿Te has peleado con alguien? ¿Tienes deberes? …” mandamos un mensaje muy claro a nuestro hijo: esto es lo único que nos importa saber. Nosotros sabemos que no es así pero los niños no entienden todavía la necesidad de los padres a estar informados sobre lo que hacen en el cole, ni la función que debemos cumplir con respecto a ellos: aconsejarles, orientarles, … y que para obtener esa información hay que preguntar.
Dicho esto, debemos ver que va a ser mucho mejor plantearnos las conversaciones con nuestros hijos como algo que fluye espontáneamente, una forma de relacionarnos que mejora la cohesión afectiva familiar.
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