La infancia en la actualidad es considerada por la ciencia como la etapa en la que se adquieren los primeros conocimientos y se define la personalidad del ser humano.
Es en los primeros años de vida, cuando el desarrollo del niño marca sus posibilidades del futuro.
Tonucci, define el concepto de la infancia como una explosión de conocimiento, ya que los hitos más importantes del desarrollo se dan en las primeras etapas.
La consideración del juego como contenido significa aprender a experimentar una emoción placentera en las actividades cotidianas.
Su importancia y oportunidad se relacionan con la necesidad de satisfacer el deseo humano de sentirse bien, de acercarse y conseguir la felicidad.
Trabajar la capacidad lúdica con los niños desde los primeros momentos consiste en ayudarles a dar un sentido personal y satisfactorio a todo lo que hagan.
Colocarles en la cuna de la forma que más les agrade y hacerles notar lo bien que se está de esa manera.
Darles agua cuando tienen sed y hacerles notar la sensación agradable de calmarla.
Ayudarles a emocionarse con las nubes que corren por el cielo un día de viento, o con la luna llena.
Cuando no quieran hacer algo que se precisa, encontrar una forma agradable para que acabe por gustarles hacerla.
¿Jugamos para aprender o aprendemos jugando?
Esta es la base del Modelo lúdico, que puede tener diferentes aproximaciones. Desde la idea del juego como elemento de motivación hasta las tareas escolares, (resolución imaginativa de problemas, música...) a la concreción del juego como recurso didáctico, donde se plantean las actividades educativas con apariencia de juego.
Pero el Modelo lúdico, tiene una visión diferente, el juego no es un mero recurso o un medio para conseguir objetivos, sino que es un ámbito y objetivo en sí mismo.
Parte de la idea de juego como actividad propia de la infancia y básica para el desarrollo psicosocial de los niños y niñas, basta con que jueguen para que aprendan, no se juega para aprender.
El juego es una actitud de espontaneidad y entusiasmo. Es por ello que la función básica como educadores desde el modelo lúdico es garantizar a los niños y niñas el derecho al juego y concienciar sobre la importancia del papel educativo de éste.
El modelo lúdico consiste en conseguir una intervención educativa que posibilite el mayor número y variedad de experiencias lúdicas, en las que se incluirán los aprendizajes correspondientes. Esta concepción de juego como medio educativo es exclusiva del educador no del niño que juega.
Sus características más destacadas son:
Precisa de un requisito, que una vez conseguido, se convierte en otra dimensión que lo potencia: el ambiente de seguridad emocional que rodea la vivencia placentera.
Evita la disociación entre trabajo-serio-aprendizaje y juego, porque se pretende que el trabajo serio tenga un componente profundamente gratificante, y que a su vez reúna las características coherentes con los valores de justicia y paz, deseados para todos los seres humanos.
Presenta actividades atractivas, en un contexto de seguridad emocional, que crea un "hábito de aprendizaje" donde adquiere sentido el conocimiento, que es una de las mejores aventuras humanas.
Evoluciona y se adapta a nuevos requerimientos en etapas posteriores, con tareas de ejercitación o repetitivas si se precisan, pero dentro de un marco de satisfacción personal que conduce a la motivación por aprender.
El modelo lúdico reúne dos características complementarias:
Desde el punto de vista del niño y la niña: El principio básico del aprendizaje y desarrollo infantil es su condición de placentero, lúdico.
Desde el propio juego: El juego es un principio psicopedagógico y no un mero recurso, aunque utilizarlo como recurso potencia el valor educativo de la actividad.
La vivencia lúdica, repetida en las primeras experiencias espontáneas con las personas de apego, el entorno y sus objetos crean en el pequeño hábitos de investigación, descubrimiento y aprendizaje que generan la motivación por el conocimiento.
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