EL GALLO PELAO
Había una madre viuda que tenía tres hijas. Se casa la mayor con un escribano, se casa la del medio con un labraor y la menor se casó con un meico. Las tres se colocaron.
La madre vivía en su casa tan agustico. Cuando quería iba aca una, cuando quería iba aca la otra; cuando ellas querían iban aca su madre, en fin, lo que es la vida. Se llevaban bien. Pasa el tiempo y tenía la madre un puñao de gallinas bien hermosas y un buen gallo. Un día dice:
- Cucha, estoy jarta de tener to los días el gallo ahí en el gallinero. Es fiesta hoy, voy a matalo y me voy a ir aca mi hija, aca la del escribano.
Ya, pilla el pollo, le echa la caña al pescuezo, lo espluma, lo pela, en fin, lo deja bien arreglaico y llega aca la hija y toca.
- ¿Quién?
- Abre hija mía; mira, que tenía este gallo, como tú sabes, tan hermoso y nos lo vamos a comer en tu casa en gracia de Dios. Vamos a celebrar la fiesta.
- ¡Ay, madre! ¡Que bien has venío!
Siempre había en aquél tiempo tres misas, una la misa de madrugá, otra la misa de la mañana y luego la misa de once. Y la hija quería ir a la primera.
- ¡Has venío como Dios, mama! Como has venío tempranico voy a ir a misa. Ahí te queas.
Pues ahí se queó con dos o tres criaturas que tenía. Y el escribano tenía papeles allí, papeles aquí, tos bien puestos.
- Vaya una hija marrana que tengo ¡en el mundo! ¿Cómo iba yo a pensar que esa es hija mía? ¿Quién va a decir que esa es hija mía? ¡Con lo curiosa que yo soy y cómo tengo mis cosas y mira aquí la de papeles...!
Hizo to los papeles un montón ¡ya ves tú lo que hizo! y los puso ahí pa pegale fuego. Al rato llega la hija.
- ¿Qué, mama, y los niños?
- Na hija mía. Pero nunca creí yo que eras tú tan marrana como eres. Mira to los papeles que tenía tu marío ahí, tos los he hecho una pila pa que le pegues fuego. Te quitao las cosas del medio.
- ¡Ay, que mala madre! ¡Lo que has hecho! Cuando venga mi marío me mata.
- ¿Ah sí? ¡So zorra! Ven acá, trae mi gallo.
Pilla el camino, coge el gallo y se lo lleva aca la del agricultor. Toca.
- Pom pom.
- ¿Quién?
- Abre hija mía. Mira, que he matao el gallo que tenía en la casa y nos lo vamos a comer ¡Amos a celebralo que es fiesta hoy!
- ¡Ay, madre! ¿Sabes que has venío como Dios? Ten cuidao de los niños ahí que voy a misa.
Conque se pone, le dio una vuelta a la cocina, limpió lo que pudo y llega al atroje, donde tenía el hombre el trigo en un lao, el maíz en otro, el centeno en otro, la cebá en otro...
- ¡Anda! Marrana era aquella, pero anda que esta. Una cosa aquí, otra cosa allí.., pos si marrana era aquella peor es esta, ¡vaya parto que hice!
Fue y tó lo pasó junto. Viene la hija y le dice:
- ¿Y los niños, mama?
- Ahí están hija mía; pero nunca creí yo que eras tan marrana como eres. Tenías ahí una cosa, aquí tienes otra, mira... en un sitio te lo he puesto tó.
- ¡Ay que mala madre! Cuando venga mi marío me mata.
- ¡Ah, digo! ¿Y encima de tó me vas a decir mala madre? ¡Venga mi gallo que me lo llevo!
Conque se lleva el gallo aca la del meico.
- Pom pom.
- ¿Quién?
- Abre niña, que mira, he matao el gallo y nos lo vamos a comer en gracia Dios aquí en la casa.
- Mira mama, has venío bien porque es la misa de postre.
Y se fue a misa. Allí el meico no tenía el pobre na más que los auriculares esos, tó lo que tenía se lo llevaba cuando iba de visita. Tenían una niña mu chica y tenía el angelico mucha caspa en la cabeza, le echaban pomá pa curasela. Entonces había muchos piejos y liendres y pilla al angelico con la lendrera, y venga dale con la lendrera, venga dale con la lendrera y le dejó la cabeza peor que con un arao. Le dejó la cabeza al angelico hecha una pura llaga. Viene la hija de misa.
- ¿Y la niña?
- ¡Anda ya! Si es que estás hecha una jandorrera, no miras ni por tus hijos. Tienes la niña... mira como le tienes la cabeza.
- ¡Ay! ¡Que más matao mi niña! ¡Qué mala madre! Ay, ay...
- ¿Yo mala madre? Y encima me vas a dar voces, ¡so mala zorra! ¡Si lo sé te estrangulo cuando te parí! ¡Venga mi gallo!
Y pilló el gallo, se lo llevó a su casa y se lo comío ella sola.