Me doy cuenta que cada cierto tiempo he vuelto y vuelto sobre la misma idea, conocer más sobre esta filosofía. Es un método que cuenta con más de 100 años de antigüedad desde que Maria Montessori lo creó. En él es fundamental el desarrollo a través del tacto. Lo vemos desde bebés, cuando los pequeños se van descubriendo las manos, los pies, y con ellos empiezan a explorar su entorno, reconocer a sus cuidadores, etc. Los bebés crecen, pero como niños no dejan de explorar con las manos: materiales, juguetes, naturaleza…
María Montessori adoptó las ideas principales de la educación de los sentidos y la educación del movimiento y las adaptó y desarrolló su propio método, tras trabajar durante años con los niños, observando y experimentando con los pequeños. Ella habla de respetar los ritmos de los niños, sus intereses y acompañarlos en su aprendizaje. El niño es el protagonista en este método.
Siempre he creído que uno aprende equivocándose, y prefiero dejar que mis hijas ganen autonomía dejando que hagan las cosas por si mismas, aunque el agua se caiga al ponerla en el vaso, o la ropa no quede bien doblada en el armario, o la mesa no quede perfecta. Pero no siempre he sido así. Al principio, con terremoto mayor, creía por aprendizaje que a los niños no se les puede dejar experimentar. Mejor no dejar que lo hagan solos, para que no se rompa nada, para que no se manchen, etc.. hasta que sean más mayores y sepan hacerlo. Pero la veía explorar…y me gustaba que desordenara la librería (recuerda que soy amante del caos) buscando su libro favorito, o para pasar las hojas de uno de mis libros.
Me gustaba que intentara beber de un vaso sin tapa de aprendizaje, que intentara comer sola aunque al comida terminara en cualquier parte…así que con el tiempo fui migrando mi opinión. Cuando nació la pequeña de las terremoto, mi opinión era completamente distinta. No hay mejor manera de aprender que probar, experimentar, intentar. Cosas que la maternidad nos enseña. De hecho, creo que si convertimos las tareas de la vida cotidiana en un juego, los niños las incorporan en su vida diaria. Si las niñas dicen “quiero fregar yo el salón”, la dejaré hacerlo, aunque quede empapado. Prefiero eso que decirle que no y quitarle las ganas de intentarlo, de aprender, de ayudar.
Aun así, no llegue a conocer método Montessori hasta que las niñas ya no eran bebés como para tenerles cestas de tesoros, o para haber reducido la cantidad de juguetes que reciben especialmente en su cumpleaños. Pero igual, era un tema que me quedaba dando vueltas, y he intentado incorporar algunas cosas que he aprendido en distintos cursos.Aunque mis hijas acudan a un colegio tradicional, siempre he intentado informarme para intentar utilizar el método Montessori en casa. Nosotros les adaptamos el armario para que llegaran a todo y se pudieran vestir solas, por ejemplo. Y un tiempo atrás te enseñaba la cadena anual que elaboramos, una de las actividades que hemos hecho en familia.
Ahora quiero seguir aprendiendo, y he descubierto esta escuela para padres especializada, para intentar incorporar aspectos de esta filosofía en nuestro día a día y en nuestra casa. En la escuela te enseñan temas de crianza, cómo adaptar tu casa según este método para crear espacios donde los niños puedan ser independientes y expresar sus emociones, actividades Montessori de vida práctica, matemáticas, lengua, etc..
Ya iré contando cómo sigo aprendiendo sobre este método y cómo vamos incorporando los aprendizajes en casa.