En primer lugar, ¿qué es una doula? Según la definición que encontramos en la web www.doulas.es, una doula es "una mujer, que acompaña a otras mujeres en su camino a la maternidad y cuya labor fundamental es dar apoyo, tanto físico como emocional, durante el embarazo, el parto y el puerperio". Justifican la necesidad de su existencia por la pérdida de la red de relaciones sociales y familiares que se ha producido en la sociedad actual y con ella, de la transmisión de conocimientos sobre el embarazo, el parto, la lactancia... Todo esto hace que sea la pareja la que "afronte en solitario la etapa de la maternidad".
Bien, puntualicemos. Me llama mucho la atención que hablen de "etapa de la maternidad" y no de paternidad, cuando se refieren a una pareja. Efectivamente, la paternidad es cosa de dos y son estos dos los que deben enfrentarse en solitario a sus circunstancias. Por supuesto, pueden contar con los consejos, recomendaciones y opiniones de profesionales, pero son a fin de cuentas los padres los que deben tomar las decisiones de forma consensuada sobre lo que atañe a su hijo. Ninguneo en este caso de la figura del padre como principal apoyo emocional de la mujer tanto en el embarazo, como en el parto y crianza.
Continúa la web justificando la necesidad perentoria de las doulas argumentando que las experiencias que las madres comparten a la salida del colegio, en el parque... no tienen en cuenta sentimientos profundos que provoca el embarazo, experiencias sobre partos traumáticos, lactancias fracasadas... A mí me gustaría saber de dónde han sacado este dato, qué estadística han hecho, con qué muestra, el universo poblacional... porque de todos estos temas he oído mil y una conversaciones, porque si hay algo que a las mujeres que hemos sido madres nos guste es hablar de partos, lactancias... Y cuanto más dramáticos y salvajes, mejor. Por otro lado, una mujer, que además es madre, tiene una red de relaciones mayor que la puerta del colegio o el parque y me parece muy simplista reducir la vida social de las madres a este ámbito.
Pero vamos a aceptar la mayor. Vamos a dar por bueno que las doulas son una figura de vital importancia en nuestra sociedad. ¿Qué formación tienen para asesorar, aconsejar y dar soporte físico y emocional a mujeres embarazadas? La respuesta es fácil. Ninguna. Ellas mismas lo reconocen en su web, "aunque las doulas no tenemos todavía una formación académica regulada, sí que tenemos formación específica que abarca conocimientos básicos sobre fisiología del embarazo, parto y puerperio, de puericultura, lactancia, educación prenatal..." Formación regulada y conocimientos básicos, he ahí la clave. Una formación regulada, como la que poseen las matronas, asegura que la profesional que acompaña a la mujer durante el embarazo posea los conocimientos necesarios para desempeñar esta labor. Conocimientos médicos, por supuesto, porque aunque el embarazo es un proceso natural, fisiológico y con una gran carga emocional, no debemos obviar que la enorme disminución de la mortalidad en mujeres por causas relacionadas con el embarazo y el parto en el último siglo se debe a la atención médica durante este proceso.
Entonces, ¿de dónde sacan sus "conocimientos básicos" las doulas? Veamos una selección de los cursos que ofertan en su web y que, mucho me temo, baratos no son.
En primer lugar, el curso estrella, nueve meses de formación como doula. "Un ciclo para renacer como mujer y como diosa". Curso impartido por "mujeres habilitadas a sí mismas". Yo no entiendo nada. ¿Qué es exactamente "renacer como diosa"? ¿Qué programa y temario siguen? ¿Cómo se habilita una a ella misma? ¿Porque yo lo valgo?
Luego hay otros cursos, con epígrafes tan sonoros como "Rescatando a tu bebé interno" o "Curar los secretos de nuestra memoria de embrión" y talleres como "Creando el vínculo" (recomiendo encarecidamente visita a la descripción del mismo para que cada una saque sus propias conclusiones), cuyos precios oscilan entre los 90 y los 300 euros. Ojo, cursos de dos o tres días y sin ningún tipo de reconocimiento u homologación oficial.
Como vemos, se trata de una formación muy subjetiva, en la que priman aspectos psicológicos y, ustedes me van a perdonar, pero con unas aportaciones al embarazo que a mí se me antojan similares al yoga para embarazadas, la meditación...
Imagen vía www.freeimages.com
Otro aspecto que me llaman la atención en el tema de las doulas es el constante ataque que reciben matronas, ginecólogos y pediatras. Si yo fuera una mujer embarazada extrajera recién llegada a España, y leyese según que foros, grupos de Facebook... saldría despavorida. Matronas que insultan y chillan, ginecólogos obsesionados con hacerte una cesárea o una episiotomía como si les pagasen mil euros por punto dado, pediatras que aborrecen la lactancia materna y que están deseando que les des biberón, porque al parecer, están dominados por las empresas de leche artificial... No pongo en duda que haya casos de este tipo, pero para eso está el defensor del paciente, la Consejería de Sanidad, la justicia ordinaria... Quiero decir, si yo voy a dar a luz y una matrona me chilla, me insulta y recibo un trato vejatorio por su parte, puedes estar seguro de que no iré a descargar mi frustración en un foro de crianza, sino que presentaré la pertinente denuncia por mala praxis. Incluso sin llegar a estos extremos, si no estoy de acuerdo con las recomendaciones o procedimientos de una matrona, de un ginecólogo o de un pediatra, estoy en mi derecho de pedir una segunda opinión dentro de la Seguridad Social. Y es más, si simplemente no me gusta cómo me trata el pediatra, o la matrona, puedo pedir un cambio de facultativo.
Pero da la sensación de que la solución a lo que llaman "violencia obstétrica" es volver a los años 50 y parir en casa, con la ayuda de una partera. Y alejarse lo máximo posible de los cauces médicos habituales. Sinceramente, no sé lo que es la "violencia obstétrica", ni por qué no hay denuncias contra ella. Quizá el hecho de que sea el ginecólogo quien está capacitado para decidir si ha de hacer o no un tacto vaginal, y no la propia mujer embarazada, dificulte demostrar que ese tacto era necesario y que el ginecólogo en cuestión no ha pasado seis años de carrera , tres de especialidad, y alguno más estudiando la oposición para meter los dedos en mi vagina por puro capricho.
Efectivamente, las mujeres embarazadas necesitan acompañamiento emocional. De sus madres, tías, abuelas, primas, hermanas, amigas y, sobre todo, de su pareja, si la hay. Y efectivamente, es necesario un profesional que se encargue de atender los cambios físicos que se producen en su cuerpo. Se llaman matronas y ginecólogos.
Y para quien tenga vocación, las facultades de Medicina están abiertas y admiten matriculaciones en junio y en septiembre.