Pero, empecemos por el principio: ¿quién fue María Montessori? Italiana de origen humilde, Montessori fue profesora, pedagoga, filósofa, bióloga y tantas otras bondades que se le atribuyen a una mujer que creó escuela y los cimientos de lo que sería la educación contemporánea. Quien hoy en día lee desde un punto de vista escéptico a María Montessori le pueden parecer conceptos evidentes o básicos, pero nada más lejos de la realidad. Se trata de una escuela educativa que ha sido revolucionaria, tanto en su época como hoy en día, precisamente porque aborda diferentes disciplinas y valores a la vez que hace caso de algo que paradójicamente, nadie más tomó en cuenta durante décadas y siglos: la inteligencia emocional en el niño. ¿Por qué si no, hoy en día tantas familias y educadores han querido recuperar sus enseñanzas? El secreto de este método radica en la 'mezcla' de varios ingredientes. A continuación, ¡la receta!.
Básicamente, su método de crianza se afianzó bajo tres criterios: demostración de amor (dar y recibirlo) la importancia del ambiente o contexto en el que se está dando la educación, y por último, ser conscientes de la relación tan estrecha y necesaria del niño con ése ambiente. En el método Montessori el niño necesita amar y ser amado, pero también ser respetado como una identidad individual e independiente de sus padres. Este concepto rompe con el obsoleto esquema 'hijos -propiedad de los padres' y en cambio, reconoce en el niño características más que aptas para desenvolverse e incluso, que los adultos aprendamos de él. ¿No es estimulante? Vamos a ver cómo interiorizarlo para aplicarlo en casa, con ellos:
La importancia del entorno
El entorno es vital porque es el mini universo del niño. Por ello, no hay que dejar que crezca en 'cualquier ambiente', sino prepararlo a conciencia para que nuestro hijo pueda desarrollarse en plenitud. ¿Esto que quiere decir? que debemos ser cuidadosos con el entorno que escojamos y que sea apetecible a sus ojos: elegir un contexto de aprendizaje que funda lo educativo, con lo natural y lo lúdico; luminoso, organizado, cuidado, donde haya diferentes colores y texturas y elementos que inviten al niño a descubrir, a analizar, a desenvolverse solo en definitiva pero no abandonado, cuidado: el adulto siempre le vigila desde un lugar respetuoso.
La idea de Montessori de cuanto más orden y estética haya, mejor no es para nada frívola, ya que incluye otros muchos valores con los que el niño va a familiarizarse desde muy pronto: por ejemplo, debe haber plantas para aprender a respetar la Naturaleza, juegos que fomenten el lenguaje para que valore la capacidad de expresarse con su entorno, música y libros y diferentes escenarios donde el niño pueda representar diferentes roles de sí mismo, serían otros 'platos fuertes' dentro de esta escuela.
Respeto a 'sus etapas'
A su vez, hablamos de lo que se llama los periodos sensibles, que hacen alusión a las diferentes etapas relativas a la psicomotricidad del niño y a cómo a diferentes edades se vuelven especialmente receptivos a una serie de destrezas. El método Montessori en casa no sólo va a reconocer esos periodos sino a respetarlos y potenciarlos, gracias a una serie de juegos, actividades y tareas. El principio de responsabilidad es muy importante en la escuela Montessori.
La mente absorbente es otro gran concepto que acuñó la científica italiana para referirse a la capacidad única de los niños para absorber conocimiento como esponjas. Los niños poseen una capacidad casi ilimitada para retener conocimiento, por ello debemos ayudarles a 'explotar' esa cualidad pero siempre respetando su edad y sus tiempos. El forzar, recriminar o castigar no está bien visto en el método Montessori. En su lugar, se opta por transmitir principios de responsabilidad y autonomía, siempre con amor y respeto.
¿Qué papel tenemos nosotros?
Finalmente, el papel del adulto, será determinante en este método aplicado en nuestro hogar. El adulto, que no siempre es el papá o mamá sino un hermano mayor, profesor, tío o primo es el guía y orientador del niño. Debe adecuarse a él y seguirle como un observador. Si comete errores, le ayudará, si se cae, le levantará, pero siempre con 'la enseñanza debajo del brazo', para que aprenda de cada pequeño error. El aprendizaje del niño se dará pues, gracias al refuerzo y estimulación de sus progenitores y adultos cercanos.
Dicho todo esto, ¿a que parecen conceptos y valores fácilmente digeribles y puestos en práctica? Particularmente, me gusta mucho este método. Creo que funde a la perfección amor y respeto, pero responsabilidad y firmeza. Representa muy bien cómo no abandonar la responsabilidad como padres o adultos, pero tampoco ser padres o adultos helicóptero o sobre protectores, coartando su forma de ser. ¡Los niños son niños y debemos dejar que disfruten de esta etapa vital!
¿Qué os parece a vosotros? ¿Os suena bien, a que sí?