Hoy me animo a inaugurar una nueva sección en el blog en la que, con un toque de humor e ironía, abordaré frases de manual que suelen escuchar las mamás (y los papás también) durante la crianza de sus hijos. Expresiones que se han convertido ya en clásicos dentro de los múltiples y bienintencionados consejos que reciben todos los padres en prácticas durante los primeros meses (y años) de vida de sus retoños. Para empezar he elegido una frase que habremos escuchado ya unas 300 veces de unas 150 personas diferentes (Lo de la exageración es por mi sangre andaluza):
Para poneros en situación, os diré que suele pronunciarse cuando la pequeña saltamontes pide teta de forma continuada a la mamá jefa. O, también, cuando una vez en la teta, en vez de comer, se dedica a juguetear con ella. Sobra decir que entre las funciones del pecho materno, además de la de amamantar, está la de servir de consuelo y ‘juguete’ para los bebés. Una forma de sentirse cerca y protegidos por sus madres. Sin embargo, lo más curioso es cómo la industria de los chupetes ha conseguido darle la vuelta a la tortilla. Porque lo lógico sería pensar que utilizan el chupete como teta.
Y es que, ¿Qué fue primero, el huevo o la gallina? (Bueno, esto es posible que dé para un debate más amplio a nivel científico-filosófico. A mi, la verdad, me da la misma grima pensar en una gallina que nace de la nada que en un huevo que surge de ninguna parte). Lo que parece claro es que en el caso que nos traemos entre manos, lo primero fue la teta. Y luego ya, en tiempos recientes, llegó el chupete a nuestras vidas.
Y a vosotras, mamás del mundo, ¿os han utilizado vuestros bebés como chupete?