Cuenta una historia que, una caravana que iba por el desierto se paró cuando empezó a hacerse de noche, y que en ese momento, el chico que se encargaba de atar a los caballos, le fue a decir al guía y señor que tenían un problema: solo disponía de 15 cuerdas pero que eran 16 camellos.
El guía le aconsejó que, delante de camello que no tenía cuerda, hiciese como que lo atase. Lo mismo que si la tuviera. Que los camellos no eran muy inteligentes y que el camello creería que estaba atado como los demás.
A la mañana siguiente, cuando empezaron de nuevo el viaje, el chico se dio cuenta de que el camello sin cuerda no les seguía y se quedaba atrás. Se lo comentó al guía y éste le respondió que, tenía que hacer como que lo desataba porque el camello pensaba que seguía atado.
Moraleja: son nuestras creencias las que determinan lo que queremos hacer, las que nos generan miedo y culpa, las que nos producen barreras que nos somos capaces de ver.
Para eliminar la culpa y dejar de tener miedo a esos cambios tan deseados:
.- Primero tienes que tener claro qué quieres cambiar. De trabajo, de pareja, de ciudad, de hábitos diarios…
.- Después, hago una excursión sobre papel. Es decir, plantear, paso a paso, qué haría, cómo empezaría, cuándo marcaría el primer día, qué pasos daría….
.- Ahora, busco información sobre dicho cambio a tratar. Si es un cambio de trabajo, investigaría qué es lo que demanda el mercado, si tengo que actualizar el currículo o si es recomendable hacer formación nueva. Si es un cambio de pareja, hablaría con ella para acabar del mejor modo posible y si es recomendable consultar con un especialista en la materia. Si es un cambio de hábitos, buscaría los hábitos nuevos que quiero adquirir y, día a día, los implementaría de modo paciente y constante.
.- Con esto, ya tengo claras mis ganas de cambio. Tengo todo por escrito, lo visualizo y me lo imagino. Empiezo a dar los pasos que me lleven a mi nuevo destino. Y eso se logra con constancia, paso a paso, con determinación.
.- Y por último, reviso todo lo que rodea a esos cambios e ir observando todas las nuevas oportunidades que se nos presentan. Que por muy pequeñas que sean, son las que sientan las bases para oportunidades mayores.
Es muy importante destacar que, el miedo al cambio y la culpa por tener ese miedo nace después de muchos años haciendo lo mismo, de un modo cómodo y rutinario. Y los tiempos, nos guste o no, han cambiado. Y mucho!. Cuando esa rutina se rompe por motivos externos (o internos) a nosotros, nos desequilibramos emocionalmente y no sabemos como gestionarnos porque nos faltan herramientas para ello.
No dejes que el desánimo y la angustia te dominen en esos momentos pero ese estado de ánimo genera que no des escapado del círculo de agobio en el que te encuentras.
Para poder hacerlo, pregúntate:
.- ¿Cuál es mi estado actual?
.- ¿Qué consigo con este estado?
.- ¿Qué estoy dejando de hacer por estar en este estado?
.- ¿Cómo me afecta este estado a mi mismo y a mi entorno?
.- ¿Qué sucedería si cambiara mi estado de tensión por un estado de respiración pausada?
.- ¿Qué me impide hacerlo?
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