Y entonces saltaron las alarmas. Al conocerse esta medida, enseguida aparecieron dos bandos: en un rincón se agolparon los se manifestaron a favor y celebraron la propuesta basándose en los aspectos médicos que supone el congelar los óvulos y que redundaría en una mejor calidad, así las mujeres no tendrían que elegir entre la maternidad y la carrera profesional. En el polo opuesto quienes se manifiestan en contra esgrimiendo un manejo por parte de las empresas para postergar la maternidad “comprando” a sus empleadas tiempo y dedicación absoluta y cuyo mensaje sería la incompatibilidad de trabajo y maternidad. (podéis ver artículos con opiniones variadas en periódicos como El Mundo y en El País, La Vanguardia entre otros).
Nuestro reloj biológico tiene fecha de caducidad
Cuando se habla de reloj biológico no tenemos en cuenta que no tiene que ver con la capacidad de concebir, sino de generar óvulos sanos y de calidad, lo cual tiende a decrecer brutalmente con la edad. Y es una realidad, señoras: el tic tac de nuestros ovarios tiene una fecha límite aunque nuestro útero tenga cuerda para rato.
¿Podemos elegir programar nuestra maternidad? ¿Podemos congelarla hasta que el instinto maternal toque a nuestra puerta?
Múltiples razones para postergar la maternidad
Las razones para postergar la maternidad son muy amplias y corresponden a diferentes circunstancias:
a veces se eligen (crecimiento profesional, falta de “instinto de maternidad, necesidad de compartir en pareja sin niños durante varios años)
otras son impuestas por la realidad (la crisis económica, la falta de pareja, las dificultades a la hora de concebir)
Un tercer grupo en el cual se combinan la elección y la realidad.
Tal es mi caso en donde a una migración de continente le sobrevino el deseo de afianzarme a nivel profesional mientras estaba sin pareja y echaba raíces en mi nuevo destino. Años más tarde conocí a mi media naranja y sin embargo tardamos en recibir a nuestros dos gajitos mellizos! Hoy vienen a mi memoria las visitas rutinarias a la ginecóloga cuando aún estaba soltera y muchas veces cronometraba mi reloj biológico “Tendrías que plantearte tener hijos….”. Sí, fenomenal, y con quién?
En aquel entonces, unos 7 años atrás, no me habló de las posibilidades que te ofrece hoy en día la ciencia. Por eso hoy celebro que alguien haya decidido hablar de este tema.
Una medida polémica que nos invita a reflexionar
Facebook y Apple continúan con su política de apoyo a la maternidad y familiar en el puesto de trabajo(ambas ofrecen ayudas a sus empleados para tratamientos de fertilidad y adopción y Facebook, además, aporta un ‘cheque-bebé’ de 3.159 euros para gastos por el nacimiento de un hijo) y ahora a la no maternidad, a congelar el tiempo.
¿Pueden estas empresas tener poder de decisión sobre la maternidad? Yo creo que NO. Primero porque quien quiera someterse a la congelación de óvulos es libre de elegir el tratamiento y segundo porque la maternidad es una elección personal e intransferible. Estas empresas han hecho una lectura de la realidad ya que estos procedimientos están cada vez más extendidos entre mujeres que deciden postergar su maternidad y están hablando de aquellas mujeres que aún no quieren ser madres. (Este tema está amparado en España a través de ley 14/2006 sobre técnicas de reproducción humana asistida)
Lo que tiene gracia es que el mundo virtual ponga sobre el tapete un tema del mundo real, que la maternidad se posterga. ¿Pero son ellos los adecuados para hablar de este tema? ¿Genera polémica que sean empresa privadas las que plantean estas políticas o se horrorizan las organizaciones defensoras de derechos de la mujer por el tema en sí mismo?
Quizás quien debería hablar de ello es el Estado. España es el país de la Unión Europea con menor tasa de maternidad (1, 3 de media) frente a los países nórdicos donde la media es de 2 o más hijos y donde la media de edad de maternidad se encuentra en torno a los 32 años. Hay muchas campañas de prevención pero no se habla de la posibilidad de congelar óvulos antes de los 35 años (ver , fecha en la que la calidad de los óvulos cae en picado. Cada vez el Estado participa menos en ayudas para los tratamientos de fertilización, cancelación de ayudas para la costosa medicación de fertilidad, la disminución de ayudas para la discapacidad, etc.
Las políticas de concepción deberían ser un tema primordial para fomentar el crecimiento de la natalidad y para preservar la futura natalidad. Hoy la ciencia está al servicio de la procreación, ofreciendo alternativas a quienes antes sencillamente no hubieran sido madres. Tratamientos de fertilización, congelación de óvulos, ovodonación, vientres de alquiler, son fórmulas que hace unos cuantos años atrás nos parecían ciencia ficción. Pero parece que el Estado de bienestar se ocupa más de la salud de los partidos políticos que de sus votantes y los fondos desperdiciados en campañas electorales podrían servir de mucho para prevenir una sociedad que envejece y en la que, a este paso, cambiaremos colegios por asilos para ancianos.
La maternidad es un don para cada mujer, pero somos nosotras las que tenemos en nuestras manos la decisión de hacer uso o no de él, cómo, dónde y cuándo queramos. Que nadie nos quite el derecho a elegir libremente.
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