La crisis de los 7 años existe, sí. Una crisis que empieza entre los 6 y los 7 años y que forma parte del desarrollo normal de la personalidad de los niños. Se trata de otra fase más de reivindicación de su yo, donde la palabra no es una constante y la rebeldía se manifiesta de un modo especial. Hoy hablamos de este tema para que entiendas que lo que le pasa a tu hijo o hija no es nada grave, todo lo contrario. Tu peque se hace mayor y eso es todo lo que le ocurre.
Y ahora … la crisis de los 7 años
Cuando creías que tu hij@ había superado todas las rabietas de los terribles 2, las de los 4 y las de los 5, resulta que tras un breve periodo de cierta calma, vuelve la incertidumbre.
Tu hijo tiene entre 6 y 7 años y se rebela contra todo. Su palabra favorita vuelve a ser el no. Cambia constantemente de humor, tan pronto está enfadado como encantador. Su comportamiento te desespera y empiezas a pensar que no es normal.
Sí, te entiendo. Tu hijo está en plena crisis de los 7 años. Una “crisis” en el desarrollo de su personalidad que se produce por un gran cambio en su modo de entender el mundo.
Los niños de entre 6 y 7 años, de los que hablamos en un post en este blog, experimentan un gran salto hacia adelante en el desarrollo de la personalidad.
Características de la crisis de los 7 años
A lo largo de esta fase de reafirmación de su personalidad a la que hemos denominado crisis de los 7 años podremos observar que nuestro hijo o hija:
No acepta la autoridad.
Quiere imponer su voluntad sobre los demás, en caso de no conseguirlo, suele revelarse.
Responde con un “no” a prácticamente todo lo que se le propone.
Desafía los límites para saber hasta dónde puede llegar.
Actúa de forma caprichosa.
Pasa de la risa al llanto con mucha facilidad, es lo que solemos llamar labilidad emocional.
Se muestra inquieto, movido, hiperactivo, ….
… Todas estas conductas que nos suelen preocupar son propias de esta edad y se deben al desarrollo de su sistema nervioso. Su cerebro, en constante crecimiento y evolución, necesita todavía más tiempo para madurar y lograr que funciones ejecutivas como la atención, concentración, planificación o control de los impulsos le permitan estar más tiempo centrados en una tarea o comprender mejor el mundo que les rodea.
Qué hacer para sobrevivir a la crisis de los 7 años de nuestros hijos
La primera recomendación es una buena dosis de paciencia. Y … claro, la paciencia no se vende en farmacias, no existen cápsulas ni jarabes que nos potencien esta capacidad tan necesaria para educar a los niños de esta edad. Sin embargo, conociendo un poco las características de esta etapa quizás podamos afrontar esta situación con mayor tranquilidad. A nuestro hijo no le ocurre nada grave, sencillamente está creciendo y lo está haciendo de un modo adecuado.
A parte de la tan necesaria paciencia es totalmente imprescindible mantener los límites y las normas que hasta el momento hemos estado aplicando. Revisarlas en caso que algunas se hayan quedado obsoletas y adaptarlas a la nueva edad, quizás ahora ya podrá empezar a hacer cosas que hasta el día de hoy no podía hacer.
Limites, normas y hábitos. Los hábitos y las rutinas son indispensables. Son, al igual que los límites, uno de los mejores modos de mantener la estabilidad y el equilibrio de los más pequeños de la casa. Y el niño de 7 años, aunque quiere ser mayor, todavía es un niño pequeño. Tener unas adecuadas rutinas nos ayudará a establecer hábitos de estudio, higiene y ocio que contendrán los excesos de inestabilidad emocional tan típica de esta etapa.
Otro de los ingredientes que ayudarán a nuestro hijo a sentirse más seguro será el refuerzo positivo de nuestras palabras, miradas, gestos o conductas cuando él esté comportándose adecuadamente.
Permitir que liberen energía de un modo adecuado: practicando deporte, pasando largos momentos por el parque o realizando actividades imaginativas que les liberen de tensiones.
Poco a poco y con el paso del tiempo esta crisis irá dejando paso a otro momento más calmado, hasta aproximadamente los 9-10 años en el que la pubertad empezará a causar otro gran cambio. Pero hasta ese momento aún quedan muchas cosas por vivir.
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