Impotencia, enfado y ganas de tirarlo todo por la borda
Así es cómo se siente mi amiga (y un montón de educadores infantiles más). Enfadados, impotentes y con ganas de tirarlo todo por la borda. Pero no lo hacen. Y no creo que lo hagan porque les importa muchísimo los niños. A veces dudo de que la gente sepa realmente lo mal tratados que son y lo poco reconocido que es su trabajo. Hace tres años, cuando trabajaba como educadora infantil la situación estaba mal. Pero tenía la ilusión de que las cosas mejorasen y cambiasen.
Obviamente, esa ilusión se ha venido abajo completamente. Hay muchos educadores infantiles que no cobran al final de mes (porque el ayuntamiento no puede pagarles porque no tiene dinero). Educadores infantiles que no dan a basto y que no pueden atender a todos los niños que tienen en su aula porque no tienen ningún apoyo. Y educadores infantiles que no pueden favorecer el desarrollo de todos los niños cómo realmente quieren porque les faltan horas en el día.
Sueldo bajo, mucha responsabilidad y poco reconocimiento
Esa es la realidad de muchos educadores infantiles. El sueldo de la mayoría de ellos no es acorde a todo lo que hacen. Y mucho menos a su responsabilidad. ¿La gente ha pensado alguna vez todo lo que tienen que hacer los educadores infantiles? Creo que no. O al menos no detenidamente. Está claro que es una profesión vocacional pero tener a más de veinte niños en un aula sin ninguna ayuda, agota a cualquiera.
Parte de la sociedad no valora para nada el trabajo de los educadores infantiles. En países como Finlandia los educadores, maestros y profesores cuentan con un alto reconocimiento de políticos y padres. Para ellos, la enseñanza es una profesión sumamente importante y tienen muy en cuenta la opinión de los docentes para tomar cualquier decisión sobre aspectos educativos. ¿En España pasa eso? ¿La opinión de los educadores infantiles, maestros y docentes importa? Más bien poco.
Conciliación y asistencia en vez de creatividad y estimulación
Desgraciadamente, cada día que pasa me doy cuenta que las escuelas infantiles son un lugar de conciliación y asistencia. Los padres llevan a sus hijos al centro porque tienen que trabajar y no tienen a nadie que les ayude. Esperan en la puerta de la escuela infantil a las siete y media de la mañana (horario ampliado con desayuno y recogen a los más pequeños cuando terminan. En el caso de las escuelas infantiles del ayuntamiento la jornada termina a las cuatro pero hay centros privados que están abiertos hasta las ocho.
Hablemos de los últimos. Hay niños que entran a las nueve a la escuela y no salen hasta las ocho de la tarde. Puede que haya padres que ese tiempo estén trabajando pero bastantes de ellos dejan a sus hijos hasta esas horas para poder hacer sus cosas sin que los más pequeños molesten. Hay escuelas infantiles que están abiertas bajo demanda de los padres (incluso los fines de semana). “oye, tengo que ir a un sitio el sábado por la mañana, ¿podríais…?” Y así sucesivamente. Cada día que pasa, los educadores infantiles son considerados como asistentes de la infancia en vez profesionales de la educación.
Padres que exigen y critican en vez de apoyar y colaborar
Pues sí, lo tengo que decir. Igual que hay padres increíblemente majos y comprensivos los hay que son todo lo contrario. Hay padres que cuando van a recoger a sus hijos lo único que hacen es criticar a los educadores infantiles: “¿habéis apuntado en la agenda todo?” No, te has olvidado de muchas cosas. ¡Con lo fácil que es”. Ya, con lo fácil que es. Sería mucho más sencillos si los educadores infantiles no tuvieran a más de veinte niños que atender. ¿En serio hay quién cree que tienen tiempo de apuntar todas las cosas en la agenda? Ojo, para bastantes padres eso es lo importante y no cómo ha pasado su hijo el día.
Me pregunto cómo sería la situación si todas las relaciones escuela-familia fueran adecuadas. Si los padres colaboraran con los educadores infantiles y con el centro en vez de poner piedras en el camino. Cómo serían los días si los padres empatizaran con los educadores en vez de no dejarlos ni siquiera escuchar. Y cómo serían las jornadas si los padres agradecieran y reconocieran a los educadores todo lo que hacen por los niños de manera más habitual. Simplemente un “gracias por tu trabajo. Lo valoro mucho”. Sólo esas palabras servirían para que los educadores cogieran más fuerzas y siguieran dando lo mejor de sí mismos a los más pequeños.
Pese a la adversidad, los educadores infantiles siguen ahí
Siguen estando ahí porque no quieren abandonar a los niños. El único motivo por el que mi amiga no deja su trabajo es los niños. Los quiere con locura y cada día lucha por ellos. Pero hay veces que no se tiene ganas de luchar. Hay veces que los educadores infantiles sueña con que su situación sea más fácil y sencilla. Pero se queda en eso: un simple sueño que no saben si algún día se llegará a cumplir. Sin embargo, ellos no se rinden. Tendrán días mejores y peores pero siempre tienen una sonrisa en la cara para los más pequeños. Siempre intentan superarse y mejorar.
Ojalá que esta situación se solucione. Espero de todo corazón que los educadores infantiles tengan el reconocimiento, el respaldo y la valoración que se merecen. Pero desgraciadamente, la cosa pinta difícil. España está perdiendo educadores, maestros y profesores increíbles porque no les cuidan, porque no les prestan atención y porque su opinión no cuenta en absoluto. Algunos de ellos deciden irse a otro país. No por por placer sino para ser educador en un lugar en el que al educación y enseñanza sea importante para la sociedad. Mucha gente dice… ¿dónde están los profesores buenos? Creo que he contestado a la pregunta…
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