Ofrenda a la tormenta, como se titula el tercer libro, cierra esta saga protagonizada por la inspectora Amaia Salazar. Pero yo no vengo a hacer una crítica de estas novelas que me han absorbido casi más que la trilogía de Millenium (cuya productora, por cierto, ha comprado los derechos de estos libros para grabar tres películas), sino para hablar de la visión de la maternidad que subyace debajo.
Porque la maternidad es el eje central y está en el fondo (y en la forma) de todo lo que ocurre en Elizondo. Está en la relación de Amaia con su madre y la manera en que ella misma vive su maternidad: desde la desesperante búsqueda de un bebé que no llega, hasta su puerperio y la dificultad para conciliar un trabajo tan absorbente como el policiaco con el cuidado de su bebé.
Vista de Elizondo sacada de la web españaencultura.es
Se ve que hay una escritora y mujer detrás por cómo se relatan los momentos en los que da el pecho a su hijo, por cómo cambia la relación con su marido, o por la manera en que se retrata a su suegra. Detalles que no suelen aparecer en otras novelas del género (donde el protagonista es casi siempre un hombre) y que aquí me han sorprendido siempre. Como la bonita paternidad que vive su marido, quien opta por quedarse para cuidar a su hijo mientras Amaia se deja algo más que el pellejo en la calle.
Dio la casualidad de que el primer libro lo leí poco después de tener a mi hijo y el segundo en cuanto salió. Tenía fresca mi propia experiencia y me sentí identificada en muchos aspectos, aunque hubo detalles que me chirriaron, como que pudiera pasar tanto tiempo separada de su bebé por el trabajo, que se encontrara tan bien físicamente tras el parto o que recuperara la figura tan rápido (envidia cochina que le tengo)
NO TODO ES “MARAVILLOSO” EN LA MATERNIDAD
Pero impresiona y es digno de admiración ver la búsqueda de la protagonista por ser una madre perfecta sin poder tomar como referencia a la suya, que fue todo lo contrario a una madre. Menos mal que tiene a su tía, que con su sabiduría ancestral le guía (y nos guía a los lectores) en todos sus pasos.
La maternidad está presente en todos los detalles de la historia de cada novela: en la sociedad matriarcal del valle de Baztán, en la conversación que tiene Amaia con una madre cuya hija adoptada ha sido asesinada (en el primer libro) o en las historias de enterramientos de los bebés que nacen muertos en los aleros de las casas para protegerles. Todo ello salpicado de una mitología vasca apasionante y de la intriga de descubrir que hay un asesino en el pueblo.
Un minúsculo detalle para que se vea de lo que hablo. En el segundo libro, Legado en los huesos, se habla de una costumbre de las mujeres de la zona que acababan de dar a luz. Como no estaba bien visto ni se permitía que tras el parto salieran a la calle durante un periodo de tiempo, ellas se ataban una teja a la cabeza, y así podían trabajar en el campo, porque de esta manera seguían "bajo su tejado".
Metida de lleno en la crianza de mi hijo, y aún hipersensibilizada por las hormonas, me estremecí mucho leyendo todas las referencias que se hacen en estos libros a los abortos, los cuerpos de los bebés muertos y sus restos. Un tema interesante y que aparece constantemente en los libros de Dolores Redondo, sobre todo hacia el final del segundo.
La misma autora suele decir en sus entrevistas que ella cuenta que "no todo es maravilloso en la maternidad". Y la frase "duerme, pequeña zorra, la ama no te comerá esta noche" es la muestra más cruda y cruel que se puede encontrar de ello. No quiero hacer un spoiler: quien lo haya leído, sabe de lo que hablo.
Estoy deseando ver cómo se cierra el círculo en la última parte de la trilogía, cómo se responden a los interrogantes que han quedado pendientes y también, claro que sí, cómo sigue la familia de Amaia, esta vez con un bebé algo más mayorcito.
¿A que te han entrado ganas de leer el tercero? Por cierto que sale a la venta dos días antes de mi cumpleaños