Aquel cuartito que tenía que verse inundado de llantos y risas se quedó en silencio.
Hoy he elevado una oración por todas esas mamitas que viven los nueve meses más felices de su vida y después no todo sale como se había planeado, y aquellos sueños rosas se convierten en un amargo luto. Pido que este trance tan difícil pueda ser superado, pido porque no les falte la fortaleza y encuentren confort en su corazón, pido porque vuelvan a encontrar la alegría aunque lleven a cuestas un dolor que jamás se olvida.
Envío abrazos cálidos para todas esas mamitas, les envío un: estoy aquí. No sé lo que duele pero te abrazo fuerte. No sé lo que duele pero te doy mi mano por si te sirve de apoyo. No sé lo que duele pero está mi hombro por si acaso quieres llorar. No sé lo que duele pero te ves hermosa cuando sonríes. No sé lo que duele, pero te escucho si quieres.
Hace unos meses me enteré de la desgarradora noticia de la partida de un angelito que recién había llegado a esta vida. Su estancia fue tan breve pero estoy segura que en ese breve estancia dejo un gran amor en sus padres. Todos fuimos testigos del gran amor con el que se esperaba su llegada.
Me quedé tan reflexiva después de todo lo que viví con Isabel estando en el hospital, y se lo difícil que es vivir un puerperio sin tu hijo en brazos, lo duro que es no tener el confort en esos momentos de un cuerpo tibio a tu lado.
Se me ha hecho un nudo en la garganta. Se nos ha llenado de tristeza el corazón.
No sabemos por qué pasan las cosas, sólo sabemos lo que siempre hemos dicho:
Dios manda sus batallas más difíciles a sus mejores guerreros.
Y desde aquí solo puedo enviar luz a todas esas mamitas que viven un duelo, enviarles un abrazo y decirles que las admiro tanto, son un ejemplo de fortaleza y amor.
Dedicado con cariño a todas las mamás que han visto partir a sus angelitos tan pronto como han llegado.