Tengo el recuerdo que durante el curso no era tan fácil tener tiempo para leer, por lo que en verano, aprovechaba. Recuerdo cuando leía los cinco o Puck, y me enganchaba tanto con la historia que quería leerme tantos libros como fuera posible. Después fueron los libros de Louis M Alcott, y todos los que me prestaban. Tenía mi propio rincón de colecciones en la biblioteca de casa. Me encantaba leer.
Al nacer las niñas, tenía claro que quería que leyeran. Pero no por obligación, sino por gusto. Me han visto leer desde siempre, aunque no tanto como me gustaría. Les he leído desde siempre, tenemos un rincón lector lleno de libros que habéis podido ir conociendo por aquí. La pequeña ha ojeado libros desde siempre, antes incluso de entender lo que decía. Pero ahora ya leen, y no lograba que hicieran ese cambio, que tuvieran esas ganas de tomar un libro y sencillamente adentrarse en una historia, no les llamaba la atención leer a ellas.
Con terremoto mayor probamos hace algo más de un año, y le compré el libro que le llamó la atención en una librería y era para su edad. Los pocos que guardé yo de cuando era niña eran para más edad, así que eligió…y no nos funcionó. Quería que leyéramos el libro por las noches, como cuento, pero no leerlo sola.
Entiendo que hoy en día, entre consolas, televisión a demanda (no con dibujos con horario como cuando yo tenía su edad) y los ratos que pueden jugar en la tablet, leer un libro no lo encuentran tan emocionante. Pero, no podía desistir. Yo, que devoro libros.
Este año, probé con que ellas leyeran 2 o 4 páginas de cualquier libro, antes de leerles yo a la hora de ir a dormir. No costó nada, eran menos de 2 minutos, pero leían los libros breves, era poco texto. Pero al menos estábamos generando un hábito.
La pequeña de las terremoto de hecho quiso probar con el libro que su hermana se había intentado leer un año atrás, uno de la colección de Isadora Moon. Y empezó cada noche a leerse dos páginas. Su hermana quiso hacer lo mismo, y eligió un libro corto en catalán que tenía yo guardado, Els quatre bandolers de Nuria. En catalán le costaba más, había mucho vocabulario que no conocía, pero 2 páginas eran dos páginas.
Y un día, justo, ese cambio llegó de la nada. Tenía el libro para reseñar que os voy a contar a continuación, Esther y Mandrágora, y le leí una parte a la mayor de las terremotos. La historia le llamó la atención, así que otro día pidió que le leyera otro capítulo, pero yo estaba leyendo un libro, así que le propuse que se sentara a leer conmigo.
Y la magia sucedió. En un fin de semana, leímos toda la tarde, aprovechábamos cualquier rato para leer, y se terminó ella su libro y yo el mío. Al terminarlo dijo “es genial”!!! quiero leer más! Es un libro con mucho más texto y menos ilustraciones, cosa que no le pasó desapercibido, pero la historia le llamaba tanto la atención que le daba igual.
Cada una tiene su libro ahora y al terminarlo, piden el siguiente. No leen todos los días, a veces leen un capítulo, a veces dos, a veces un par de páginas, pero nos acercamos a ese mundo que es la lectura. Otro día te cuento cómo describen ellas lo que es la lectura, ahora que la están descubriendo. Pero vamos a descubrir ese libro que enganchó a la mayor de las terremoto en la lectura.
Esther y Mandrágora: una bruja y su gato
Esta es la historia de Esther, una bruja de primer año que, inesperadamente, se gana un premio. El premio a la curiosidad. Gracias a ese premio, le permiten viajar al Otro mundo (el nuestro), junto a su gato Mandrágora. De esa manera, podrá conocer un mundo nuevo, el de los humanos, ver cómo funciona y convivir con una bruja que lleva mucho tiempo allí. Pero, con una condición: no puede usar magia delante de los humanos.
Esther y Mandrágora se sorprenden por más de un aspecto de la vida de los humanos: que los gatos no hablen, que en una caja haya imágenes de personas (la televisión), que deban comprarse cosas con dinero, que tengan tantos inventos para no hacer las cosas (como coches o bicis para no caminar) o fotocopiadoras para no tener que hacer carteles a mano.
En su experiencia, Esther se encuentra en situaciones que sigue haciendo magia a escondidas, como por ejemplo para multiplicar sus monedas y comprarles regalos a sus amigas. Y conoce a Zoe, una pequeña que ha perdido a su gato. Y, como Esther sabe mucho de amor por los gatos, tiene que ayudarla, y descubre que sin magia es mucho más difícil, así que hará magia a escondidas intentando que nadie la vea. Pero al final, descubrirá una magia humana que ni ella conocía ¿quieres saber cuál es? Debes conocer a esta bruja y su gato!