No todos los días se cumplen tres años, así que hoy me voy a tomar un té mientras os cuento que mi mayor se hace mayor… Tres años han pasado ya desde que pude tenerlo, por primera vez, en mis brazos. Aún recuerdo su olor a recién nacido y esa primera mirada que me hizo caer rendida de amor ante él.
¡Qué sensaciones tan maravillosas he sentido desde entonces! El día que nació Álvaro me convertí en Mamá de día y de noche, así que yo también estoy de cumpleaños. Pero el protagonismo lo tiene él porque ha sido él el que me ha enseñado a ser madre. Nunca imaginé que sería así y, sin embargo, me gusta la nueva vida que tengo como madre a tiempo completo.
Álvaro me ha enseñado que ser hermano mayor no es sencillo; que hay días en los no le apetece compartir sus juguetes (y ha creado una estrategia con Diego para ello: le muestra otros juguetes para entretenerlo y así poder él seguir con lo suyo); que aunque es el mayor, sigue siendo pequeño; que le encanta ser mirado (y admirado por Diego) pero más le gusta cuando consigue que se ría a carcajada limpia mientras él salta o le hace cosquillas con la nariz…
Así que hoy soplaremos la vela y cantaremos el cumpleaños feliz cinco o seis veces, haremos fotos para el recuerdo y disfrutaremos de tenerlo haciéndose mayor ya con tres añazos.
¡Felicidades, Álvaro!