Aunque ambas, congelación y vitrificación, permiten mantener solidificadas a muy bajas temperaturas las estructuras celulares hasta el momento en que sean requeridas, existen importantes diferencias entre los dos procesos.
Cabe recordar que en los inicios de la reproducción asistida, solo existía la técnica de la congelación, de la que se obtenía un muy buen resultado con la congelación de espermatozoides, de forma que prácticamente no alteraba su calidad. En cambio, con los óvulos (ovocitos) o embriones, al tener un tamaño mayor no se mantenían intactos y durante la descongelación se producían serios daños, lo que provocaba una notable disminución de la calidad de los mismos. Estos daños reducían notablemente las tasas de implantación con respecto a las de embriones “frescos” o no congelados.
A diferencia de la congelación clásica, que enfría lentamente las células, la vitrificación lo hace de manera ultrarrápida permitiendo alcanzar una mayor supervivencia en óvulos y embriones tras la descongelación, debido a que no se forman cristales de hielo en las células, responsables en mayor medida de los daños celulares irreparables. Esto se consigue empleando elevadas concentraciones de crioprotectores, junto con volúmenes y tiempos reducidos.
El proceso de vitrificación garantiza una tasa de supervivencia superior al 80%.
La vitrificación: cómo se realiza
Antes de la vitrificación, los embriones se pasan por una serie de medios de cultivo que protegerán sus estructuras celulares. Posteriormente se introducen en finísimas pajuelas de vitrificación, para ser sumergidos en nitrógeno líquido donde pasará de 22 ºC a -196 ºC en muy pocos segundos para ser guardados en el banco de embriones perfectamente identificadas. La velocidad del enfriado, como se ve, es muy rápido, de 23.000 grados por minuto.
Las estructuras celulares así vitrificadas tienen prácticamente la misma calidad que las que no han sido congeladas, y cuando se desvitrifican mantienen todas las propiedades que tenían en el momento en que se vitrificaron. En el caso de los embriones, una vez desvitrificados prosiguen su evolución y divisiones de forma natural.
El proceso se inicia, como en todos los casos de fecundación invitro, mediante un tratamiento en el que se estimulará la ovulación para posteriormente realizar la punción y extracción de los ovocitos. Una vez obtenidos los embriones se vitrificarán y mantendrán almacenados en el laboratorio hasta que la donante decida usarlos. Será en ese momento cuando la paciente deberá prepararse para la recepción de los óvulos fecundados, los mismos serán descongelados y fecundados mediante la técnica de Inyección intracitoplasmática de espermatozoides, para luego ser depositados en el útero e iniciar el proceso de gestación.
¿Para quién está indicado?
La vitrificación de óvulos está especialmente indicado para los siguientes casos:
Mujeres que por cualquier razón desean posponer su maternidad.
Pacientes oncológicas y no oncológicas que van a recibir tratamientos gonadotóxicos.
Mujeres que han recibido cirugía repetitiva sobre el ovario, como puede ser el caso de la endometriosis.
Pacientes en las que preferiríamos realizar la transferencia embrionaria en un ciclo distinto al de la estimulación folicular (riesgo de SHO, aparición de pólipos, hidrosálpinx o hidrometras, ausencia de espermatozoides, etc).
En pacientes con baja respuesta: para acumular ovocitos, o para tener una cantidad suficiente de ellos si el objetivo es realizar un ciclo de DGP.
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