Soy una persona que no estoy obsesionada con la estética. Es más, yo diría que me cuido más bien poco. Por lo menos no salgo de casa sin hidratarme la cara y el cuerpo. Creo que no podría salir sin lavarme los dientes, sin desodorante y sintiendo la cara tirante. Por lo demás, poco me preocupo. El contorno de ojos está ahí pero me acuerdo de él de pascuas a ramos y con la anticelulítica tres cuartos de lo mismo. Para la noche es igual de válida la crema de día y poco más. Ahora, si hay algo que descuido al máximo son mis pies. Desde que empieza la temporada de botas hasta que llega la de las sandalias, pasan desapercibidos salvo para cortarme las uñas. Y claro, cuando llega la época del destape me acuerdo del poco caso que he hecho a los pobres pinreles pero ya es tarde. Este año en la puesta a punto he tenido un aliado, la lima electrónica Velvet Smooth Diamond Crystals de Dr. Scholl. Si eres constante es una maravilla. Pero no solo de lima viven los pies hidratados. Y mira tú por donde el secreto está en volver a la tradición. La persona que me hace la pedicura desde hace más de cuatro años, Sandy del Centro MisMiss, sabe de mi dejadez y me dio el secreto. Y no es otro que volver a la crema Nivea de toda la vida. Llevo una semana usándola y no sabéis cómo he notado la diferencia. Además. me encanta echármela porque su olor me traslada a mis veranos de cuando era niña, ¿en qué hogar no había una lata de Nivea?
¡¡FELIZ MARTES!!
*Este post no está patrocinado